Escuelas 'con armarios', niños en la cuerda floja

Escuelas 'con armarios', niños en la cuerda floja

“Me tragué un montón de pastillas. Quería matarme, pero no lo conseguí, afortunadamente. Pero sufría mucho y no quería ni salir de casa. Pasé por todos los institutos de Guadix (Granada) y todas las clases; el acoso era brutal porque nunca oculté que soy gay. Una vez, me bajaron el pantalón en el aula y me tiraban bolígrafos, tizas…Algún profesor me apoyó, pero en general no querían problemas y cuando algún compañero me agredía con violencia, y se le castigaba, los padres echaban en cara que por qué tenían sus hijos que estar conmigo”. Estremece el testimonio de Rubén, un joven de 21 años que, finalmente, tuvo que esperar a ser mayor de edad para continuar con el Bachillerato.

Rubén fue uno de los miles de niños y adolescentes que sufren homofobia en los centros educativos españoles. Hasta un 43% de los homosexuales y bisexuales reconoce que se ha planteado el suicidio durante su etapa de escolarización, un 35% llegó a planificarlo y un escalofriante 17%, como Rubén, lo puso en práctica. Así lo refleja un estudio sociológico presentado esta semana por la Federación Estatal de Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales (FELGTB), empeñada este curso en “sacar del armario de las aulas” a escolares que, lejos de estar integrados, siguen pasando por un suplicio.

Y es que insultos, vejaciones, burlas, agresiones físicas y aislamiento forman parte del día a día, durante años, del acoso que padece hasta un 60% de los homosexuales entre los 12 y los 25 años. Para la FELGTB “es un disparate” que, con este desolador panorama, se haya sacado de la asignatura de Educación para la Ciudadanía cualquier referencia a la diversidad sexual, que queda al arbitrio de un profesorado que no siempre es consciente de esta realidad, carece de formación o prefiere evitar problemas con algunos padres intolerantes, que creen que sus niños se van a “amariconar”.

“Menos mal que en el preámbulo de la Ley Orgánica de la Educación (LOE) se habla de respeto a la diversidad de todo tipo, incluida la sexual. Por ahí, podemos seguir trabajando en las escuelas, aunque no es suficiente. Avanzamos muy poco a poco para el drama social que supone esta violencia”, señala a Escuela Uge Sangil, coordinadora de Educación en esta Federación.

ESTUDIO SOBRE SUICIDIOS

Las conclusiones del estudio, realizado con 653 cuestionarios llegados desde 129 municipios españoles, no pueden ser más claras. El índice de suicidas detectado entre jóvenes homosexuales españoles triplica al del resto de adolescentes. La mayor parte del acoso lo sufren en la Educación Secundaria Obligatoria (ESO), pero también hay un 23% que ya siente el rechazo desde Primaria, los 10 años o incluso antes.

Aunque son los compañeros varones quienes más daño hacen, un 11% fue víctima de sus propios profesores. “Hoy es una de las causas más importantes de suicidio en esas edades y, sin embargo, impera la ley del silencio. Son muy pocos los centros educativos que se toman interés y, por ello, los chavales gays lo ocultan”, reconoce Jesús Generelo, coordinador del estudio.

Bien lo sabe Rubén, que como tantos otros sólo encontró paz cuando se matriculó en una escuela de adultos, ya con 18 años. Ahora, como miembro del colectivo COLEGAS, intenta que los institutos en los que estudió realicen talleres o charlas sobre diversidad sexual, que tengan materiales para que otros niños no pasen por el mismo martirio. “Pero no quieren ni hablar de ello. Ni siquiera quieren tener un cuento que hable de los diferentes tipos de sexualidad que existen. Me niegan que haya problemas, pero luego hay alumnos suyos que me llaman en busca de ayuda”, comenta.

Como reflejan las estadísticas, no se trata de excepciones. Un 10% de la población general es homosexual, bisexual o transexual, y algunos lo saben desde muy pronto.

HOMOFOBIA DESDE LA INFANCIA

Miguel, de 17 años, empezó a pasarlo mal con sólo ocho años en un colegio público del municipio de Arona, en Tenerife: “Ya entonces se notaba que no era como los otros niños y se metían conmigo. Nadie quería ser mi amigo. Cuando mi madre se quejaba a los profesores porque llegaba con golpes, le decían que era cosas de chiquillos”.

