Colossus, el ordenador que ayudó a ganar la II Guerra Mundial, vuelve a la vida

Colossus, el ordenador que ayudó a ganar la II Guerra Mundial, vuelve a la vida

El 5 de febrero de 1944, la II Guerra Mundial aún no estaba decidida. Aunque los alemanes se retiraban a toda prisa del frente ruso, todavía controlaban el resto de Europa. Los aliados sabían que para llegar a Berlín tendrían que arribar a Francia. Un ordenador del tamaño de un salón les ayudó a desembarcar en Normandía y así acortar la guerra. Fue Colossus, el primer ordenador electrónico.

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Imagen del Colossus original

Los británicos, que de celebrar tradiciones saben, reúnen hoy miércoles a buena parte de los supervivientes de uno de los proyectos más secretos de su historia: la creación y puesta en marcha de Colossus Mk I, una maquina diseñada para romper el cifrado que mantenía secretas las comunicaciones del Alto Mando de los militares alemanes. En el Museo Nacional de Informática, en Bletchley Park, veteranos de Colossus y sus familias volverán a verlo funcionar justo 70 años después de que comenzara a descifrar las comunicaciones alemanas.

El Colossus actual es una réplica. Era tal el secretismo que rodeaba a este ordenador que, durante la guerra y los años posteriores, pocos sabían de su existencia. Y, para evitar que cayera en malas manos, los diez Colossus que los británicos llegaron a tener al final de la guerra fueron destruidos.

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La réplica contemporánea de Colossus

Además de su imponente fuerza militar, la ventaja de los alemanes en los primeros años de la guerra descansó en buena medida en un complejo sistema de cifrado de sus comunicaciones militares. Mediante el uso de unas máquinas de rotores, las Lorenz SZ, convertían sus mensajes a un sistema binario casi indescifrable. De hecho, sólo un error de un teleoperador nazi, en 1941, permitió a la inteligencia británica aprender, con la ayuda clave del matemático y pionero de la informática Alan Turing, aquel oscuro lenguaje. Pero lo hacían a mano y, para cuando descifraban un mensaje, muchas veces ya era tarde.

Necesitaban automatizar el descifrado y para eso crearon a Colossus. Los mejores matemáticos e ingenieros británicos se pusieron a la tarea durante meses y crearon un coloso, literalmente. La máquina ocupaba toda una habitación. Con cinco toneladas de peso, contaba con 2.500 válvulas, 500 interruptores, 100 puertas lógicas y 10.000 resistores, todo ello interconectado por siete kilómetros de cable. Aún no se pensaba en la miniaturización de la tecnología. Buena parte del material se recuperó de centrales telefónicas.

Con todo ese despliegue de tecnología, Colossus tardaba unas cuatro horas en encontrar la posición de inicio de los engranajes de una máquina Lorenz, que permitía descifrar el mensaje. Era capaz de leer 5.000 caracteres por segundo, velocidad que no alcanzaba ninguna de las máquinas de computación que entonces empezaban a fabricarse. En varias ocasiones, logró desencriptar mensajes aún antes de que llegaran a sus verdaderos destinatarios. Al final de la guerra, Colossus había ayudado a las 550 personas que trabajaron con la máquina a desvelar 63 millones de caracteres de mensajes de alto secreto de los alemanes.

Entre los mensajes desvelados, hubo una serie de ellos que mostraron a los Aliados que Hitler había caído en la trampa. Durante los meses previos al desembarco de Normandía, la inteligencia aliada montó una operación de encubrimiento para hacer creer a los alemanes que el desembarco se produciría más al norte, en el paso de Calais. Para cuando los alemanes se dieron cuenta del engaño, las tropas aliadas ya estaban en las playas de Normandía.

En el acto de hoy, los supervivientes de aquel proyecto que sirvió para acortar la guerra, verán trabajar de nuevo al primer ordenador electrónico de la historia.