Conoce a la mujer que está conduciendo el cambio en Arabia Saudí

Conoce a la mujer que está conduciendo el cambio en Arabia Saudí

El sábado 26 de octubre, más de 60 mujeres saudíes se pusieron al volante y condujeron sus coches para desafiar la prohibición que impide que las mujeres conduzcan en Arabia Saudí. Algunas de ellas enviaron sus vídeos a YouTube. Varias personas fueron detenidas y multadas.

El sábado 26 de octubre, más de 60 mujeres saudíes se pusieron al volante y condujeron sus coches para desafiar la prohibición que impide que las mujeres conduzcan en Arabia Saudí. Algunas de ellas enviaron sus vídeos a YouTube. Varias personas fueron detenidas y multadas.

Las mujeres participaban en un movimiento nacido en 1991, cuando Madeha Alajaroush, fotógrafa, organizó un grupo de mujeres y lideró una pequeña caravana de coches. En 1991, Alajaroush y sus compañeras activistas fueron condenadas penalmente y sancionadas por su desafío, y su vida resultó destrozada por los clérigos.

Durante más de una década el activismo se mantuvo en suspenso, hasta 2008, cuando la periodista Wajeha Al-Huwaider se puso al volante y se filmó a sí misma mientras conducía, con la valentía de subir su vídeo a YouTube.

Luego, en 2011, Al-Huwaider hizo otro vídeo, que incluye un comentario sobre cómo incide la prohibición de conducir en la vida de la mujer saudí. Ella grabó mientras que su compañera, la activista Manal Al-Sharif, conducía en la carretera saudí. Al-Sharif fue detenida.

Tras la detención de Al-Sharif, decenas de mujeres condujeron en protesta después de enterarse de que fue encarcelada durante algo más de una semana. En 2012, Al-Sharif fue nombrada como una de las 100 personas más influyentes por la revista Time. (Nota: Recientemente, Al-Huwaider perdió su apelación, y se confirmó la condena de takhbib por ayudar a la canadiense Nathalie Morin, que permanece varada en ese país con sus hijos).

La semana pasada me entrevisté con otra valiente mujer que condujo el 26 de octubre, la activista de derechos humanos y fotógrafa, Samia El-Moslimany.

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Esta es una de las fotos más famosas de El-Moslimany, publicada por la revista Time.

Esta entrevista la realicé junto a Shahla Khan Shalter, presidenta de Musulmanes Progresistas en Canadá y Directora de Universalist Muslims.

Samia, ¿cómo te describes a ti misma? ¿Cómo acabaste en Arabia Saudí y por qué no te quedas?

Mi nombre de Twitter es @SamiaElmo y mi descripción es: "Samia El-Moslimany: Fotógrafa moderadamente radical-feminista-musulmana-saudí-estadounidense-¡luchando por la Paz, el Amor y la Justicia Social!"

Yo nací en la justicia social y la causa feminista. Mi madre y mi padre siempre vivieron una vida de activismo. He seguido su camino.

A los 18 años me enamoré de un hombre en Estados Unidos, donde pasé gran parte de mi infancia, que parecía ser el epítome de una musulmana feminista, pero que llevaba un pasaporte saudí. Nos casamos cuando yo tenía 20 años, a pesar de los recelos de mi padre.

Nos mudamos a Arabia Saudí desde EEUU, con la esperanza de invertir unos pocos años allí para pagar los préstamos estudiantiles de mi marido. Nos quedamos más tiempo porque la vida era fácil. Fui bien acogida por la extensa familia de mi marido y había dinero. En 1994, mi esposo fue arrestado y se convirtió en prisionero político durante nueve meses. Nos mudamos con nuestra familia de vuelta a EEUU en 2003, donde esperábamos quedarnos.

Por desgracia, nuestra única fuente de trabajo e ingresos se mantuvo en Arabia Saudí. Desde entonces, he dividido mi tiempo desplazándome entre mis hijos mayores en Seattle y mi trabajo en Arabia. Mi marido y yo nos hemos separado desde entonces.

