Diada 2012: El independentismo saca músculo en el día de Cataluña

Diada 2012: El independentismo saca músculo en el día de Cataluña

Marta Pérez / EFE

Sólo había transcurrido año y medio de la muerte del dictador, pero aquel soleado domingo 11 de septiembre de 1977 los catalanes se echaron masivamente a la calle al grito unitario de "Llibertat, Amnistia, Estatut d’Autonomía". Hoy, 35 años después, se espera otro colapso en las calles de las principales ciudades de Cataluña, con las mismas senyeras ondeando, pero con el grito de "independència" más presente.

"La Diada 2012 ha galvanizado un estado de ánimo latente desde hace tiempo en la sociedad catalana, pero la crisis económica, el clima político y el sentimiento identitario lo han hecho estallar". Enric Juliana, adjunto a la dirección de La Vanguardia, está convencido de que en esta ocasión la fiesta de Cataluña encierra un espíritu más independentista que en años anteriores, tal y como vaticinan los convocantes y partidos políticos. Aunque se mantienen los actos oficiales de las ofrendas florales a los monumentos de Rafael Casanova y Josep Moragues, la atención se traslada a la manifestación que por la tarde recorrerá el Passeig de Gràcia bajo el lema unitario de "Catalunya, nuevo Estado de Europa". Organizada por la Assemblea Nacional Catalana (ANC), se prevé que la marcha rompa con las cifras de asistencia anteriores, en las que unos pocos de miles de independentistas rendían tributo a los caídos en la Fossar de les Moreres. Por de pronto, se han fletado mil autobuses desde distintos puntos de Cataluña, se ha modificado el recorrido tradicional, las ventas de senyeras y esteladas (la bandera independentista) se han disparado y la marcha ha centrado el debate político de las últimas semanas.

"No todos los que acudan serán independentistas, pero el lema y su pretensión no deja lugar a equívocos", afirma el periodista y filósofo Josep Ramoneda. "La trascendencia de esta manifestación puede tener una repercusión política inmediata. Si tiene éxito, y es tan multitudinaria como se pronostica, no tardará mucho tiempo en producirse un adelanto de las elecciones autonómicas", aventura Juliana. En esa cita electoral se podría dar una mayoría parlamentaria más soberanista, según pronostica el último sondeo del Centro de Estudios de Opinión de la Generalitat, en el que, por primera vez, se registra una mayoría de catalanes (51,1%) que votaría a favor de la independencia.

"En Cataluña, durante los últimos tiempos, se ha disparado el cabreo por el encono que hay hacia nosotros, expresado por la clase política, por los medios de comunicación, e incluso visible en tertulias deportivas y eso, provoca una irritación que puede canalizarse con la manifestación de esta tarde", afirma Juliana. Para el responsable de la delegación madrileña de La Vanguardia, la situación es similar "a la de una comunidad de vecinos, donde uno de ellos, que lleva al día sus pagos, propone un día cambiar el ascensor y el resto no sólo desaprueba su petición, sino que le dejan de saludar e incluso le insultan cuando pasa por el rellano".

UNA GENERACIÓN SIN EL CORSÉ DE LA TRANSICIÓN

Tanto para Ramoneda como para Juliana, el resurgir del independentismo catalán enraiza en la gestión del Estatut, la crisis económica y el cambio generacional de la clase política y del movimiento social. "En los últimos treinta años se ha vivido un enorme cambio en la sociedad catalana, con una generación formada en escuelas en catalán, que creció con el concepto de Cataluña como nación y que no arrastra ningún fantasma ni corsé de la Transición, como el miedo al Ejército o la solidaridad forzada con el resto de demócratas de otras partes del Estado", apunta Ramoneda, quien dirigió durante 22 años el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona.

