La importancia de las gafas de sol: por qué usarlas y cómo elegirlas

La importancia de las gafas de sol: por qué usarlas y cómo elegirlas

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Las gafas de sol no son un simple complemento. Además de otorgarnos personalidad —cómo olvidar las de Tom Cruise en Risky Business o las de Audrey Hepburn en Desayuno con diamantes—, las gafas de sol también juegan un papel fundamental en nuestra salud. Son la forma de protegernos de los rayos solares, que igual que son peligrosos para la piel también pueden causar daños irreversibles en la vista.

En esta guía te explicamos por qué es tan importante usar gafas de sol, cuándo debemos hacerlo, cuáles son los problemas que puede acarrearnos no llevarlas y qué debemos tener en cuenta a la hora de elegirlas.

1. Hay que usarlas todo el año pero especialmente los días soleados de verano

Es en esta época del año cuando los rayos solares caen perpendicularmente sobre la tierra y resulta más molesto y también más peligroso para nuestra salud. En cualquier otro momento —días nublados u otra época del año— existen factores que pueden frenar los efectos nocivos del sol.

Así las nubes actúan como pantalla y por eso los días nublados no necesitamos gafas de sol. Mientras tanto, en otoño e invierno, el sol incide de forma diagonal y la radiación es menor por lo que el sol es menos nocivo. El oftalmólogo Francisco Javier Hurtado Ceña, director médico de la Clínica Rementería y miembro de la Sociedad Española de Dermatología, lo explica comparando un día de verano sin nubes y uno de invierno sin nubes: "En circunstancias parecidas, el sol es mucho más peligroso en verano".

2. Las gafas protegen, además de adornar

Igual que el sol causa daños en la piel, los causa también en los ojos. La única forma de evitarlos sería protegerse utilizando unas gafas de sol adecuadas.

Entre esos daños se encuentra la degeneración macular asociada a la edad. "Se trata de un envejecimiento asociado a la retina y que se traduce en la pérdida de visión central. Es inoperable por lo que sólo se puede evitar protegiéndose la vista", explica Hurtado-Ceña. "Se pueden tomar vitaminas o recurrir a inyecciones para frenar el avance, pero la degeneración no se cura".

La aceleración de las cataratas es otro de los riesgos que se asocian a la exposición excesiva a los rayos ultravioletas. Según este especialista, suelen darse con más frecuencia en personas expuestas al sol y de ahí que abunden casos en países africanos o de América del Sur.

Por último, el sol también suele estar relacionado con pacientes con Pterigium, una enfermedad que se manifiesta en forma de mancha que se extiende desde el globo ocular hasta la córnea. Como pasa con las cataratas, ésta también es operable.

3. Los ojos claros necesitan más protección

Aunque todos necesitamos gafas de sol, especialmente en verano, lo cierto es que la gente de ojos claros suele sufrir más las consecuencias de la exposición. No sólo porque éstas son más fotofóbicas (rechazan la luz) sino porque tienen menos protección y los rayos resultan más nocivos en su caso.

Pasa como con la piel. Las personas de tez más morena (fototipo III en adelante) tiene menos riesgos de quemarse e incluso de desarrollar un melanoma que una de piel clara (fototipo I y II). "Los ojos marrones o negros filtran mejor los rayos que los azules o verdes", añade Hurtado Ceña.

4. Hay que recurrir a establecimientos especializados

Para asegurarnos de que unas gafas de sol estén homologadas debemos recurrir a las ópticas. En estos establecimientos nos garantizamos que las lentes cumplan la legislación europea (deben llevar el distintivo CE sobre el propio artículo y si no fuera posible por razón de dimensiones, en el folleto informativo) y nos protejan de las radiaciones nocivas. "Esto es muy importante porque con las gafas puestas nuestra pupila se dilata y si las gafas no filtran las radiaciones dañinas, puede llegar en mayores dosis a la córnea y el cristalino", señalan desde la óptica INDO.

Esto no quiere decir que todas las gafas que compremos en otros establecimientos o en los chiringuitos de la playa sean malas o peligrosas, pero sí que no hay una garantía. En 2010, una de cada diez gafas de sol vendidas en bazares y mercadillos cumple con la normativa vigente, según el estudio 'Calidad óptica de gafas y filtros de protección solar comercializados en establecimientos no sanitarios' elaborado por el Grupo Neuro-computación y Neuro-robótica de la Universidad Complutense de Madrid. Usarlas sin que pasen los controles sanitarios puede provocar conjuntivitis e incluso quemaduras en los ojos.

5. El color de los cristales no importa

Es un concepto estético y de comodidad más que otra cosa. Francisco Javier Hurtado Ceña asegura que prácticamente todos filtran igual y que la elección debe basarse más en nuestro criterio personal. El especialista además asegura que debemos fiarnos del óptico de turno.

"Puede orientarnos muy bien entre, por ejemplo, un color marrón, que potencia los contrastes, o bien un cristal verde, que da una luminosidad muy natural. Otra opción muy buena es la lente polarizada, que evita que los reflejos en carretera, el suelo, o sobre el mar te puedan deslumbrar", según explica Sandra Perucha, Óptica Optometrista de INDO.

6. Mejor llevarlas graduadas

Tanto Perucha como Hurtado Ceña coinciden en recomendar a las personas que necesitan lentes graduadas usar también a gafas de sol graduadas, aunque insisten en que no tienen un beneficio especial. "Lo único es que de esta forma no tienen que introducir un cuerpo extraño en el ojo y eso siempre es positivo", añade Hurtado Ceña.

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