Detrás del violonchelo

Detrás del violonchelo

Vivimos en una sociedad tan calculadora que la gente tiende a clasificar a las personas en cajas que luego organizan en su estantería mental. La gente piensa que soy violonchelista porque pueden ver mis actuaciones y medirme como músico. Creo que mi vida como músico es solo la punta de un iceberg. Solo es la parte audible de mi existencia. Bajo el agua está la vida que llevo, los pensamientos que tengo y las emociones que siento.

Los comentarios de Yo-Yo Ma están adaptados de la charla que tuvo con el WorldPost

En nuestra civilización global e interdependiente, hay muchas cosas que no funcionan bien. Cuando viajo por el país y por el mundo para tocar, noto en muchas de las conversaciones una sensación creciente de que la Ilustración -que posicionó las leyes de la razón por encima de las emociones y los sentimientos- ya parece un poco chirriante, limitada e incluso contraproducente.

El neurobiólogo Antonio Demasio ha escrito sobre el error de Descartes del "pienso, luego existo". Demasio argumenta, basándose empíricamente en la neurología, que los sentimientos y las emociones expresadas mediante el arte y la música tienen un papel central en el razonamiento cognitivo de alto nivel.

Los avances en neurobiología dejan claro que los humanos tenemos vías neurales dobles, una para el pensamiento crítico y otra para el pensamiento empático. Solo una de las vías puede estar activada, así que cuando una funciona, la otra se desactiva; pero también somos conscientes de que un juicio sabio y razonable resulta de combinar el pensamiento crítico y el empático, de emplear las emociones y al mismo tiempo la razón. Aunque esto no se puede hacer a la vez, ahora sabemos que ocurre por medio de un proceso de bucle cerrado con diferentes fases de retroalimentación.

Estos descubrimientos sugieren que es posible una nueva forma de pensar, una nueva conciencia (quizás una nueva Ilustración) que une las artes y las ciencias.

Esta nueva conciencia por la que intencionadamente se pretende fortalecer los ciclos de retroalimentación de nuestras vías neurales podría proporcionar una nueva energía para la creatividad en nuestra civilización agotada.

Esta conciencia integradora es especialmente importante en la actualidad, pues nuestro avanzado mundo científico y tecnológico se divide en miles de compartimentos, especialidades y disciplinas; además, la interdependencia de la globalización va creando más vínculos con otras culturas, con las que el entendimiento empático es imprescindible.

Ponerse en la piel del otro sin prejuzgarlo es una capacidad fundamental. Empatía es llegar a comprender algo profundamente mediante las artes y la literatura, y poder así crear conexiones inesperadas. La empatía te acerca a aspectos de la vida que se quedarían muy alejados si no fuera por ella. La empatía es la cualidad definitiva que reconoce nuestra identidad como miembros de una única familia humana. Algunos visionarios como Elon Musk hablan de Internet y del alcance planetario de los medios de comunicación como un "circuito de pensamiento global". Tenemos que asegurarnos de que este circuito de conexión actúe sobre la comunicación y no solo sobre la información, fomentando por igual el pensamiento crítico y el empático.

CIENCIA, TECNOLOGÍA... Y ARTES

Puesto que la economía mundial es sumamente hipercompetitiva, actualmente el foco de la educación en las escuelas desde Oriente hasta Occidente se centra en las ciencias y en la tecnología. Es cierto que estas materias son muy importantes, pero se quedan cortas. Tenemos que poner más énfasis en el razonamiento empático de las artes, que deben entrar en la lista.

Los valores que integran las artes -colaboración, pensamiento flexible e imaginación disciplinada- permiten desarrollar la capacidad de innovación. Un pianista con virtudes para la lectura y la improvisación musical está abierto a escuchar lo que le rodea, sabiendo que, para alcanzar la excelencia, necesita filtrar la imaginación a través de la disciplina del conocimiento. Cuando toca, el público sabe de forma instantánea si ha logrado el equilibrio perfecto y si funciona o no.