En una ocasión, a Miguel le ataron de pies y manos con cinta adhesiva en el aula y le hicieron caminar arrojándole objetos, hasta que una zancadilla le tiró al suelo. Se rompió el omóplato y se abrió la rodilla. “El profesor les contó a mis padres que me caí jugando, que me hacía la víctima. Todas las mañanas lloraba porque no quería ir al colegio”, recuerda.

A los 12 años, huyendo de ese acoso, se matriculó en el Seminario en La Laguna, pero sólo aguantó un año. “Allí los curas dijeron que era un enfermo, así que me lo comencé a creer, me miraba al espejo y me decía que no era normal, que tenía que curarme”.

Finalmente se matriculó en el Instituto Cabo Blanco, en su municipio, uno de los dos en España (y los dos en Tenerife) que participan en un proyecto europeo denominado “Escuelas sin armarios”. En este centro se organiza la Semana de la Diversidad Sexual y varios docentes pelean por cambiar el panorama. “Hoy”, asegura Miguel, “mis compañeros me respetan. Incluso he hecho una obra de teatro contando mi experiencia y soy drag queen. El instituto ha cambiado mucho desde que se habla de este tema, poco a poco otros compañeros gays se dan a conocer”.

Pero Miguel tuvo suerte, y una fortaleza que no viene de serie. Esa fortuna llegó al Instituto Cabo Blanco de la mano del profesor Luis García Sánchez, del colectivo LGTB canario Algarabía, que quiso dar un giro a la homofobia en este centro, con apoyo de la dirección y del AMPA. Otros boletos con premio.

García Sánchez empezó organizando charlas con testimonios, teatro, proyección de documentales, incluso llevó una exposición itinerante que tiene la Consejería de Educación canaria.

PROYECTO EUROPEO SOBRE DIVERSIDAD SEXUAL

El curso pasado puso en marcha el mencionado proyecto europeo, promovido por el Instituto Danés de Derechos Humanos, en el que participan nueve países del continente. En el Cabo Blanco comenzaron a integrar en su currículo materiales educativos que trabajan sobre diferentes formas de sexualidad, sobre todo las marcadas por deformantes estereotipos sociales.

“Hicimos una encuesta al inicio del proyecto y ahora se evaluarán los resultados, pero ya se notan las diferencias”, asegura el docente. “Aunque sigue habiendo personas que no aceptan esta realidad, ha aumentado el respeto. Tenemos un transexual y se le llama con su nombre masculino, pese a que el oficial es femenino. Tampoco se asume el insulto homofóbico”.

Y es que la transexualidad, con ser menos frecuente, es harina del mismo costal, pero más difícil de moler. Ahí no cabe esconderse. En la organización No te Prives, de Murcia, asesoran a varias familias de escolares transexuales que pelean para que sus hijos sean tratados como lo que son en las aulas. Entre ellos, una niña de 10 años (nacida como niño) y un adolescente (nacido como niña) escolarizado en Yecla. Ambos han tenido problemas para encontrar un centro en el que se asumiera el cambio de nombre. “Feto mal parido” forma parte del rosario de insultos que ha estado recibiendo el alumno de Yecla en los recreos, como recuerda Pilar Blasco, de esta ONG. “La falta de protocolos en estos casos, aunque los padres adjunten certificados de psicólogos y médicos, hace que todo dependa de los profesores que les toquen", concluye.

 

Una actividad sobre diversidad sexual en el Instituto Cabo Blanco de Tenerife/ ESCUELA.

SOLEDAD ANTE EL ACOSO

En general, la variedad de agresiones toca todos los palos. El nuevo estudio de la FELGTB refleja que el 71% de los encuestados fue vejado verbalmente con insultos, al 64% le hicieron burla, un 36% sufrió agresiones física leves y el 5% recibió alguna paliza. La mayoría de estos hechos ocurrieron cuando tenían entre los 14 y los 16 años, pero hay un significativo 6,4% que lo recuerda desde los 10 años e incluso casos que se retrotraen hasta los 5 o 6 años. Es, además, un acoso continuo y permanente durante años.

Casi la mitad asegura que no recibió ayuda de nadie cuando tenían lugar estas situaciones, un 45% recuerda el apoyo de compañeras del aula y tan sólo un 19% se sintió ayudado por sus docentes, casi siempre profesoras.

