Debate presidencial en EEUU: Romney confía en un golpe de efecto que le dé la vuelta a las encuestas

Debate presidencial en EEUU: Romney confía en un golpe de efecto que le dé la vuelta a las encuestas

Los equipos de campaña de los dos candidatos tratan de rebajar las expectativas sobre el primer debate electoral en EEUU, porque ambos se juegan mucho. Barack Obama, el presidente, debería pisotear esta noche en Denver a Mitt Romney, el candidato republicano, según todas las encuestas. Una reciente, publicada por el Washington Post y la cadena de televisión ABC indica que un 55% de los encuestados cree que el candidato demócrata ganará, mientras que sólo un 33% apuesta por Romney. Esa es, precisamente, la principal flaqueza del presidente, que tiene que defender su gestión, muy criticada, no defraudar y mantener a raya a su contrincante.

Sin embargo, Romney lo tiene todo en contra y por ese motivo busca un golpe de efecto. En los estados clave, especialmente los llamados bisagra y muy poblados, como Florida, Ohio, Virginia, Colorado o Carolina del Norte, Obama lleva ventaja. Por otra parte, a Romney todavía le escuecen las declaraciones de hace meses en las que ante un grupo de importantes hombres de negocios despreció al 47% del electorado por vivir de las prestaciones sociales o sus declaraciones de la renta en las que reconoce pagar muy pocos impuestos.

LA ECONOMÍA YA NO ES EL PUNTO FUERTE DE ROMNEY

En el terreno económico, clave y en en el que partía con ventaja, Romney se ha ido desinflando hasta estar a la par con Romney. También en sus ataques a la regulación excesiva y el peso del Estado pasan por horas bajas. La mayoría de norteamericanos aseguran no estar contentos con cómo funciona el Gobierno federal, pero de la misma manera una mayoría cree que para controlar los excesos controlar a los grandes poderes económicos ese Estado y su burocracia son necesarios.

Los debates no siempre ganan o pierden elecciones, pero en EEUU son una prueba en la que no se puede fallar y que pone a prueba a los candidatos. Ha llovido mucho desde 1960, cuando ohn Fitgerald Kennedy se enfrentó a Richard Nixon en el primer debate televisado de la historia. Entonces, el primero convenció por su frescura y exposición de argumentos ante un Nixon cansado, con aspecto cansado y sudoroso.

SIN BLOQUES ESTÁTICOS Y CON UN PERIODISTA

En el de esta noche, todos los detalles están calculados al milímetro. Como en España, la luz, tipo de plató televisivo, colores, disposición de los objetos o la altura de la silla son parte de un acuerdo entre ambos partidos. Pero durante hora y media (a las 03:00 de la mañana de este jueves, hora española), sin bloques estáticos y cronometrados y respondiendo a las preguntas de un periodista, ambos candidatos tratarán de pronunciar una frase brillante, destapar un error ajeno o al menos sobrevivir hasta el siguiente debate. Y habrá dos más, sin contar el que enfrentará a los vicepresidentes.

"El mayor oponente de Obama no es Romney", asegura el analista Glenn Thrush en el medio digital Político. "Es él mismo", señala. "Obama es un orador experimentado pero un actor poco convincente que lleva años sin practicar y es capaz de proyectar una imagen de calma y de autoridad, pero también de aburrimiento, tiquismiquis o condescendiente", señala.

NO TENER QUE IMPROVISAR

En el caso de Romney, su equipo confía en que sea fiel a la estrategia y preparación que le han trazado, ya que lo consideran un buen orador capaz de convencer siempre que no tenga que improvisar mucho. "Cuando está preparado y entiende los hechos y el mensaje que quiere trasladar, puede ser muy bueno y también agresivo y defensor de lo suyo", en palabras de Newt Gingrich, que peleó con Romney por la candidatura republicana. "Si de repente tiene que empezar a armar cosas y hay una sorpresa o un ángulo para el que no está preparado, ahí ya no es tan fuerte", asegura. Es de esperar que precisamente ahí sea donde Obama trate de desestabilizar a su rival.

A un mes de las elecciones presidenciales, Romney tiene en el debate una de sus mejores oportunidades para cambiar el rumbo de la campaña, que según las encuestas ya tiene perdidas.