En mi opinión, la manera más eficaz de enseñar los valores de colaboración, flexibilidad, imaginación e innovación (todos ellos necesarios en el mundo actual) es a través de las artes escénicas. Si tenéis estas herramientas, os podréis manejar bien en cualquier campo, desde la ingeniería de software hasta la biociencia.

La empatía es otra de las herramientas clave. La empatía y la imaginación -la creación artificial de realidades diferentes- están relacionadas. La empatía es la capacidad de imaginar por lo que alguien está pasando; lo que están pensando, sintiendo y percibiendo. Esto no solo te proporcionará un panorama de lo que son (que cambiará a medida que vayas conociendo a las personas), sino que también te mostrará cuáles son tus alternativas posibles.

El pensamiento empático es algo que se echa en falta -y de forma muy acusada- en la educación de hoy en día, que simplemente está orientada hacia las ciencias y la tecnología. Todo el mundo quiere innovación, inspirándose en el espíritu innovador del discurso de JFK sobre la llegada a la luna. Pero no podrás vislumbrar la cima sin echar un vistazo al resto de la montaña.

Las artes nos enseñan que hay algo que nos interconecta y que es superior a nosotros. En cualquier caso, es cuestión de equilibrio, de concentrar el ego en el punto adecuado de la balanza entre el individuo y la comunidad. Todos tratamos los mismos asuntos con diferentes nombres. Las artes, en colaboración con la ciencia y la tecnología, nos ayudarán a resolver el problema de la educación. Los niños considerarán la escuela como una pasión y un privilegio, y no como un requisito o una obligación.

TODO ES CUESTIÓN DE EQUILIBRIO

Encontrar el significado y vivir -todo lo que hacemos como humanos en sociedad- ocurre en ese espacio cerebral entre la vida y la muerte. En nuestras sociedades industriales actualmente existe una gran controversia sobre lo que es la vida, sobre cuándo empieza y sobre cómo afrontamos la agonía de la muerte, en lo que intentamos evitar pensar. Por tanto, gastamos una cantidad increíble de dinero en cuidados médicos en nuestros últimos años de vida. Las artes nos ayudan a sobrellevar estas cuestiones abordando, y no evitando, las profundas emociones de las pérdidas cercanas que afectan continuamente a la historia de la vida humana, a su condición y sus límites. Solo entonces podremos recuperar nuestro equilibrio espiritual y encontrar el significado de las cosas, en lugar de intentar manejar técnicamente todos los aspectos de nuestro ser, de la cuna a la tumba.

EXTREMOS NECESARIOS

El equilibrio es lo que todas las formas de vida buscan para sobrevivir. La evolución es el equilibrio entre la estabilidad y los cambios necesarios para sobrellevar los nuevos retos del medio ambiente.

En este universo, solo podemos sobrevivir en un espectro de condiciones muy limitado -oxígeno, hidrógeno, luz, acidez, temperatura-. En ese espectro limitado, la mayoría de lo que existe se concentra en un punto intermedio. No obstante, como nos demuestra la ecología, también hay "extremos necesarios". El "efecto de borde" en la ecología sucede en la frontera en la que dos ecosistemas (por ejemplo la sabana y el bosque) se unen. En esa interfaz, donde se encuentra la menor densidad y la mayor diversidad de las formas de vida, los seres vivos pueden pasar fácilmente de un ecosistema a otro. Y es ahí donde emergen las nuevas formas de vida.

