Mensaje de Navidad del rey: "Necesitamos una profunda regeneración"

Mensaje de Navidad del rey: "Necesitamos una profunda regeneración"

Ni una palabra sobre los problemas con la justicia de su hermana Cristina, mucho optimismo y un sentido llamamiento a Cataluña en favor de la unidad han marcado el primer mensaje de Navidad de Felipe VI, de 13 minutos de duración. El rey no ha eludido reconocer los problemas de España —corrupción política, crisis económica o desafíos independentistas— al tiempo que ha propuesto una salida a esas dificultades que generan “inquietud”, “desencanto” e “indignación” entre los españoles.

“Regenerar nuestra vida política, recuperar la confianza de los ciudadanos en sus instituciones, garantizar nuestro Estado del Bienestar y preservar nuestra unidad desde la pluralidad son”, a su juicio, los grandes retos de un futuro esperanzador. Objetivos que, opina, se cumplirán gracias a la “capacidad”, “deseo”, “voluntad” y “coraje de sobra” de los españoles.

Las palabras del rey eran especialmente relevantes después de que, el 2 de junio pasado, Juan Carlos I abdicase en su favor. Se esperaban no sólo por detectar los cambios respecto a los mensajes que ofreció durante casi cuatro décadas su padre sino, sobre todo, por corroborar si esa regeneración de la Casa Real prometida por don Felipe (“Una monarquía renovada para un tiempo nuevo”) era más una realidad que una voluntad.

DIFERENCIAS Y SIMILITUDES

Las diferencias —que las hay—, y las similitudes —mucho más abundantes— respecto a los mensajes de su padre son evidentes. Entre las primeras destaca la decisión de Felipe VI de no perderse en metáforas o frases que esconden más de lo que dicen. El rey elude los requiebros incluso en las cuestiones más delicadas: “Quiero referirme ahora también a la situación que vive actualmente Cataluña”, subraya a mitad del discurso.

También el hecho de que, mientras su progenitor se despedía con un escueto “Feliz Navidad y buenas noches”, el rey utiliza las cuatro lenguas oficiales para cerrar su alocución: “Feliz Navidad, Eguberri on, Bon Nadal, Boas Festas”, en un claro guiño a la pluralidad de España.

Las semejanzas con otros discursos navideños son fácilmente detectables. La crisis económica sigue golpeando, pero la coyuntura actual es mejor que la del año anterior. Dice Felipe VI: “No obstante, es un hecho —muy positivo— que las principales magnitudes macroeconómicas están mejorando y que hemos recuperado el crecimiento económico y la creación de empleo. Estos datos son una base nueva para la esperanza de que, en el futuro, puedan generarse de forma sostenible muchos más empleos y, especialmente, empleos de calidad”. El año pasado, el rey Juan Carlos I habló de “indicios de recuperación que se están empezando a ver”.

Mientras que en 2013 Juan Carlos I no mencionó ni una sola vez la palabra corrupción, un año después Felipe VI la utiliza en dos ocasiones y dedica toda la primera parte del mensaje a un tema que suscita “una opinión tan unánime” de rechazo. “Debemos cortar de raíz y sin contemplaciones la corrupción. La honestidad de los servidores públicos es un pilar básico de nuestra convivencia en una España que todos queremos sana, limpia”, señala.

Sobre su hermana, la infanta Cristina, no hace ni una sola mención, ni explícita ni implícita.

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El rey recuerda que no todos los políticos son corruptos —un mensaje que el Gobierno y el PP han ‘vendido’ con especial ímpetu en los últimos meses— y que “los responsables de esas conductas irregulares están respondiendo de ellas”, lo que desde su punto de vista representa “una prueba del funcionamiento de nuestro Estado de Derecho”.

Pese a todo, asume que no no todo el trabajo está hecho y ofrece una guía de tareas por cumplir: “Los ciudadanos necesitan estar seguros de que el dinero público se administra para los fines legalmente previstos; que no existen tratos de favor por ocupar una responsabilidad pública; que desempeñar un cargo público no sea un medio para aprovecharse o enriquecerse; que no se empañe nuestro prestigio y buena imagen en el mundo”.

La lucha contra la corrupción formaría parte, según el monarca, de un proceso de “regeneración política” y de “nuestra vida colectiva” que pasaría por encontrar “referencias morales a las que admirar, principios éticos que reconocer, valores cívicos que preservar”.

