La victoria del Tea Party

La victoria del Tea Party

Al seleccionar a alguien como Ryan que despierta tantas pasiones entre los más conservadores, Romney está tratando de neutralizar la sospecha de su falta de compromiso con los principios más conservadores, y a la vez está intentando movilizar al electorado del Tea Party para asegurarse que votan por él. En una elección que se espera muy reñida esos votos pueden ser claves.

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El candidato republicano a la presidencia de EE UU, Mitt Romney, ha sorprendido con el anuncio de su candidato a vicepresidente, el congresista por el Estado de Wisconsin Paul Ryan. Esta selección que ya se anticipaba en los últimos días por la prensa y observadores, no ha dejado de ser inesperada y está generando reacciones dispares. Queda por ver el impacto que esta decisión va a tener en la campaña electoral, sin embargo ya es posible hacer unas observaciones.

En primer lugar, el desastre documentado de la selección por McCain en las elecciones de 2008 de la gobernadora Palin (el proceso de selección fracaso y durante la campaña se demostró que no estaba ni remotamente preparada para asumir la presidencia de EE UU), ha obligado a Romney a ser extraordinariamente cauteloso en el proceso de verificar el historial de los posibles candidatos. Le ha llevado 4 meses. Y podemos estar seguros de que no habrán dejado de revisar todos y cada unos de los detalles de la biografía de los candidatos.

En segundo lugar, llama la atención que Romney se haya decidido por el candidato más conservador de los tres finalistas (los otros dos eran el senador por Ohio Rob Portman y el exgobernador de Minesota Tim Pawlenty). Portman y Pawlenty eran los candidatos más establecidos, y los más seguros y menos arriesgados. Además eran los que más se parecían por su perfil personal e ideológico al propio Romney: pragmáticos, centristas y poco carismáticos.

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Ryan Paul, a la izquierda, junto al candidato republicano a la Casa Blanca, Mitt Romeny. FOTO: AFP

Ryan, sin embargo, tiene un perfil muy diferente. Con tan solo 42 años, es mucho más joven que los otros candidatos (y que el propio Romney). Es un representante de una nueva generación de cachorros republicanos mucho mas ideologizados, conservadores, y confrontacionales que quieren implementar su agenda sin compromisos y sin dejar prisioneros.

También hay riesgos en este decisión: por vez primera en 80 años ninguno de los dos miembros del ticket presidencial han servido en ninguno de los ejércitos. Con el país aún en guerra, será interesante ver si eso puede tener algún efecto. Además Ryan no tiene ninguna experiencia en política exterior ni en el sector privado (es un político profesional desde los 28 años).

Pese a todo el interés que este nombramiento está generando es importante enfatizar que nunca un candidato a la vicepresidencia ha ganado (o perdido) por si sólo una elección presidencial. A largo de la historia ha habido buenos, malos y regulares candidatos, pero su influencia en el resultado final de la elección ha sido siempre muy limitado. La gente vota por el candidato a presidente, no por el vicepresidente.

Lo más importante de esta decisión es lo que dice sobre el propio candidato presidencial y sobre su capacidad de tomar decisiones. ¿Por qué ha elegido Romney a Ryan? Hay varios factores que ayudan a explicar este decisión: en primer lugar el atractivo que Ryan tiene entre los votantes más conservadores del Partido Republicano y en particular entre los que apoyan al Tea Party. Pese a su giro hacia posturas más conservadoras durante esta campaña, Romney tiene un perfil mucho más pragmático y centrado, que ha generado muchas sospechas (e incluso descontento) entre los votantes republicanos más conservadores.

Es por ello que siempre existía el temor de que los votantes republicanos más conservadores se quedasen en casa y no votasen. Al seleccionar a alguien como Ryan que despierta tantas pasiones entre los más conservadores, Romney está tratando de neutralizar la sospecha de su falta de compromiso con los principios más conservadores, y a la vez está intentando movilizar al electorado del Tea Party para asegurarse que votan por él. En una elección que se espera muy reñida esos votos pueden ser claves.

En segundo lugar, Ryan es católico, un bloque de votantes muy importantes y necesarios para ganar la elección. Y además puede ayudar a Romney con los prejuicios que siguen existiendo contra los mormones.

