"¿Familiares de....?" Así se atiende a las víctimas del accidente de tren de Santiago

"¿Familiares de....?" Así se atiende a las víctimas del accidente de tren de Santiago

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En el hospital Clínico o en el punto de atención a las víctimas, situado en otro edificio de la capital gallega, la frase clave, generadora de alivios o disgustos mayúsculos, es la misma. "Familiares de...?", nombre y dos apellidos.

Los edificios no están cerca, por lo que para ir de uno a otro es necesario un coche. En el hospital Clínico, donde llegaron la mayoría de heridos graves, hay dos salas, señalizadas en todo el hospital como salas 1 y 2. Ahí, y en la puerta de quirófanos y las salas de urgencias, se dan las noticias. A una señora de Talavera de la Reina le acaban de comunicar el fallecimiento de su marido, que había ingresado con un pronóstico favorable. Ella viajó a Santiago, sin saber gran cosa, para buscarlo entre los supervivientes, pero ha cambiado de lista. La mujer, agarrada con fuerza por otro familiar, no se explica lo ocurrido y llora, explicando su tragedia, que es la de casi 80 personas.

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Cartel colgado en una de las paredes del hospital Clínico.

La espera en el edificio Cersia, donde se ha montado un punto de información, es mucho más angustiosa. Allí no hay ni heridos, sino preguntas sin contestar. Desde primera hora de la mañana acuden familiares que se van enterando de la tragedia. Otros llevan toda la noche sin dormir, arropándose con mantas que distribuye la Cruz Roja. También hay tarta de fresas, bollos, café. La mayoría de la comida está intacta y los familiares, como mucho, apuran un cigarrillo. Hablan por el móvil, se abrazan, se preguntan por qué.

"No sabemos nada. Esto es un sin vivir. No está en ningún lado. ¿Tú sabes lo que es esto, no saber nada? ¿Que no te digan si está vivo o está muerto? Nos han preguntado cómo iba vestido, también muestras de ADN, pero tiene que estar entre los muertos. Esto es un puto sin vivir".

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Dos mujeres pasan desconsoladas junto a una ambulancia.

Quien dice esto es una familiar que no sabe nada de uno de sus seres queridos. Habla por el móvil. Las lágrimas y la cara desencajada de los familiares echan para atrás a la prensa, que en su mayoría no puede entrar al recinto y ha hecho un pacto tácito de sólo preguntar a los que se acerquen y muestren cierta entereza, para no interferir en el dolor ajeno.

Un hombre que prefiere no identificarse espera información sobre uno de sus familiares. Un encuentro familiar ha reunido en los últimos días a varios parientes en Santiago. El martes llegaron niños pequeños. Este miércoles, tres familiares. "Dos están bien, pero de otro, el padre de Esperanza, no sabemos nada", relata. "Al tardar tanto tiempo... pierdo la esperanza" de que esté vivo.

Varios periodistas, como cualquier otro ciudadano, tienen también familiares entre los desaparecidos. Muchos están en el polideportivo Multiusos do Sar, una enorme cancha donde reposan cuerpos en hileras, cubiertos, cuya puerta custodian efectivos de la Policía nacional y local con pocas ganas de hablar y de mirar hacia dentro.

Se corre la voz en el punto de información. Los familiares deben entrar a un salón de actos. Allí hay apelotonadas unas 200 personas, aunque pueden ser más. "Sólo daremos información personalizada", dice un portavoz.

"Familiares de...", nombre y dos apellidos.

Y los que hasta este miércoles a las 20.41 se disponían a disfrutar de las fiestas de Santiago Apóstol, patrón de la ciudad y de Galicia (donde es festivo), se ven de repente dirigiéndose a una salita donde se cierra la puerta y se comunica una noticia. Un herido que se recupera y ha sido identificado, aunque sea entre la veintena de críticos, es todo un triunfo del azar. Pero a medida que avanza la mañana, las posibilidades de que cada "familiares de..." anuncie otro desenlace aumentan.

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