Soy una ciudadana naturalizada de Arabia. Yeda ha sido mi hogar durante 30 años. Yo amo a mi familia y amigos aquí en Yeda y mantengo una convicción islámica profunda para trabajar por la justicia social y la equidad de género aquí.

¿Crees que el levantamiento de la prohibición de conducir en Arabia Saudí será pronto?

Creo que Arabia Saudí va a cambiar por una evolución, no una revolución. Creo que mientras más mujeres participen -desafiando lo que muchos (incluyendo algunas autoridades) han declarado una prohibición cultural, la libertad de circulación de las mujeres- más posibilidades habrá de que cambien los paradigmas culturales.

Al comienzo de la campaña el 26 de octubre decidí participar, conducir, y subir mi vídeo. Todas las mujeres saudíes con permisos de conducción válidos emitidos en el extranjero se animaron.

¿Trataron de desanimar a las mujeres de ponerse al volante el 26 de octubre?

A medida que el día se acercaba, el Ministerio de Interior advirtió de las consecuencias para las mujeres que condujesen y amenazó a aquellos que compartieran información en las redes sociales con que podrían ser acusados de incitación y/o condenados por delitos en Internet.

Muchas de mis amigas occidentales, casadas con saudíes, fueron las voces del desaliento, diciendo por ejemplo, "es ilegal", "el país no está preparado para ello", "no tomes tus derechos por la fuerza", "no es nuestro asunto/país", etc.

Otras afirmaron que era una campaña de desprestigio instigada por Occidente. La derecha religiosa ultraconservadora del país predicó que dejar a las mujeres conducir llevaría a la desinhibida mezcla de los sexos, la conducta sexual inmoral, el colapso de la sociedad y de la vida como la conocemos, e incluso ¡podía dañar los ovarios de las mujeres!

Muchas mujeres se desanimaron. Algunas dijeron que era demasiado peligroso.

¿De qué manera la incapacidad para conducir afecta a la mujer media en Arabia Saudí?

Hace que todo sea más difícil. La mujer de clase media suele ser capaz de pagar un chófer. Sin embargo, muy a menudo, el conductor es una molestia y un peligro. Los conductores no están calificados y hay informes de abusos sexuales cometidos por estos. Así que incluso con conductores, la presión está en los miembros masculinos de la familia para actuar como controladores de madres, esposas, hijas y hermanas.

A los conductores se les pagan alrededor de 700 dólares al mes. Se calcula que el salario medio de la mayoría de las mujeres no suele ser mucho más, por lo que un conductor no siempre tiene sentido económico para las familias.

Y las mujeres no pueden simplemente tomar un bus. No existe un sistema de transporte público. Solía haber una muy buena red de taxis baratos, pero significaba parar a un hombre extraño. Ahora hay informes publicados de que es ilegal que una mujer haga parar un taxi. No sé si esto se cumple.

¿Qué pasó el 26 de octubre?

El 26 de octubre estuve pegada al ordenador desde que amaneció. Seguí los medios de comunicación y publiqué mis palabras de aliento a aquellas que ya se habían aventurado a salir. No hubo informes de arrestos. De hecho, no había nada más que mensajes eufóricos de las mujeres que ejercían en silencio sus derechos humanos.

Le pedí a mi exmarido que me acompañase en mi salida. Se anima a las mujeres a tener un mahram (tutor) para acompañarlas. Algunos hombres acompañaron a sus esposas, mientras que ellas desafiaban la prohibición de conducir. El mío se negó. Entonces le pregunté a amigos. No hubo interesados.

Por último, mi amiga Eva Ludemann, una periodista holandesa que se encuentra en los Países Bajos, se ofreció a acompañarme a través de Skype. A las 5:00 pm, puse mi teléfono en el espejo retrovisor de mi coche, conectado con Eva, y me senté en el asiento delantero. Fue una ocasión memorable.

Soy más afortunada que algunas mujeres en Arabia Saudí; tengo un conductor, Fadl Musa Khan, que ha sido mi compañero durante 27 años. Estuvo de acuerdo en seguirme a corta distancia detrás con otro coche.

