Regreso a casa tras la marcha negra

Regreso a casa tras la marcha negra

En la fotografía que ilustra este artículo aparecen Diego González, minero de 34 años y Jara Fernández, dietista de 31, junto a sus hijos Nerea, de 12 años; Izan, de 8 y Sofía, de 8 meses. Ilustra el momento en el que Diego llegó a casa después de 20 largos días de caminata hasta Madrid para protestar contra la reducción del 63% en las ayudas al carbón, aventura que fue contando su mujer a través de su blog en el Huffington Post.

Los vecinos de las poblaciones mineras se han volcado en apoyar la lucha de este colectivo: de su éxito depende la supervivencia de pueblos enteros. Es por esto que los vecinos quisieron preparar un recibimiento especial al minero con la pancarta que se ve en la imagen. Sin embargo, superada la resaca de las movilizaciones en la capital, las familias mineras siguen sin ninguna solución de futuro. El apoyo recibido durante la marcha no da de comer.

La familia González-Fernández constituye un perfecto ejemplo de la incertidumbre a la que se enfrentan muchas familias mineras. "No me planteo ninguna otra salida que no sea seguir luchando", dice este minero residente en La Felguera, Asturias. Tanto él como su mujer dependen directa o indirectamente de las ayudas a la minería para alimentar a sus tres hijos. Por ahora no contemplan abandonar el pueblo, le ven futuro a la minería.

DE SOLDADOR A MINERO

El caso de Diego González tiene sus particularidades. A diferencia de otros, la mina no fue su primer trabajo. Hasta 2009 trabajó de soldador. La crisis inmobiliaria acabó con la empresa en la que trabajaba y decidió solicitar una plaza para trabajar en el Pozo María Luisa. Había 3600 solicitudes para 150 vacantes. Después de un duro proceso de selección, consiguió el trabajo.

¿No veías en ese momento que la minería tenía un futuro muy incierto? "¡Al contrario!", comenta el minero en conversación telefónica. "Por aquel entonces, la minería era uno de los trabajos más seguros económicamente. Era como trabajar para una empresa pública, no éramos funcionarios pero casi".

Su mujer, Jara, es autónoma. Trabaja de dietista. Aunque su sueldo no proviene de las subvenciones al carbón, el éxito de su trabajo depende de los mineros y sus familias, que son quienes recurren a sus servicios. "Si esto no se soluciona, ella también se quedará sin trabajo porque mucha gente se marchará de la zona", comenta su marido.

Los hijos, que en la imagen aparecen con camisetas de apoyo a su padre, también se verán condicionados por el draconiano recorte en las ayudas. Nerea quiere ser fisioterapeuta y a Izan le gustaría ser bombero, carpintero o minero. Sin embargo, las becas dirigidas a los hijos de mineros y a los jóvenes de estos municipios para que se desliguen del sector se han visto reducidas de 56 a 2 millones de euros en 2012. "Si a mí no me sale nada y esto no se arregla, probablemente Nerea tampoco podrá estudiar", se lamenta González, "y mira que saca buenas notas", añade con un punto de orgullo.

La familia, que vivía con unos 3.000 euros al mes antes de que empezara la huelga, hace lo que puede para aguantar con la mitad, después de casi dos meses de huelga en los que no ha entrado ningún sueldo por parte de Diego. "Encima ahora nos suben el IVA, imagínate…", se queja González.

La manifestación minera coincidió con el anuncio de Rajoy del aumento del IVA del 18 al 21%, entre otros recortes. La sociedad se vio identificada con la reivindicación minera, que ejerció de catalizador del descontento ciudadano y sacó a la gente en masa a la calle. Por desgracia, no solo en las cuencas mineras existen casos como el de Diego. En un país con más de cinco millones de parados, ya hay un millón y medio de familias en las que ningún miembro trabaja.

SIGUEN LA HUELGA Y LAS PROTESTAS

Tanto Diego González como Juan Carlos Liébana (responsable de minería de CCOO) confirman que, por ahora, la huelga ininterrumpida sigue, así como los encierros en minas y diputaciones. En las próximas semanas se tomarán decisiones acerca de la línea que van a tomar las protestas a partir de ahora, una vez constatado que el Ministerio de Industria ha ignorado la marcha negra y el apoyo recibido en Madrid.

Independientemente de si se debe seguir subvencionando al sector del carbón o no en el futuro, los mineros y habitantes de estos municipios solo piden que se cumpla, como mínimo, lo firmado en el Plan del Carbón 2006-2012. También exigen que se cumplan los planes de reindustrialización pactados. Según el Sindicato de Obreros Mineros, a día de hoy hay 1.063 millones de euros de la reactivación pendientes de ser invertidos.

En los próximos meses se verá si ambas partes llegan a un acuerdo. Los municipios mineros, después de 150 años y varias generaciones trabajando en las minas, dicen tener fuerzas para seguir luchando. Los hijos de Diego le apoyan en su protesta, incluso acudieron a Madrid a la manifestación: "Me están apoyando mucho y estoy muy orgulloso de ellos". Al fin y al cabo, el futuro de sus pequeños depende del porvenir de la minería.