Antón Reixa: "La SGAE está semi-zombi: ni muerta ni viva"

Antón Reixa: "La SGAE está semi-zombi: ni muerta ni viva"

ANA TORRES

Hace cuatro meses, Antón Reixa (Vigo, 1957) fue cesado como presidente de la Sociedad General de Autores y Editores (SGAE), cargo que desempeñaba desde 2012. Ganó unas elecciones convocadas tras el shock de la detención del anterior presidente, Teddy Bautista, por la trama que desviaba fondos a empresas privadas. Ahora Reixa abandona la Junta Directiva, pero no lo hace en silencio. En una carta abierta a los socios de la SGAE a la que ha tenido acceso El Huffington Post, califica de “semi-zombi” el estado actual de la SGAE -”ni muerta ni viva”- y denuncia que hay intereses directos de miembros de la directiva que impiden que se tomen medidas para acabar con el fraude de la llamada “música de las brujas” o "rueda de televisión", el rocambolesco sistema para recaudar derechos de autor con la música que suena en los programas esotéricos que colonizan las madrugadas televisivas. Su denuncia de este fraude, cuando acusó a 11 socios de la SGAE de repartirse 25 millones de euros, le costó el puesto.

El músico, autor teatral y productor lamenta la imagen de “cobradores del frac” que proyectan los miembros de la SGAE y anuncia una demanda judicial promovida por una coalición de autores para que se investiguen las prácticas “fraudulentas”.

¿Qué persigue con esta carta?

Quiero dejar claro que no se han puesto todos los medios para extinguir la llamada "rueda de televisión". Existe un conflicto de intereses en la propia Junta Directiva, no porque sean intermediarios de la rueda de televisión, sino porque sus recaudaciones vienen casi totalmente de ese tipo de producciones. Hay una lentitud asombrosa en la instrumentación de los expedientes, aunque ya se han detectado irregularidades. Tenemos que acudir a una demanda judicial porque el sistema de autorregulación interna de SGAE no está funcionando. Hay un núcleo de autores amplio y muy convencidos de que hay que hacer esto y lo haremos en las próximas semanas. Con nombres y apellidos.

Acusa a miembros de la Junta Directiva pero no da nombres. ¿Quiénes son?

Están amparados por la Ley de Protección de Datos, pero si indagas en las recaudaciones se ve que sus ingresos provienen sólo de ahí. Estoy hablando de fraude, de falsear la autoría. Los socios investigados lo están porque han hecho un número ingente de registro de obras, y hay dudas más que razonables de que ellos no son los autores. Se da el caso de algún autor -que no está en la Junta- que en los últimos quince años ha registrado 10.000 obras (arreglos sinfónicos, sintonías, música para las tómbolas de madrugada y bingos, etc). Y registrar 100 composiciones al año no es posible. Se han detectado partituras fotocopiadas en los registros, y en el caso de música sinfónica lo que se ha registrado es una fotocopia de una partitura original en la que no hay ningún arreglo. Esto hay que perseguirlo y sancionarlo: de hecho ya se están aplicando bonos retroactivos en derechos liquidados.

Pero si ninguno de esos autores está en la Junta…

Pero sí hay miembros de la Junta cuya práctica totalidad de los ingresos proviene de allí. Hay un conflicto de intereses, a pesar de que el pasado 15 de julio, ocho asociaciones mandaron un escrito para que hubiera una declaración de incompatibilidades: el consejo lo rechazó con sorna. Pero esto mismo se hace en el Congreso de los Diputados y en la sociedad de autores británica.

En la carta, destaca que algunas televisiones como el conglomerado Mediaset ya han tomado medidas, porque había cuadros suyos involucrados.

En cuanto comuniqué estas irregularidades, Mediaset inició su propia investigación interna y detectó la red de intermediarios que trabajaba para ellos y que falseaba autorías con mandos intermedios de la empresa, y lo han depurado. Una de las cosas que hicieron fue suspender la firma de contratos hasta que tuvieran la certeza de que los autores son los reales. El único sentido que tienen estas obras ad hoc es que las televisiones recuperan hasta un tercio de lo que le pagan anualmente a la SGAE. Es el mundo al revés: los autores financiando a los editores. Un fenómeno que crece muchísimo desde el año 2007 y que sólo se puede explicar en el actual contexto de crisis. Personas en situaciones críticas que pueden aceptar cualquier cosa a cambio de unos ingresos. El derecho de autor es innegociable, y si nosotros mismos estamos cediendo a unos intermediarios nuestros derechos de autor, estamos tirando piedras sobre nuestro propio tejado.

Da la sensación de que la SGAE está funcionando como un sindicato mafioso…

Por eso no continúo en la Junta Directiva, porque no puedo ser cómplice de esa situación.

