¿Quién ha votado a Donald Trump?

¿Quién ha votado a Donald Trump?

EEUU tiene una población de 300 millones de personas, de las cuales ha ido a votar un poco más del 55%. Un rápido análisis de la población nos da unos datos claros: un 65% se consideran blancos no hispanos, un 13% se consideran de origen hispano, un 12% de origen afrodescendiente y un 4,4% de origen asiático. ¿Quién ha votado a quién en estas elecciones?

Republican Presidential candidate Donald Trump speaks to his supporters at Dorton Arena Monday, Nov. 7, 2016 in Raleigh N.C. It's the final day before Election Day. (Chuck Liddy/Raleigh News & Observer/TNS via Getty Images)Raleigh News & Observer via Getty Images

Estados Unidos tiene una población de 300 millones de personas, de las cuales ha ido a votar un poco más del 55%. Se han inscrito para hacerlo unos 230 millones de estadounidenses. Aproximadamente 47 millones ya habían rellenado sus papeletas antes del día de las elecciones, a través del voto anticipado. Y en total, han participado 128 millones.

Un rápido análisis de la población según su origen nos da unos datos claros: un 65% se consideran blancos no hispanos, un 13% se consideran de origen hispano, un 12% de origen afrodescendiente (negros) y un 4,4% de origen asiático. ¿Quién ha votado a quién en estas últimas elecciones?

Según reflejan los primeros análisis del voto, a Clinton la ha votado preferentemente la población afroamericana, tanto hombres como mujeres, con o sin estudios. También los hispanos han sido sus votantes, hombres y mujeres, con o sin estudios. Siempre por encima en porcentaje de mujeres que de hombres.

Pero estos colectivos no llegan al 25% de la población estadounidense con derecho a voto.

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Entre el grueso de la población estadounidense (blancos no hispanos), que representa el 65% de la población, vemos que el voto ha ido dirigido hacia Trump. Tanto la población sin estudios de grado (el 72% de los hombres y el 62% de las mujeres) como la población con estudios (el 54% de los hombres y el 45% de las mujeres), que parecía que tenía que votar a Clinton.

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Por edades, vemos que la gente más joven ha votado a Clinton, mientras que la gente de más edad a votado a Trump. Los análisis ponen el límite en los 45 años.

Pero este es un perfil que no ha variado. Tradicionalmente, las personas más mayores tienden a votar más a los conservadores (republicanos) que a los no conservadores (demócratas). El límite es muy escaso y no ofrece resultados significativos.

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Respecto a tendencia sexual, no sorprende que el 78% de los que se consideran gais y lesbianas hayan votado a Clinton. Es más sorprendente que no haya diferencias significativas por el nivel de ingresos. La mayor diferencia se da entre los que tiene menos ingresos, y apenas es comparable: un 41% votó a Clinton y un 52%, a Trump. Y es aún menos significativa en los tramos de población con más ingresos.

La variable de la educación también explica el cambio de gobernanza. A más estudios, se vota preferentemente a Clinton, y a menos estudios, a Trump. Aunque con menos estudios la diferencia no es muy alta (un 45% votó a Clinton y un 51% a Trump), con más estudios, a nivel de postgrado, la diferencia es de 21 puntos (el 37% se inclinó por Trump y el 58%, por Clinton).

Si hacemos un análisis bivariable con la educación y la raza, ahí sí que vemos cómo las diferencias aumentan y marcan la pauta de actuación, tanto con pocos estudios como con estudios superiores, según el origen o asignación: hispanos o afrodescendientes con estudios votan a Clinton y blancos no hispanos con pocos estudios votan a Trump, como podemos ver en el gráfico.

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Finamente, otra de las variables explicativas es la residencia habitual. Trump ha conseguido movilizar a la población de pequeñas ciudades y de zonas rurales, donde un 62% le ha votado, con casi 30 puntos de diferencia respecto a Clinton. Mientras que ella solamente ha conseguido un mayor seguimiento en las poblaciones de más de 50.000 habitantes, pero con menos diferencia que Trump en las zonas rurales.

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Como vemos en estos primeros análisis del Washington Post, la realidad social de Estados Unidos hace que, por muy poco, gane un candidato reconocido social y mediáticamente, con transparencia máxima, capaz de reconocer sus miserias a través de un vocabulario vulgar más cercano a la gente de la calle que a posibles mandatarios.

La gente ha votado por la diferencia y el cambio, cansada de tanto formalismo y profesionalidad. Por muy poco, ha ganado un candidato no político, no formal, no políticamente correcto. Pero con éxito laboral, al más puro estilo americano del hombre hecho a sí mismo, capaz de crear empresas y corporaciones en todo el mundo y hacerse mediático con un reality show própio y de éxito, capaz de usar Twitter asiduamente, de casarse tres veces y, con 70 años, tener una mujer eslovena de 46 años y un hijo propio de 10. Todo un nuevo perfil de político y estadista internacional.

Ni en Modern Family habrían sido capaces de crear un modelo similar, ni siquiera en El ala oeste de la Casa Blanca. La realidad supera a la ficción, y los cambios están servidos. Veremos cómo juega sus cartas un presidente de EEUU con un perfil así en un encorsetado sistema de gobernanza como el norteamericano. Como dijo Trump en su discurso, "ningún sueño es demasiado grande".