Aung San Suu Kyi zanja su cuenta pendiente con el Nobel

Aung San Suu Kyi zanja su cuenta pendiente con el Nobel

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Han tenido que pasar más de 21 años para que la premio Nobel de la Paz de origen birmana, Aung San Suu Kyi pueda al fin pronunicar su discurso en Oslo, será el próximo sábado. Llega a Europa en su primera gira mundial tras 24 años de lucha pacífica para democratizar su país, gobernado durante más de cinco décadas por una férrea dictadura militar.

A sólo tres días de cumplir, 67 años, la gira de la Premio Nobel de la Paz arranca en Suiza. Luego viajará a Noruega, Irlanda y Reino Unido. Finalizará en Francia donde se reunirá con el presidente francés François Hollande.

El viaje de Suu Kyi ha sido posible gracias al proceso de reformas democráticas que está llevando a cabo el país, desde que la última junta militar se disolvió y traspasó el poder a un gobierno civil el 30 de marzo de 2011.

"Este es sin duda uno de los momentos más destacados de la historia de los Nobel", se apresuro a decir el actual presidente del comité noruego, Thorbjoern Jagland a diferentes agencias de comunicación. "Durante estos 21 años, esta luchadora ha demostrado que haberle entregado el premio está más que justificado, Suu Kyi es un ejemplo moral para el mundo. A pesar de haber pasado la mayor parte de su vida recluida en la cárcel y en su domicilio, su voz no ha dejado de oírse".

El 14 de octubre 1991, el comité del Nobel decidió otorgar el Premio Nobel de la Paz a Aung San Suu Kyi, por su lucha pacífica a favor de la democracia y los derechos humanos en su país. La birmana, antigua estudiante de la Universidad de Oxford, no pudo ir a recogerlo ya que en 1989 fue sometida a arresto domiciliario en Rangún, ciudad en la que reside, por la junta militar birmana. Las autoridades alegaron que la pacifista no sólo alentaba a los birmanos a la sublevación contra el gobierno sino que además asumía la dirección de la Liga Nacional para la Democracia (LND), un partido que la junta birmana tachada de ilegal.

A pesar de estos hechos, las fuertes presiones internacionales y de los propios seguidores de La Dama, como la denominan sus partidarios, pudo acceder a las elecciones de 1990. El resultado fue una mayoría aplastante, pero las autoridades militares se negaron a tener en cuenta estos datos y su partido no pudo formar un gobierno civil. A partir de ahí, el drama birmano no volvería a caer en el olvido, ya que sería recompensado por el Premio Thorolf Rafto de defensa de los derechos humanos y el Premio Sájarov de libertad de pensamiento, entre otros.