Condujimos por la zona residencial de Al-Manar, en Yeda, pensando en volver después de unos 10 minutos. Cuando giré en una intersección, vi un vehículo SUV polvoriento, con dos o tres hombres, que conducía a mi lado.

Por el rabillo de mi ojo los vi con el ceño fruncido y agitando los brazos. Seguí. Me siguieron. Asustada, aceleré y los perdí, pero luego me perdí yo misma. Traté de encontrar mi camino a casa. Pero me encontraron. Aceleraron y el SUV se interpuso entre yo y el coche de mi conductor.

Era una zona aislada y tenía miedo. Así que me dirigí a un área más poblada. Se quedaron detrás de mí. Me detuve frente a una tienda de comestibles, salté de mi coche, hice un gesto hacia mi conductor para que aparcase. Luego me metí en el asiento de atrás y le dije que tomara el volante de mi coche.

Estos hombres, de los que más tarde supe que eran informantes de la policía, se detuvieron a unos 25 metros de distancia. Le dije a mi chófer que se quedara y esperamos. De repente oí sirenas. Tres coches de policía con las luces destellando a toda velocidad venían hacia nosotros.

Vi a uno de los informantes subirse a la camioneta y llamar furiosamente a la policía. Supe de inmediato que venían a por mí.

Desde el asiento trasero di instrucciones a mi chófer para dirigirse a la autopista, dejando el coche de mi conductor en el supermercado. Tenía la esperanza de que pudiéramos perderlos en el tráfico. Pero la camioneta aceleró casi chocando con nosotros. Un coche de la policía bloqueó la intersección delante de nosotros. Otro nos bloqueó a la derecha. Nos detuvimos.

Un agente uniformado se acercó al vehículo amablemente y me pidió mi identificación de Arabia. Se la entregué junto a mi carnet de conducir del estado de Washington. Luego le preguntó a mi conductor sobre su permiso de residencia y matrícula del coche (y no su carnet de conducir).

En el cruce donde nos detuvimos vi a otra mujer conduciendo. Ella permanecía dentro de su coche, detrás del volante, con la cara tapada con un niqab y acompañada de un niño de unos 14 años.

La policía nos dijo a todos que teníamos que ir a la comisaría.

Le pedí a Eva que informara a mi madre, amigos y también, a la activista de los derechos de las mujeres, Kholoud Al Fahad, de mi paradero. Llamé a mis abogados, Bassim Alim y Reda Abdulrazak. Reda me aconsejó que firmase la declaración que se me presentaría, y no entrar en la comisaría sin que hubiese una mujer policía presente.

Después de 15 minutos tras nuestra llegada, salí del coche y me encontré con la otra mujer que había sido detenida, llamada Nahed Batarfi, de 50 años, divorciada, madre de 7 y con un doctorado en epidemiología. Ella había obtenido su permiso de conducción en el Reino Unido. Ya que no apareció ninguna mujer policía, entramos en la comisaría juntas. Luego nos llevaron a una oficina elegantemente decorada.

Un hombre nos interrogó -cortésmente- en árabe, durante horas. Estos son ejemplos de algunas de las preguntas, aunque no textuales:

Él: ¿Por qué conducen?

Nosotras: Porque es nuestro derecho.

Él: ¿A qué grupo pertenecen?

Nosotras: Ninguno, estábamos haciendo una acción individual y no nos conocemos.

Él: ¿Quién les ha incitado a conducir?

Nosotras: Nadie.

Él: ¿Acaso no saben que es ilegal que las mujeres conduzcan?

Nosotras: No, no sabíamos que era ilegal conducir, simplemente que iba contra las costumbres del país.

Él: ¿Quiénes son sus guardianes?

Nosotras: Nahed explicó que estaba divorciada y no tenía ninguno. Le dije que yo he estado separada tres años y me negaba a considerar a mi exmarido mi tutor.

Entonces llegó el jefe adjunto de la policía de Yeda. Él hizo las mismas preguntas. Insistió en que le proporcionara la información de contacto de mi tutor. Me negué.