Pero su nombre también está siendo señalado por acusaciones más o menos veladas sobre una gestión ilegal en las cuentas de la SGAE, cobro de comisiones ilegales por la desinversión en Arteria (la faraónica red de teatros y espacios escénicos, ahora en liquidación), y por inflar su salario.

Las cuentas de la SGAE 2012 están auditadas y aprobadas por una mayoría de los autores en una de las asambleas más concurridas. Los mismos que han declarado que son ilegales en ningún momento han acudido a los tribunales. Esos directivos y socios usan una intriga política para generar una inestabilidad en SGAE, pero no acuden a los tribunales: es una actitud desleal y paradójica.

Sobre Arteria, fui consciente al llegar a la presidencia de la SGAE de que era perentorio solucionar este problema. Detecto que, si ya hubo corrupción e irregularidades en la inversión, en este proceso de desinversión también empezaban a asomar. Los miembros de la Junta Directiva éramos tentados continuamente por ofertas de comisiones a cambio de conseguir activos inmobiliarios en América Latina. Yo mismo tuve que desarticular la pretensión de algún directivo. Vi que lo más efectivo era externalizar esa gestión y que esa operación fuera aprobada por el patronato de la Fundación (Autor). Se hizo una licitación y recayó en una empresa. Todas las insinuaciones que se han hecho de connivencias mías han sido desmontadas en el propio patronato, yo no tengo ninguna relación societaria con esa empresa. Por eso, una de las cosas que exijo es una rectificación, porque se ha dañado mi honorabilidad: si no me hacen caso tendré que acabar poniendo una querella. Otra irregularidad es que me cancelaron el correo electrónico y accedieron a mi agenda personal de contactos.

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¿Y respecto a su salario? ¿Es verdad que casi lo triplicó, de 70.000 a 200.000, como asegura el nuevo presidente de la SGAE José Luis Acosta?

En junio publiqué mis ingresos. Tenía las mismas retribuciones que cualquier miembro de la junta por asistencia a reuniones -se conocen y se publican en el anuario-, y la remuneración diferencial eran 70.000 euros. Hubiera preferido topar mis retribuciones variables, pero en ningún caso llegaría ni a esos 200.000, ni a los 180.000 de retribución que la Junta Directiva ha aprobado para el presidente actual.

¿Qué le parece el anteproyecto de Ley de Propiedad Intelectual? En la carta critica que no se ponga un tope a los contratos de edición musical como en la industria de referencia, la británica, que es de quince años.

Sí, porque en España la práctica más extendida es que sean a perpetuidad. Pero es que además la ley pretende, por puro dogmatismo neoliberal, liberalizar una gestión que ya en sí misma está liberalizada. Se está fragmentando la gestión del derecho de autor, lo que es muy malo para los autores y muy incómodo para los usuarios. Un ejemplo de esto último son las peripecias que debería hacer el propietario de un local para encontrar a los gestores de los derechos de autor de cada una de las canciones que pone en su negocio. Lo que está claro es que el anteproyecto emana de un Gobierno que no tiene un concepto de la industria cultural como una parte sustancial del PIB, como un generador de riqueza y de puestos de trabajo. Las declaraciones de Montoro son casi enfermizas. Es como una venganza porque es cierto que el sector cultural no forma parte de la masa electoral de centro derecha. Y eso se traduce en medidas muy claras como es el IVA cultural, que afecta mucho a la SGAE, porque hay menos actividad, menos conciertos... y eso es brutal para los derechos de autor.

Pero un tratamiento diferente para la industria cultural, en un momento de recortes en el gasto y subidas de impuestos generalizados, ¿no sería discriminatorio?

Lo que es es una discriminación del acceso de los ciudadanos a la cultura: es un bien común y tiene sentido que se potencie. La SGAE no es un recaudador fiscal, pero se equivocan mis compañeros de Junta Directiva pensando que no tenemos otra forma de estar en la sociedad que siendo unos antipáticos recaudadores. Lo que cobramos es justo y lo tenemos que defender. Nos tenemos que adecuar a una situación de crisis económica, en la que lo que más nos interesa a los autores es hacer sostenible la actividad e incluso que aumente. No somos el cobrador del frac.

La industria cultural también está desconcertada ante los cambios tecnológicos. ¿Cómo se recaudará en el futuro?

Se nos ha expropiado del canon digital, pero no podemos seguir pensando en una retribución basada en una industria que ya no existe, la de los soportes. Tenemos que regular un modelo de negocio que se base en el acceso inmediato. A día de hoy ha descendido muchísimo el número de descargas y lo que se utiliza más es el streaming, así que tenemos que pactar con el regulador unas medidas que potencien ese acceso a los contenidos culturales; y ya que estamos aportando un valor añadido, operadores como Google tienen que recompensarnos. Pero la SGAE está tan anticuada que a la música en vivo le sigue llamando de “ejecución humana” y a la grabada, en plena era digital, “reproducción mecánica”.

