Sáenz de Santamaría dice que Mas tendrá que explicar su plantón y pide "sensatez"

Sáenz de Santamaría dice que Mas tendrá que explicar su plantón y pide "sensatez"

EFE

La vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, no ha querido entrar de lleno en un enfrentamiento con el presidente de la Generalitat, Artur Mas, por el plantón que le dio este jueves y ha dicho que le corresponde al líder autonómico explicar los motivos por los que no acudió al acto de la patronal catalana en el que iban a coincidir en Barcelona.

La ausencia de Mas y la situación del debate soberanista en Cataluña han centrado la mayoría de preguntas de la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros. Hasta en cinco ocasiones ha tenido que pronunciarse la portavoz del Gobierno sobre lo que vivió en el acto de la patronal catalana y sus impresiones sobre la situación política en la comunidad.

“Muy honrada”, así ha definido la invitación que le hizo la patronal catalana para la entrega de las Medallas de Honor y los Premios Carles Ferrer Salat.

Fiel a su estilo, ha evitado pronunciarse directamente sobre su sensación por el plante, pero ha aprovechado para pedir a las instituciones y los políticos “sensatez” en este delicado momento en la comunidad.

También ha querido dejar claro que las normas especifican que cuando el presidente del Gobierno se encuentra fuera de España sus funciones son ejercidas por la vicepresidenta. De esta manera ha respondido a la Generalitat, que ha justificado la ausencia de Mas por discrepancias protocolarias al entender que debía cerrar el acto. Sáenz de Santamaría también ha querido defender la labor del servicio de protocolo de La Moncloa.

Además, la portavoz del Ejecutivo central ha mandado otro de sus recurrentes recados a Mas: la labor de los gobernantes es evitar y no fomentar “tensiones sociales” y trabajar en un clima de “entendimiento y lealtad”.

“Estamos para encontrar soluciones y no iniciar procedimientos dificilmente explicables”, ha aseverado antes de volver a pedir ser prudentes y abrir procesos que no saben cómo “acabarán”. En Barcelona, en su opinión, preocupa que todo esto derive en un proceso “que nadie quiere”.