"En Arabia Saudí las mujeres son reinas. Respetamos a nuestras mujeres, no como en el extranjero", dijo él.

Le contesté que sólo yo soy responsable de mis propias acciones, y me sentí insultada de que un hombre estuviese obligado a actuar en mi nombre. Le dije que tengo 50 años de edad, podría ser una abuela, y que si he cometido un crimen mi tutor no es imputable.

Las autoridades dijeron que para salir tenía que firmar el compromiso de no conducir y que mi exmarido debía hacerse responsable de seguir el procedimiento.

Discutieron conmigo durante casi tres horas. Al final llegó mi marido. Le dije que no quería que firmara nada. Él estuvo de mi parte en ese sentido, y dijo que no era responsable de mí, ni podía controlarme. Las autoridades me dejaron ir aunque pagué una multa. Mi marido se quedó. No sé si él firmó los formularios.

El oficial dijo: "Puedes irte. Llévenla a su coche y que se vaya". Y luego se echó a reír y movió el dedo hacia mí: "Pero deje que su chófer conduzca, ¡no significa que conduzca usted!"

Ninguna mujer resultó herida o encarcelada el 26 de octubre. ¿Animará esto a otras a ponerse al volante la próxima vez?

Espero que sí. Es la razón por la que quiero compartir lo respetuosas que fueron las autoridades (aunque no los informantes). Espero que esto aliente a las mujeres. Firmé la promesa. Por ahora, no voy a volver a conducir en Arabia. Tengo la esperanza de que otras sí lo hagan. Si cada mujer que condujera tuviese que firmar la promesa, ese registro mostraría la determinación de las mujeres saudíes.

¿Hay otro día previsto para conducir en señal de protesta?

El objetivo es normalizar la conducción y alentar a las mujeres a conducir todos los días. El siguiente día de conducción de masas es el 31 de noviembre.

¿Este movimiento entra en la definición del feminismo para las mujeres saudíes? ¿Las mujeres ven el movimiento desde una perspectiva feminista?

Por desgracia, el término feminismo para la mayoría de las mujeres saudíes es negativo, implica el ateísmo/secularismo y el comportamiento antifamilia, antiislámismo. Sin embargo, este movimiento es claramente un movimiento feminista.

¡Una rosa con cualquier otro nombre sigue siendo una rosa!

Algunos dicen que esta lucha no debe ser una prioridad en Arabia Saudí, ya que es sólo un movimiento para ayudar a las mujeres privilegiadas...

No es cierto. Nahed, la mujer que fue detenida conmigo, no es privilegiada. Ha recibido una educación, pero está luchando como una madre soltera y trabajadora, a merced de los conductores y taxis.

Nahed ha estado esperando durante tres meses una visa para que un conductor pueda entrar en el país. Su hijo de 19 años de edad ha estado llevándola a ella y a sus cuatro hermanas a la escuela y al trabajo. Pronto su hijo se irá a estudiar al extranjero.

Nahed condujo por desesperación. Es por mujeres como ella por lo que yo salí en mi coche.

El subjefe de la policía escuchó con simpatía la difícil situación de Nahed, y no le dio réplica alguna; luego se volvió hacia mí y dijo: "Usted, usted tiene un conductor, ¡no tiene excusa!"

Nota: Después de esta entrevista, se informó de que el domingo 3 de noviembre 2013, una mujer kuwaití fue arrestada en Arabia Saudí por conducir. Estaba llevando a su padre enfermo al hospital. La mujer estaba conduciendo en un área cerca de la frontera en Arabia Saudí, con su padre en el asiento del copiloto, cuando fue detenida por la policía. Ciudadanos kuwaitíes y de Arabia cruzan regularmente la frontera y las comunidades que viven a lo largo de la frontera son a menudo una mezcla de gente de ambos países. La mujer se encuentra detenida bajo custodia en espera de una investigación.

Este artículo fue publicado originalmente por Shahla Khan Shalter en The Huffington Post Canadá.