El experimento de la cárcel de Stanford

El experimento de la cárcel de Stanford

En 1971, el profesor de Psicología Philip Zimbardo reunió a un grupo de jóvenes universitarios que se presentaron voluntarios para interpretar durante dos semanas el papel de presos o de carceleros, con el objetivo de evaluar cómo puede influir en nuestro comportamiento adoptar un rol determinado. El horror que se vivió durante el experimento obligó a suspenderlo a los pocos días.

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Foto: STEPHEN HIRD/REUTERS

En 1971, Philip Zimbardo, profesor de Psicología de la universidad de Stanford, diseñó un controvertido experimento.

Un grupo de jóvenes universitarios se presentaron voluntarios para interpretar durante dos semanas el papel de presos o de carceleros, con el objetivo de evaluar cómo puede influir en nuestro comportamiento adoptar un rol determinado.

Eran los años 70, y la mayoría de ellos, buenos chicos hippies con bonitos ideales, que luchaban contra un sistema que consideraban cruel y que tenía por norma abusar del más débil.

De poder elegir preferían al preso antes que al carcelero. Las figuras de autoridad como policías y vigilantes de prisiones eran diametralmente opuestas a los que ellos defendían.

Zimbardo nunca imaginó que un experimento realizado en el sótano de una prestigiosa universidad, donde los participantes eran jóvenes sanos, tanto a nivel físico como intelectual, tuviera que ser interrumpido a los pocos días para poner freno a la tremenda crueldad con la que algunos de los estudiantes (que adoptaron el papel de carceleros) estaban tratando a sus compañeros.

El héroe es aquel que pudiendo ser cruel decide comportarse de manera bondadosa.

Hay que tener en cuenta que los roles se repartieron lanzando una moneda al aire. Todos sabían que no era real, no eran presos peligrosos, tan solo compañeros, algunos incluso amigos, a los que el azar puso en el papel de presos.

Sobre el experimento en cuestión dijo Zimbardo:

"Si te pones una máscara el tiempo suficiente, pierdes la identidad y te conviertes en la máscara".

Al finalizar de manera precipitada el experimento, se entrevistó a todas las partes:

- Los presos dijeron que a los pocos días ya no recordaban que eran estudiantes que no tenían por qué someterse o sentirse culpables. Tan sólo eran un número, nada quedaba de la persona que días antes se había presta con entusiasmo a lo que parecía un inocente juego de rol.

- Los carceleros se asustaron al ver en lo que se habían convertido. Nunca creyeron que fueran capaces de dar rienda suelta a comportamientos tan sádicos (desnudaron a los presos, les ataron los pies, humillaron, insultaron, cubrieron sus cabezas con bolsas...)

- El mismo Zimbardo, al ver las imágenes, se dio cuenta de que se había convertido en el alcaide, paseando orgullosamente erguido, con las manos entrelazadas a la espalda, con el mismo gesto altivo que tantas veces hemos visto en personajes que se consideran superiores al resto.

Sólo cuando una colega, a la que invitó a ver el experimento para conocer su opinión rompió a llorar horrorizada por lo que se les estaba haciendo a esos jóvenes, Zimbardo se dio cuenta y detuvo el experimento, semanas antes de lo que había programado.

Todo esto ocurrió en tan sólo cinco días, en el sótano de una universidad...

Desde mi punto de vista, el héroe es aquel que pudiendo ser cruel decide comportarse de manera bondadosa.