La 'posverdad'

La 'posverdad'

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O lo que es lo mismo, cuando la verdad no importa.

La "posverdad" hace referencia a aquellas ocasiones en las que se crea opinión sin tener en cuenta los hechos objetivos y basándonos sobre todo en las emociones. Es decir, aquello que las personas sienten ante un estímulo, sus emociones en relación a una idea, sus sensaciones subjetivas, priman a la hora de tomar una decisión y, para ellos, estas emociones son más importantes que la verdad en sí misma.

Uno de los objetivos que tenemos en consulta los psicólogos es enseñar a diferenciar entre lo que ocurre y lo que uno siente acerca de lo que ocurre. Por ejemplo, puedo sentirme solo y no estarlo.

Las personas tenemos emociones agradables o desagradables en función de lo que pensamos sobre determinadas personas o sucesos. Esto ha pasado siempre, pero hoy, con el alcance de las redes sociales, ha cogido un poder mucho mayor.

"Si vacunas a tu hijo le puedes causar autismo", es una afirmación que corre como la pólvora en redes sociales.

Sin embargo, ¿que hay detrás de que tantas personas puedan llegar a creer esto?

Desde luego no hay ciencia, ni expertos. Por cada experto que encontremos defendiendo esta afirmación, encontramos a mil o quizás a un millón defendiendo lo contrario.

Para crear una "posverdad" sólo hace falta que la "noticia" genere un estado de ánimo parecido al que nos produce el personaje o suceso.

En este caso las personas que defienden esta afirmación piensan que las farmacéuticas y los estados no son de fiar y posiblemente tienen algo de razón, pero eso no es suficiente para afirmar que mi pediatra o farmacéutica (los expertos) pretenden envenenar a mi hija María.

Estos meses hemos visto que parece que no importa hablar mal de todo el mundo, ya sea un niño fallecido al que le gustaban los toros, de una bloguera que se interesa por la caza, de un político si no es de tu partido, o de un joven si consideras que sus padres no tienen unos valores con los que te identificas.

O aprendemos a identificar nuestras emociones para diferenciar entre lo que es y lo que siento, o esto al final se va poner muy feo.

Cuando un niño enferma o fallece, cuando alguien se quita la vida o se la roban, cuando algo malo sucede y hay quien se aprovecha de ello sin tener en cuenta que detrás de cada persona hay un padre, una madre, unos abuelos, hijos, parejas, amigos, es que algo falla.

Cuando además no hay noticia, cuando el titular no lo sostienen los hechos, sino que lo hace la rabia, la ira, el odio o el desprecio entonces es que además de fallar algo carecemos de inteligencia emocional. Cuando en una sociedad esto ocurre puede pasar cualquier cosa.

Cuando lo que importa es cómo me cae alguien, o dónde ha nacido o qué religión procesa o por quién se siente atraído, entonces todos estamos en peligro: por catalán o maricón o moro o rico o pobre. Qué más da, seas como seas o de dónde seas, tristemente siempre habrá alguien a quien "le moleste".

Los sucesos más despreciables no se basan en lo que es cierto, se basan en lo que me provoca e incluso en lo que algunos quieren que me provoque.

O aprendemos a identificar nuestras emociones para diferenciar entre lo que es y lo que siento, o esto al final se va poner muy feo.

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