En nuestra especie avanzada, también tenemos esos "extremos necesarios". Las ciencias exactas investigan la vida fuera de ese espectro, buscando los orígenes del universo o los secretos del genoma. La gente del mundo artístico está investigando el otro extremo del espectro. Sin los "extremos necesarios" que interactúan con un medio cambiante y encuentran una respuesta innovadora, el punto intermedio no tendría futuro. Los de los extremos son, en efecto, los exploradores que dicen "aquí hay una cascada, esto es una cornisa, es muy peligroso. ¡Quieto! No vayas por ahí, ve por ahí". Se llega al equilibrio cuando la información de los extremos también está disponible en el núcleo. La vida solo prosperará cuando se abran estos meridianos o estas vías que conectan los extremos con el centro. Solo cuando la ciencia y las artes, el razonamiento crítico y el empático se unan con el núcleo, podremos encontrar un equilibrio sostenible en la sociedad.

El peligro ocurre cuando el centro ignora a los extremos o los extremos ignoran al centro, arte por amor al arte o ciencia sin una perspectiva humanista y social. Entonces, nos enfrentamos a un cataclismo sin saberlo.

LA GLOBALIZACIÓN CREA CULTURA

Mis excursiones musicales han consolidado este punto de vista. Lo que he descubierto es que las interacciones ocasionadas por la globalización no se limitan a destruir cultura: pueden crear una nueva y fortalecer y difundir tradiciones que han existido durante siglos, precisamente debido al "efecto de borde". A veces, lo más interesante sucede en el extremo. Las intersecciones pueden revelar conexiones inesperadas. La cultura es un tejido compuesto por dones de todos los extremos del mundo. Una manera de descubrir el mundo es cavando en sus tradiciones. A menudo uso este ejemplo: Las Suites para violonchelo de Bach están en el repertorio de cualquier violonchelista. En el centro de cada suite hay un movimiento musical llamado zarabanda. La zarabanda es una danza musical lenta y sensual originaria de los bereberes norteafricanos. Más adelante apareció en España, donde se prohibió porque se consideraba obscena y lasciva. Los españoles la llevaron a América, pero también viajó a Francia, donde se introdujo en la corte. En torno a 1720, Bach incorporó la zarabanda como un movimiento en sus Suites para violonchelo.

Hoy en día, yo, un músico americano nacido en París y con ascendencia china, interpreto obras de Bach. Entonces, ¿a quién pertenece la zarabanda? Cada cultura ha adoptado la música y le ha dado un significado específico, pero todas las culturas deben ser copropietarias: las zarabandas nos pertenecen a todos.

En 1998, fundé The Silk Road Project para estudiar el flujo de ideas producido entre las culturas del Mediterráneo y del Pacífico a lo largo de miles de años. Cuando actúa el Silk Road Ensemble, tratamos de reunir muchas partes del mundo en un mismo escenario. Sus miembros son un grupo de virtuosos, maestros de las tradiciones vivientes, ya sean europeas, árabes, azeríes, armenias, persas, rusas, centroasiáticas, indias, mongoles, chinas, coreanas o japonesas. Todos comparten de forma generosa su conocimento, son curiosos y ansían aprender otras formas de expresión.

En los últimos años, hemos descubierto que cada tradición es el resultado de una invención exitosa. Una de las mejores formas de asegurar la supervivencia de las tradiciones es mediante la evolución orgánica, usando todas las herramientas disponibles en nuestra vida, desde Youtube a un auditorio.

SOMOS MÁS DE LO QUE PODEMOS MEDIR

Vivimos en una sociedad tan calculadora que la gente tiende a clasificar a las personas en cajas que luego organizan en su estantería mental. La gente piensa que soy violonchelista porque pueden ver mis actuaciones y medirme como músico. Creo que mi vida como músico es solo la punta de un iceberg. Solo es la parte audible de mi existencia. Bajo el agua está la vida que llevo, los pensamientos que tengo y las emociones que siento.

Tenemos un problema si pensamos que en el universo solo existe la materia que podemos ver y medir, y no la antimateria, que es la contraparte que lo mantiene todo unido.

Miguel Ángel dijo una vez que él "liberaba" a la estatua del bloque de mármol. De la misma manera, mi música emerge de la vida que me rodea y del mundo que todos compartimos. Una cosa es condición para la otra.

Traducción de Marina Velasco Serrano