El joven tinerfeño Miguel asegura que el aislamiento y la sensación de impotencia son mayores entre los gays que en otras opciones. “Las lesbianas lo tiene más fácil porque la sociedad es muy machista y todos debemos cumplir el perfil oficial de masculinidad”. “A los chicos”, explica, “les ‘pone’ ver a dos chicas besándose, pero si se besan dos varones es una aberración, les da asco”.

Aún así, y pese a que el 90% sufre el acoso homófobo del género masculino de la clase, hay un nada despreciable 55% que proviene de compañeras.

Los profesores de Jon, un joven de 18 años de Miranda de Ebro (Burgos), avisaron a sus padres de que su hijo adolescente sufría el Síndrome de Asperger, un tipo de autismo, porque vivía aislado en el instituto. “Al principio sí tuve un grupo de amigas, pero me abandonaron porque cuando venían conmigo los chicos no querían hacerlas caso, tan sólo me utilizaban porque les hacía gracia”, recuerda.

Ellos, por su parte, aprovechaban para escupirle, llamarle ‘maricón’ o robarle sus cosas. “En una ocasión la orientadora del instituto llamó a mis padres y les comentó que yo me buscaba las agresiones porque me gustaban las flores, el color rosa y Eurovisión. Que no iban a cambiar a 300 alumnos por uno sólo y que me fuera a otro centro”.

Jon acabó yendo sólo a los exámenes, a sacar a duras penas su expediente adelante, pese a tener un cociente de inteligencia de 116. Como en el caso del canario Miguel, su familia recurrió a un colegio religioso, donde la violencia estaba más controlada, pero siguió siendo el ‘bicho raro’ y acabó repitiendo. “El único taller de sexualidad que tuve en mi etapa escolar representaba siempre un pene y una vagina. También hablaban de violencia de género, pero nada de homosexualidad”. Ahora, como Rubén, estudia en un centro de adultos, pero le costará superar el trauma. “Tengo grabada la excursión de convivencia en tercero de ESO, cuando mis compañeros quisieron tirarme por un precipicio”.

LOS PROGENITORES SE ASOCIAN

Hace una década que algunas familias decidieron aunar esfuerzos y crearon la Asociación de Madres y Padres de Gays y Lesbianas (AMPGYL), en Cataluña. Hoy están presentes en casi todo el país y asesoran en más de un millar de casos cada año.

Ester Noya, su presidenta, no es muy optimista cuando se le pregunta por el futuro: “Si insultas a un negro o a un gitano en una institución educativa enseguida se toman medidas, y me parece bien, pero ‘maricón’ es un insulto consentido, el bullying está a la orden del día. Y la diferencia entre sexos va a más. Si a finales de los 60, se vestía unisex, ahora los roles de género se establecen desde los tres años y ¡ay! si te sales”.

En AMPGYL han detectado un aumento de las consultas sobre niños de 3 a 7 años a los que les gusta vestir falda o les atraen las ‘cosas de niñas’. En palabras de Noya, “sólo se socializa a los niños en la heterosexualidad porque la homosexualidad se clasifica como un tema de adultos, cuando realmente afecta a la infancia”.

Hace unos años, esta organización quiso hacer un estudio sobre escuelas que califican de “seguras” contra la homofobia. Lugares donde no sólo el lenguaje sea neutral y los contenidos recojan la diversidad sexual (¿A quién le explican en el colegio que Alejandro Magno o Leonardo Da Vinci eran gays?), sino que tengan en cuenta la necesidad de servicios y duchas separadas, que no separen deportes por sexos y un largo etcétera.

Finalmente, AMPGYL no pudo realizar este proyecto por falta de fondos, y siguen sin saber qué recomendar a los padres. “No logramos ayudas porque a los políticos les molesta hablar de que hay inseguridad en los colegios, se escandalizan. Por ello, ahora no quieren que se hable de ello en Educación para la Ciudadanía y los niños perciben si no se habla es porque está mal”, argumenta su presidenta.

Al hijo de Noya, hoy universitario, le dio por estudiar: “Él era fuerte, pero muchos acaban abandonando los estudios [un 5% según las estadísticas] y los padres vemos que pasan su adolescencia sin ir a fiestas, sin excursiones. A otros, como a mi hijo, les da encerrarse en el estudio Y cuando crecen, se hacen fugitivos. Huyen del lugar de origen”.

