No a la guerra

No a la guerra

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Hay que poner mucho empeño para no ver las señales. En los discursos institucionales, en los artículos de prensa, en el lenguaje diario de politicos y portavoces. Nos están llevando a una guerra. Dos gobiernos que se acusan mutuamente de haberse situado fuera de la ley y que reclaman para sí la administración del mismo territorio. ¿Alguien puede citar un solo caso en que una situación así se haya resuelto sin muertos? Pues a esto nos están conduciendo.

Los dos gobiernos nos están mintiendo, a fuerza de disimular la verdad.

El Gobierno de España no se dispone a restaurar la legalidad constitucional. O no solo. Se dispone a recuperar el control del territorio, porque el 18 de agosto pasado comprobó que ni las autoridades locales ni una parte muy importante de los ciudadanos de Cataluña reconocen la autoridad del Gobierno de España. Esta percepcion se vio confirmada el 1 de octubre. El Gobierno de España es incapaz de garantizar que se cumplan las leyes españolas en una parte del territorio, ni por las buenas ni a porrazos. Esta es la realidad.

Mariano Rajoy puede añadir a su curriculum este nuevo mérito. Bajo su mandato, el Gobierno de España perdió el control de Cataluña. Lo va a recuperar, porque está en riesgo la supervivencia del Estado. Y si el 155 no basta, iremos al estado de alarma. Y si no basta, iremos al estado de sitio. ¡Pero si se está escribiendo ya!

La culpa de una guerra siempre es del otro. ¿Y a mí qué me importa, par de calamidades, de quién es la culpa? Se les ha elegido para asumir responsabilidades, no para repartir culpas.

El Govern de Catalunya se dispone a reclamar unos quilometros cuadrados que segun los tratados internacionales forman parte del Reino de España. Para lograr su proposito, el Govern plantea movilizar "a la gente" y confiar en que el Gobierno de España no se atreverá a hacer uso de la llamada "represion franquista" o "legitima fuerza del Estado", segun quien hable. El nombre que se le dé no cambiará la realidad. Alguien va a recibir. ¿Una guerra que se resolverá con unos cuantos contusionados, unos cuantos heridos, unos cuantos muertos? ¡Qué va! Alguien mediará. Claro que si.

Es asqueroso imaginar los cálculos, en los despachos de aquÍ y de allá, sobre cuánta violencia se puede permitir una u otra causa. Tranquilamente se habla de la vÍa eslovena, obviando los muertos que hubo en Eslovenia. El InstItuto Elcano no descarta un Maidan catalan, y todos pasamos por alto los muertos del Maidan. Estan ahi las señales y no queremos verlo. No queremos señalarlo, para no alarmar. No es elegante.

Permitan que no sea elegante: nos están conduciendo a una guerra. Esto no es una catástrofe natural. Es el resultado de una pésima gestión política de unos políticos que se niegan a aceptar sus responsabilidades. En sus cartas se dicen mutuamente que la responsabilidad de lo que pase será del otro. No, no y no. Pueden decir que la culpa es del otro. Naturalmente.

La culpa de una guerra siempre es del otro. ¿Y a mí qué me importa, par de calamidades, de quién es la culpa? Se les ha elegido para asumir responsabilidades, no para repartir culpas. Y en el ejercicio de su responsabilidad nos están conduciendo a una guerra.¿Uno más que otro? Qué consuelo. El mio es menos culpable que el tuyo. Qué verguenza. Resulta bochornoso escucharles en la sede de la soberanía popular quejarse de lo malvado que es su rival. Esto se puede hacer de otra manera. Paren máquinas. No a la guerra.

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