Remontándose a esos comienzos de la democracia, Enric Juliana señala que el modelo territorial propuesto en la Constitución "finalmente no ha funcionado". "El sistema se ha viciado por la permanente emulación de lo que pedía y quería el vecino. En realidad, el artículo 2 de la Constitución, que distingue entre nacionalidades y regiones, se guardó en un cajón y ahí sigue", señala el periodista. Un diagnóstico que comparte Ramoneda, para quien los treinta años de autonomismo "no han servido para resolver la cuestión por la que se diseñó, es decir, la integración de Cataluña y País Vasco en el conjunto del Estado español".

ESPAÑA, ¿LASTRE PARA LA ECONOMÍA CATALANA?

Precisamente para tratar de enmendar esa situación, en 2005 se inició la reforma del Estatut de Cataluña, "cuyo proceso y fracaso han sido la espoleta que ha provocado el gran salto del independentismo", en opinión de Ramoneda. "La gestión de esa reforma política ha sido un auténtico desastre. Aunque no nació con el entusiasmo ciudadano, la tangana que montaron los partidos políticos, las tensiones territoriales y sociales y el esperpéntico papel que jugó el Tribunal Constitucional, revocando una ley aprobada en referéndum, terminó por encender los ánimos entre los catalanes", sostiene Juliana, quien recuerda la multitudinaria manifestación en protesta por esa sentencia que recorrió las calles de Barcelona el 10 de julio de 2010.

Por último, tanto Josep Ramoneda como Enric Juliana ponen el foco en la difícil coyuntura económica por la que atraviesan España y Cataluña. "Hasta hace cinco años, todos aplaudían un modelo estructural que con la crisis se ha venido abajo. Siguiendo el patrón de igualación, el Gobierno central transfirió las competencias de política social (educación, sanidad y servicios sociales) a las comunidades, pero no les otorgó la capacidad recaudatoria suficiente para sostenerlas. En este momento, donde los ingresos han disminuido entorno al 30%, se pretende responsabilizarlas de todos los males del despilfarro y el déficit a las autonomías. Y eso, en el caso catalán, se entiende como un intento de laminar el autogobierno, de ahí la reacción de defensa identitaria", opina Juliana. En este contexto se enmarcan los dos movimientos que en los últimos meses ha hecho la Generalitat: el desarrollo de un nuevo pacto fiscal -similar al concierto vasco- y la petición de 5.023 millones de euros al Fondo de Liquidez Autonómico. Para Ramoneda, "éste es el último salto cualitativo del independentismo, que ha colocado su mensaje de que España es perjudicial para el desarrollo de Cataluña y que fuera de este Estado, las cosas irán mejor".

"SENTIMIENTO DIFUSO DE INDEPENDENTISMO"

Una vez hecho el diagnóstico, ¿qué puede deparar el futuro próximo? "Estamos ante un movimiento fuerte", advierte Ramoneda, "y, por tanto, quien crea que esto se calmará tras el estallido de la Diada está manejando una visión un poco antigua de la situación". Para este analista, todo dependerá "de la transformación política que tome la movilización social". Para Juliana, la clave está en la posición que adopte Convergencia i Unió, la formación que gobierna y tiene más opciones de seguir haciéndolo tras las próximas elecciones. "En Cataluña hay un sentimiento difuso de independentismo, pero no existe un gran partido independentista, porque a ERC se le pasó su tiempo. Es CiU quien trata de hacerse con ese espacio, sin perder contacto con los sectores menos soberanistas".

En esa pretensión se enmarcan las declaraciones de ayer de Artur Mas, para quien "nunca Catalunya había estado tan cerca como ahora de ver satisfecha su aspiración y anhelo de plenitud nacional". Para Ramoneda, el president de la Generalitat, "se encuentra en una situación muy complicada, con una fuerte presión en la calle, que desde su formación se ha alimentado, un escrutinio permanente de los mercados e inversores y un rescate del Gobierno central que aumenta el control sobre el Govern". Lo que no tiene todavía claro Ramoneda es si esta situación se convertirá en un "callejón sin salida" o, por el contrario, el independentismo puede convertirse en el "único proyecto ilusionante de futuro, positivo y desvergonzado".