La 'Uberificación' de la sociedad

La 'Uberificación' de la sociedad

UBER

Si hace unos años te encontraras ante la necesidad de ir rápidamente de un punto a otro sin tener tiempo para moverte en transporte público, probablemente llamarías a un taxi. Si el viaje fuese más largo y dispusieses de más tiempo, habrías ido en autobús. Si quisieras cenar sin cocinar ni moverte de tu casa, llamarías a alguno de esos restaurantes de comida cercanos a tu hogar, cuya publicidad llegaba periódicamente al buzón.

¿Y si pudieras hacer todo esto sin intermediarios, interactuando directamente con otros usuarios? ¿Y si pudieses acceder a todos estos y muchos otros servicios más directamente desde tu teléfono en cuestión de segundos? Hoy en día es posible. Son muchos los servicios de la llamada "economía colaborativa" que, tomando como referencia uno de los iconos de este tipo de servicios, están surgiendo por todo el mundo, hasta el punto que algunos aseguran que se está produciendo una "Uberificación" de la sociedad. ¿Qué significa esto para los servicios y negocios que siempre hemos utilizado?

Uber y la desintermediación del transporte

Uber vio la luz en San Francisco (Estados Unidos) en 2010. ¿Su objetivo? Según ellos, hacer que el transporte de personas fuese más sencillo y eficiente utilizando una aplicación: un vehículo conducido por un particular pasará a recogerte allá donde estés. Una vez llegues a tu destino, la aplicación se encarga de hacer el pago automáticamente con tu tarjeta a esa persona que te ha llevado.

Esta iniciativa ha provocado las quejas del sector tradicional del taxi en la mayoría de países y ciudades en las que Uber opera. Los profesionales acusan a la compañía de ser un servicio de transporte que opera sin licencia. La respuesta de las autoridades ha sido de todo tipo: en California se creó la categoría de "Transportation Network Companies" para englobar a este tipo de servicios y se llegó a un acuerdo para su funcionamiento. Mientras, otros lugares propusieron restringir la capacidad de estos servicios limitando el número de coches que lo podían usar en cada ciudad.

Desde abril de 2014, Uber ha empezado a operar en Barcelona. Inicialmente en fase de pruebas, como ellos mismos explican en su web, y también abrió en Madrid en septiembre.

La reacción del sector del taxi no tardó mucho en llegar: han pedido el cierre del servicio asegurando que se trata de "transporte pirata" que además no ofrece "garantía alguna" al usuario. Consideran injusto que ellos tengan que pagar por su licencia y pasar por fuertes regulaciones mientras Uber no lo hace, al mismo tiempo que denuncian que no existe control administrativo sobre esta aplicación. Desde Uber se defienden asegurando que no son una empresa de transporte público, sino que sólo ponen en contacto a particulares.

Pero Uber no es el primero ni el único en intentar cambiar el modelo de viajes o transporte en coche tradicional. Desde hace muchos años son habituales las experiencias de coches compartidos para abaratar viajes privados, como los alemanes MitFahrGlegenheit, con una app muy potente, o MitFahrZentrale. En ambos casos el dueño del coche ofrece plazas disponibles para viajes, desde el commuting diario al trabajo, hasta trayectos internacionales. Y, por otro lado, también han salido múltiples iniciativas de carsharing para compartir un coche alquilándolo por horas, como los catalanes Avancar y Socialcar hasta los internacionales Zipcar, Car2Go, y muchos más.

Los "Uber" de otros sectores

Pero los servicios disruptivos de economía colaborativa que utilizan el móvil como intermediario no se centran únicamente en el sector del transporte. Volvemos a un ejemplo que comentábamos al comienzo: ¿qué ocurre si estás en tu casa y deseas que alguien te sirva comida en tu domicilio? Varias apps, como Just Eat, GrubHub, Lieferheld o La Nevera Roja se encargan de resolver el problema por ti: tú le dices dónde vives y la aplicación te muestra todos los restaurantes que reparten a tu localización. Sólo tienes que decidirte por uno y listo, recibirás la comida en casa. Para ti es más sencillo, pero también lo es para los restaurantes, ya que el propio servicio les proporciona la infraestructura online necesaria para gestionar este tipo de pedidos.

¿Y si te vas de viaje y necesitas alojamiento? La opción más conocida es Airbnb, que permite a particulares alquilar, de forma sencilla, sus domicilios o segundas residencias durante cortos periodos de tiempo. El servicio está pensado para estancias de pocos días y presume de tener casas disponibles en más de 34.000 ciudades. Hace unas semanas os hablábamos de ellos y compartíamos algunas de sus estadísticas: más de 11 millones de pernoctaciones desde su creación, a un ritmo de 150.000 diarias. Frente a las protestas y las quejas de competencia desleal por parte de hoteleros y una parte del sector turístico, Airbnb argumenta que únicamente pone en contacto a ciudadanos, y éstos deben ser los responsables de cumplir la legislación y fiscalidad vigentes.

Otro sector donde cada vez hay más iniciativas de este tipo es el de las tareas del hogar o el de los "manitas". Con Homejoy puedes "encargar" que una persona pase por tu casa a limpiar: seleccionas las horas y las tareas que va a hacer y alguien se personará en tu puerta para hacer el resto. En este caso, además de la facilidad del proceso, el responsable de la compañía asegura que tiene otra ventaja adicional: que el que contrata no se sienta culpable por pagar a otro para realizar dichas tareas. De hecho, esta aplicación ha recibido alguna crítica por la "deshumanización" del proceso: todo está tan automatizado que incluso no sería necesario que se produjera una comunicación entre ambas partes, la aplicación se encarga de todo.

Si hablamos del mercado de los clasificados en España destacan dos aplicaciones: Wallapop y Chicfy. La primera te deja vender y comprar objetos de segunda mano en tu entorno geográfico, mientras que la segunda se centra exclusivamente en la compraventa de ropa usada. Todo ello, sin salir de tu teléfono móvil.

  5c8b164a24000093024cd081

Para el final dejamos el ámbito sanitario, donde también se han visto aplicaciones muy similares a Uber. De hecho, uno de los primeros empleados de este servicio pronto podría ofrecer uno parecido pero con médicos en lugar de coches. Eso es precisamente lo que proponen en Medicast: si tienes algún problema de salud no urgente y necesitas que alguien te atienda a domicilio, pulsando un botón verás los profesionales sanitarios más cercanos a tu ubicación y podrás pedir una cita con ellos.

Los retos de la economía colaborativa

¿Son estos servicios alternativas reales a "los de toda la vida"? ¿O simplemente una moda pasajera? Kevin Roose aporta nuevos argumentos en NY Mag y apunta a una de las posibles razones del éxito de estas iniciativas: el mercado laboral está en horas bajas y "mucha gente está intentando rellenar los agujeros en sus ingresos monetizando sus cosas y su trabajo de forma creativa". Para él, "la economía colaborativa no es cuestión de confianza, sino de desesperación".

El futuro de la economía colaborativa parece pasar por una legislación y regulación más adaptada al presente tecnológico que vivimos, así como por taxistas, hoteleros y demás profesionales adoptando la multitud de posibilidades que ofrecen las nuevas tecnologías.