Bacterias en Marte: el 'Curiosity' llevó polizones al planeta rojo

Bacterias en Marte: el 'Curiosity' llevó polizones al planeta rojo

NASA

Si algún día se descubre vida en Marte, los científicos van a tener más complicado saber si es marciana. El Curiosity, el rover de la NASA que lleva casi dos años explorando el planeta rojo, llevaba polizones. Muestras del vehículo tomadas antes de su lanzamiento han revelado la existencia de decenas de bacterias a bordo. Lo que no hay manera de saber es si siguen vivas.

El riesgo de exportar organismos terrestres en las misiones espaciales siempre ha preocupado a los científicos e ingenieros. La construcción de las distintas naves se realiza en estrictas condiciones de seguridad biológica y se somete todo el material a un duro proceso de esterilización.

Aún así, la vida es terca. En 2013 se descubrió una nueva bacteria, la Tersicoccus phoenicis. Y la identificaron en dos únicos lugares del planeta separados por miles de kilómetros. ¿Dónde? Pues en el Centro Espacial Kennedy de la NASA, en Florida, y en la base espacial que los europeos de la ESA tienen en Kourou, en la Guayana francesa. Pero lo más relevante es que el microorganismo apareció en sus respectivas salas blancas, zonas diseñadas para evitar la contaminación biológica.

Ahora, durante la reunión anual de la Asociación Americana de Microbiología (ASM2014), un grupo de investigadores ha dado a conocer los resultados de los análisis que realizaron de unas muestras tomadas del sistema de vuelo y el escudo térmico del Curiosity. Encontraron 65 especies diferentes de bacterias, la mayoría del género Bacillus.

Los investigadores sometieron a las 377 cepas que hallaron en el rover a todas las perrerías imaginables. Las desecaron, las sometieron a temperaturas extremas de calor y frío, a niveles de pH muy elevados y, la más mortífera, a altos niveles de radiación ultravioleta. El 11% de las cepas sobrevivieron.

"Cuando nos embarcamos en estos estudios no se conocía nada acerca de los organismos de estas muestras", decía a Nature News la autora principal de la investigación, la microbióloga de la Universidad de Idaho, Stephanie Smith. También reconoce que no hay manera de saber si las bacterias han sobrevivido a un viaje espacial de más de ocho meses, al aterrizaje y a las severas condiciones climáticas de Marte.

Pero hay datos que impiden descartar la posibilidad de que las bacterias terrestres u otros microorganismos hayan llegado a Marte antes que los humanos. Además de todas las pruebas superadas por las encontradas en el Curiosity, otro equipo de investigadores ha comprobado que otros microorganismos terrestres pueden vivir en las condiciones adversas del planeta rojo.

También en la conferencia ASM2014, microbiólogos de la Universidad de Arkansas (Estados Unidos) han presentado los resultados de sus experimentos con dos especies de metanógenos, un microorganismo del dominio Archaea, que no necesita oxígeno, ni nutrientes orgánicos ni de la fotosíntesis para vivir. Se desarrolla bien en ambientes ricos en dióxido de carbono (el componente principal de la atmósfera marciana) que metabolizan generando metano.

Los investigadores, que colaboran con la NASA, sometieron a las arqueas metanógenas a la enorme oscilación térmica de Marte, cuya temperatura en su ecuador puede ir de los 20º a los -80º en el mismo día. Comprobaron que aunque detenían su crecimiento durante las horas más frías, reactivaban su metabolismo al suavizarlas.

Para los científicos, sería un desastre que las bacterias terrestres hubieran llegado a Marte y salieran adelante. Si el Curiosity o su sucesor que la NASA enviará en 2020 a tomar muestras de la superficie marciana encontraran bacterias, ya no se podría anunciar en grandes titulares que hay vida en Marte sin tener en cuenta la posibilidad de una contaminación terrestre de las muestras.

Desde el punto de vista ecológico, la exportación de vida terrestre al espacio entraña más riesgos que ventajas. No se sabe como podrían evolucionar los microorganismos terrestres en otros entornos ni el impacto que tendrán allí donde lleguen. Como dice Smith a Nature: “Aún no sabemos si existe realmente una amenaza pero hasta que lo sepamos, es importante que tengamos cuidado”.

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