Quizá no sea posible un cambio en la SGAE hasta que no haya tampoco una renovación generacional entre sus directivos…

Tenemos un grave problema: la participación. En las últimas elecciones, que fueron las más concurridas, no llegó ni a un 20%. Somos 20.000 los autores con derecho a voto y lo utilizamos unos 4.000. Tenemos que lograr que la SGAE sea comprensible para los autores. Es cierto que el derecho de propiedad intelectual es complejo, pero que las cosas sean complejas no impide que sean transparentes y explicables. Y sí, necesitamos que el nuevo talento entienda que la SGAE es un servicio para ellos, un instrumento para que sean independientes y para que no dependan ni de los vaivenes del mercado ni del sector público. Pero si haces una fotografía de los directivos, yo estoy en la media más joven, y tengo 56 años...

¿Cuál ha sido su gran error en este año y medio? Le acusan de personalista. Y en su carta dice "Me equivoqué" pero de manera retórica; no hay ni un ápice de autocrítica.

No lo sé. Es cierto que no sucumbí a la presión de miembros de mi candidatura que exigían una consulta exhaustiva de cada gestión mía. Pretendiendo ser ejecutivo, abandoné la pedagogía que continuamente invoco que la SGAE tenga hacia la sociedad, y yo no la apliqué. Mi gran frustración es que no solo la oposición interna, sino los miembros de mi propia candidatura no entendieron la trascendencia de la "rueda de televisión", y posiblemente todavía creen que es un problema que se arregla con un par de cambios, cuando yo estoy convencido de que es un problema estructural.

¿Qué le parece el nuevo presidente de la SGAE?

Le deseo lo mejor. Que tenga mucha suerte.

Lee la carta completa de Antón Reixa a la SGAE.

La "música de las brujas"

Antón Reixa acusó el pasado marzo a 11 socios de la SGAE de realizar prácticas fraudulentas con los derechos que genera la música de los programas televisivos de madrugada. Según Reixa se repartieron 25 millones de euros desde 2005 mediante un sistema de comisiones y porcentajes "fraudulentos". tarot El origen de la conocida como "música de las brujas" o "rueda de televisión" se encuentra en la creación por parte de las televisiones de editoriales musicales con las que rebajar el dinero que pagan anualmente a la SGAE. La "picaresca" reside en que si las cadenas registran canciones que ellos mismos emiten deben cobrar una serie de derechos de autor que rebajan notoriamente la cifra total que abonan a final de año a la SGAE. Las televisiones se quedan con el 50% de esos derechos, mientras que el otro 50% se lo quedan compositores, intérpretes o productores, que se reparten esa parte restante. Estos últimos, que registran temas que nadie conoce, cobran en concepto de derechos de autor hasta el triple que estrellas como Enrique Bunbury.

CRONOLOGÍA

1 de julio de 2011: La Guardia Civil entra en la sede de la SGAE en Madrid. Cuatro directivos, entre ellos el presidente de su consejo directivo Teddy Bautista, son detenidos por una trama que supuestamente desviaba fondos a empresa privadas.

26 de abril de 2012: Antón Reixa es elegido como nuevo presidente de la SGAE tras ganar las elecciones. Reixa promete una "refundación" de la entidad.

25 de octubre de 2012: Reixa acepta el nombramiento de Juan Carlos Fernández Fasero, hasta ese momento director de la Axencia Galega de Industrias Culturais, como delegado de la SGAE de la zona noroeste. 23 días antes del nombramiento, la agencia gallega había concedido a la productora de Reixa, Filmnova, una subvención de 142.665 euros.

12 de marzo de 2013: El presidente de la SGAE lanza una carta titulada 'Viva la Música' en la que acusa a 11 socios de realizar prácticas fraudulentas con los derechos que genera la música de los programas televisivos de madrugada. Les acusa de repartirse mediante un sistema de comisiones y porcentajes "fraudulentos" 25 millones de euros desde 2005. Esos 11 socios registraron en ese periodo 25.000 títulos.

16 de julio de 2013: La Junta Directiva destituye a Reixa de la presidencia con 25 votos a favor, 12 en contra y una abstención.

25 de julio de 2013: El productor José Luis Acosta (Úbeda, 1961) es designado nuevo presidente de la SGAE con 20 votos a favor (de los 39 posibles).

28 de octubre de 2013: Juan Carlos Fernández Fasero gana el juicio por despido improcedente contra la SGAE. El juez ordena su readmisión o su indemnización. Dos días después, la SGAE aprueba su readmisión.

30 de octubre de 2013: Reixa dimite de la Junta Directiva de la SGAE.