Además, Ryan es uno de los grandes especialistas del partido en política fiscal y presupuestaria. Sus propuestas presupuestarias basadas en la reducción drástica del gasto público, particularmente en los programas de asistencia social y del Estado de bienestar, y en las bajadas de impuestos (el plan llamado "Sendero a la Prosperidad") se han convertido, pese a ser muy controvertidos, en el referente presupuestario del Partido Republicano.

Romney es consciente de que la mejor opción que tiene para ganar es si la campaña se centra sobre la crisis económica y el modelo de país. Si la elección es sobre el perfil del candidato, Romney no tiene mucho que hacer: su personalidad anodina, las sospechas sobre sus impuestos personales, así como su falta de principios ideológicos entre otros muchos factores, le hacen un candidato poco excitante, y ciertamente menos que Obama. En una reciente encuesta de Fox a la pregunta de si "con independencia de cómo vas votar, cuán cómodo estarías con Mitt Romney", tan solo un 26% de los votantes se declaraban "extremadamente cómodos" o "algo cómodos". Un 41% se declaraban cómodos con reelegir a Obama por cuatro años más.

Por ello le interesa sumamente reenfocar su campaña de forma que la elecciones sean un referéndum sobre el 'fracaso' de la política económica de Obama y el modelo de país. Al mismo tiempo es consciente de que no se puede conseguir generar ilusión sólo criticando a Obama, y Romney sabe que tiene que definir una alternativa nítida e ilusionante que pueda captar votos. El plan de Ryan se la ofrece.

El plan de Ryan va a permitir situar los temas fiscales en el corazón de la campaña, y sus propuestas sobre el papel y el tamaño del gobierno federal va a marcar una línea divisoria clara con las ideas y programas del presidente Obama. Además, los republicanos se aseguran que las diferencias con los demócratas por los modelos fiscales, de Estado bienestar y sobre el papel del gobierno federal; así como sobre las propuestas de soluciones a la crisis económica y presupuestaria que sufre el país, se conviertan en el principal tema de debate en la campaña.

Los demócratas reaccionaron inmediatamente a la selección de Romney recordando que Ryan quiere "bajar los impuestos a los ricos y al mismo tiempo imponer nuevas cargas fiscales a las clases medias y los jubilados".

Además Ryan es congresista por el Estado de Wisconsin, que es uno de los Estados en liza que Romney debería ganar para poder tener opciones. Pese a ser une Estado tradicionalmente progresista y demócrata, en los últimos años Wisconsin ha girado mucho más hacia la derecha (el gobernador republicano tuvo recientemente una lucha épica contra los sindicatos). Romney espera que Ryan le ayude, no solo a movilizar a los votantes del Tea Party, sino también a ganar en Wisconsin.

Por ultimo las últimas encuestas parecen mostrar de que Romney no acaba de despegar: la CNN ha publicado una encuesta recientemente en que a la pregunta de "Con independencia de a quién piensas apoyar y tratando de ser tan objetivo como sea posible, ¿quién crees que ganará en noviembre?" un 33% responde que Romney y un 63% que Obama. Y además muchas encuestas sitúan a Romney por detrás de Obama en varios de los Estados clave. Su campaña claramente necesitaba un buen shock que la reactivase y que la permitiese enfocarse en la economía. Se espera que Ryan contribuya en esa dirección.

En definitiva esta es una decisión sin duda atrevida y arriesgada con la que Romney rompe con la estrategia de campaña conservadora que había planteado hasta ahora basada fundamentalmente en no asumir riesgos, en no hacer daño, y en no cometer errores. No me cabe duda de que puede marcar el curso de la campaña, y de que va a permitir a los votantes estadounidenses optar entre opciones más claras y definidas del tipo de país que se quiere construir en los próximos años.

Además esta selección puede significar que esta campaña se pueda convertir en la más trascendente desde el punto de vista ideológico desde la elección de Carter y Reagan de 1980. Por vez primera en décadas se van a plantear dos modelos económicos y de gobierno contrapuestos y nítidos que pueden marcar un antes y un después. Con esta decisión Romney está tratando de hacer un reset de la campaña. En las próximas semanas veremos si lo consigue.