Las cuentas de Bárcenas: un jaque a la marca España que trata de promover el Gobierno

Las cuentas de Bárcenas: un jaque a la marca España que trata de promover el Gobierno

Las peores consecuencias de la corrupción son las que no se ven. En palabras de Jesús Lizcano, presidente de Transparencia Internacional en España, es "el coste de oportunidad para el país y para sus empresas, las oportunidades que ya no surgirán". En otras palabras: lo que se deja de ganar y que, a menudo, es "no es fácilmente cuantificable", según Lizcano, también catedrático de la Universidad Autónoma de Madrid.

España ocupa el puesto 30 de 176 en el Índice de Percepción que anualmente publica la organización. Por delante tiene a 15 países europeos (11 de la Unión Europea), pero se arriesga a un revés importante de su imagen pública con cada portada de un medio internacional. "Si el informe se hubiese hecho ahora, no hay duda de que el resultado sería peor", reconoce.

Victor Lapuente, investigador del Instituto de Calidad de Gobierno de la Universidad de Gotemburgo (Suecia), concuerda. "España se suele situar en los distintos estudios sobre la corrupción en una zona gris, no tan afectada como los países del este de Europa, Grecia o Italia", pero "casos como este la empujan hacia ese grupo de países".

En conversación con El HuffPost, ambos expertos reconocen que la imagen de España, la marca España que el Gobierno promueve con dudoso éxito hasta el momento, se verá gravemente afectada por el escándalo de los presuntos sobresueldos y la contabilidad secreta del extesorero del PP, Luis Bárcenas. "Pero lo peor no es la imagen, que hasta cierto punto es poco controlable, sino la pérdida de inversiones que se deriva y, sobre todo, el grave ataque a la confianza social", señala Lapuente.

En España hay "ya no sólo corrupción, sino la sensación de que muchas de las decisiones que se toman son legales pero arbitrarias, como contratos o indultos", señala. De hecho, en su país de residencia no han contado hasta recientemente con una ley de financiación de partidos políticos. "Todo se basaba en acuerdos informales entre partidos, pero casi nunca una sola persona tiene tanto poder para tomar decisiones tan arbitrarias y no consensuadas", añade.

LA CORRUPCIÓN NO ES UNA PREOCUPACIÓN PARA EL GOBIERNO

De momento, la corrupción no es una preocupación para el equipo que la marca España, que cuenta con una oficina y un alto comisionado (rango de secretario de Estado) con el que El HuffPost ha intentado sin éxito ponerse en contacto. De la misma manera, institutos especializados, como el Real Instituto Elcano, no incorporan la corrupción como un factor en recientes estudios y barómetros, como el publicado este mes de enero.

Pero la llamada marca España está sufriendo, o más bien al contrario. La imagen que en algunos países tienen del país es negativa por desconocimiento o estereotipos asentados que no han hecho más que aumentar. En ese sentido, la cobertura internacional del escándalo de los pagos en negro del PP está siendo extensa en la prensa internacional. Medios o agencias como The Guardian, Der Spiegel, Le Figaro, Le Monde, Bloomberg, Fox News, Financial Times o CNN han destacado la profundidad del caso y aprovechan para unirlo a la crisis económica, la burbuja inmobiliaria o incluso la falta de solidez de unas instituciones demasiado jóvenes.

BRUSELAS PASA DE PUNTILLAS

Hasta media docena de veces calló la Comisión Europea, Pia Ahrenkilde, en la rueda de prensa ofrecida en Bruselas en la mañana del viernes al ser preguntada por el asunto. Su actitud contrasta con la del embajador de EEUU en España, Alan Solomont, que pidió a Mariano Rajoy que actúe "de forma agresiva" contra la corrupción.

Desde Bruselas, un día después de que saliese a la luz la contabilidad secreta, el Ejecutivo comunitario, muy activo en la lucha contra la corrupción en Rumanía o Hungría, prefiere mantenerse al margen asegurando que se trata de un "tema interno" de España, en palabras de la portavoz.

Según Lapuente, ese es al final el mayor de los problemas. "Existen estudios que indican que si una persona trata con un agente de policía corrupto, por ejemplo, no sólo pierde la fe en la Policía y por extensión el Estado, sino en los ciudadanos del país en su conjunto". Es un ataque a la "confianza social" que sólo puede recuperarse si la crisis sirve como revulsivo para un "cambio en la manera de hacer política". Eso, según el investigador, sería determinante para reflotar la marca España.