LA EXPERIENCIA DE UNA TUTORÍA

Junto con los dos institutos de Tenerife, uno de los que sí podrían haber estado en ese figurado listado de AMPGYL es el Instituto Duque de Rivas, en el municipio madrileño de Rivas Vaciamadrid. Allí, desde 2003, un docente pionero, Joaquín Álvarez, organiza talleres sobre orientación en la diversidad sexual.

Álvarez nunca ocultó su orientación afectiva: “Considero fundamental que los profesores que son gays, y se supone que lo son el 10%, como en el resto de la sociedad, se identifiquen como tales, porque su rol social les convierte en un referente importante para los alumnos; es una obligación moral dignificar la homosexualidad, mover resortes para integrar a esos alumnos”. Sin duda, una razón más para ‘salir el armario’…

Después de dos años sembrando la semilla en un erial en el que no había nada parecido, en 2005 este profesor decidió organizar un proyecto permanente, un lugar en el que los alumnos pudieran ser atendidos de forma personalizada y confidencial una hora a la semana. Así nació la bautizada como Tutoría de Atención a la Diversidad Afectivo-Sexual, que también funciona a través de una web. “No se trata de etiquetarles”, puntualiza, “sino de dar luz a un tabú”.

Por su centro, en estos siete años, han pasado a conferenciar personajes como el juez Grande Marlaska, el fallecido Leopoldo Alas, Luis Antonio de Villena… y, como ocurre en Tenerife, la situación es hoy muy distinta. Aunque reconoce que aún son pocos los homosexuales que se hacen visibles, “al menos no viven su paso por el instituto como algo traumático y reciben información rigurosa de lo que significa su sexualidad; en definitiva, sus derechos humanos no son vulnerados ”.

LA BATALLA PENDIENTE EN LOS COLEGIOS

El miedo al rechazo (un 35%) y avergonzarse de ello (26%) son dos de las principales razones aducidas por los entrevistados por la FEGYL para seguir ‘encerrados’. Otro 39% se escuda en que “no lo ve necesario”. Por ello, siete de cada 10 niños homosexuales acosados nunca llegan a contarlo, ni en casa ni en el colegio.

Desde la FELGTB, están inmersos desde hace tiempo en esta batalla en el escenario educativo, con más énfasis desde que ganaron la anterior, en 2005, con la aprobación del matrimonio gay en España. Y ofrecen actividades gratuitas, aunque con éxito relativo: el curso pasado, en Madrid, de más de 300 institutos sólo les llamaron de 40.

“Somos conscientes de que ninguna familia ni ninguna escuela quiere el sufrimiento de sus hijos o alumnos pero tolerar o dar la espalda a un problema que puede ser incómodo provoca, o al menos permite, un gravísimo daño, porque el estudio sobre el suicidio deja claro que la homosexualidad o la bisexualidad por sí mismas no implican más riesgo de suicidio, pero el acoso escolar en contextos de rechazo familiar e inacción del centro educativo, claramente sí”, concluye su estudio.

LA NUEVA CAMPAÑA DE LA VUELTA AL COLE

Entre las iniciativas para el nuevo curso en la Federación Estatal de Lesbiananas, Gays, Transexuales y Bisexuales se incluye una campaña bautizada como ‘Vuelta al Cole’, que se hará pública el próximo mes de octubre.

El eje es una página web en la que estarán tabulados todos los centros escolares no universitarios del país. A través de ella, los chavales podrán enviar un mensaje a su colegio o instituto, que puede ser anónimo, para hacer dar a conocer su realidad.

La coordinadora de la FELGTB, Uge Sangil, explica que, de este modo, se visibilizará al colectivo y los docentes podrán trabajar la diversidad sexual con los materiales que les proporcionan en la propia Federación. “Hay muchas cosas que se pueden hacer. En todas las asignaturas se pueden incluir referencias a la diversidad sexual, en Historia, en Literatura, en Conocimiento del Medio, en Lengua…”, apunta la activista.

A la luz del estudio sobre suicidios, Generelo reclama también cursos de formación para los docentes y un plan urgente de prevención del riesgo: “Las autoridades deben dejarse de ambigüedades y poner en marcha un plan porque miles de niños piensan en quitarse la vida y su función es protegerles”.

Este reportaje ha sido publicado en el periódico educativo ESCUELA