CATALUÑA DESDE EL CORAZÓN

El rey dedica a la cuestión catalana 354 palabras. Frases que apelan al alma, abogan por la unión, combaten la ruptura y persiguen un destino común sustentado por siglos de historia de convivencia. Son palabras de reconocimiento a Cataluña por su importancia en la configuración de la España actual (“Y sin duda, desde Cataluña, se ha contribuido a la estabilidad política de toda España y a su progreso económico”), con una poderosa carga sentimental (“Millones de españoles llevan, llevamos, a Cataluña en el corazón) y que llaman a un esfuerzo colectivo (“Los desencuentros no se resuelven con rupturas emocionales o sentimentales. Hagamos todos un esfuerzo leal y sincero)”.

En ningún momento el rey niega que el desafío independentista ha fracturado la confianza entre España y Cataluña hasta el punto de producirse un evidente distanciamiento entre ambos. Ante esta situación, aboga por el reencuentro haciendo hincapié “en lo que nunca deberíamos perder: los afectos mutuos y los sentimientos que compartimos”.

De igual forma, vuelve a utilizar el argumento al que se ha aferrado el Gobierno desde que el presidente de la Generalitat de Cataluña, Artur Mas, comenzó a coquetear con la independencia: Constitución, Constitución y Constitución. “Respetemos la Constitución que es la garantía de una convivencia democrática, ordenada, en paz y libertad”, defiende Felipe VI. De hecho, cuatro de las tres veces que el monarca utiliza la palabra “Constitución” es en los párrafos referidos a Cataluña.

OPTIMISMO ANTE LA CRISIS

El discurso de Navidad está marcado también por el realismo mezclado con elevadas dosis de optimismo en cuestión económica. Que la crisis aún sigue golpeando a España es tan evidente que el rey no podía obviarlo, hasta el punto de que la menciona en tres ocasiones. En su alocución, Felipe VI también se vale del discurso de Rajoy a la hora de calificar la elevadísima tasa de paro que sufre España desde hace varios años como “inaceptable”. Datos de desempleo que “frustran las expectativas de nuestros jóvenes y de muchos más hombres y mujeres que llevan tiempo en el paro”.

Pese a todo, prosigue el rey, España cuenta con empresas que “son punteras en muchos sectores en todo el mundo”, “las principales magnitudes macroeconómicas están mejorando” y “hemos recuperado el crecimiento económico y la creación de empleo”. Optimismo en vena en tiempo de crisis.

Parte de las soluciones a la situación económica pasarían, desde su punto de vista, por que los agentes económicos y sociales “trabajen unidos permanentemente” y antepongan “sólo el interés de la ciudadanía”. “Porque la economía debe estar siempre al servicio de las personas”, señala.

UN FUTURO ESPERANZADOR

Una monarquía renovada para un tiempo nuevo que mira a un futuro “que empieza ya, que ha empezado ya” desde un presente que “debemos afrontar con responsabilidad, con ilusión y espíritu renovador”. “Afortunadamente, no partimos de cero, ni mucho menos, y, por ello, no debemos olvidar lo que hemos conseguido juntos con grandes esfuerzos y sacrificios, generación tras generación; que es mucho y lo debemos valorar con orgullo”, reflexiona.

“Esa es la clave de nuestra esperanza en el futuro. La clave para recuperar el orgullo de nuestra conciencia nacional: la de una España moderna, de profundas convicciones democráticas, diversa, abierta al mundo, solidaria, potente y con empuje. Con ese mismo empuje y con el ejemplo con el que vosotros afrontáis vuestro día a día luchando ante las adversidades intentando progresar, procurando mejorar honestamente vuestra vida y la de vuestras familias. Y ahí estaré siempre a vuestro lado como el primer servidor de los españoles”.

Es la España que dibuja por primera vez un rey para el siglo XXI, un monarca agradecido con su pueblo (“Me he sentido querido y apreciado y os lo agradezco de corazón”) pero que no dedica un sólo segundo a recordar la labor desempeñada por sus padres. Como era hasta cierto punto previsible, tampoco tiene palabras hacia su hermana Cristina, pese a que por primera vez una infanta se sentará en el banquillo de los acusados por un caso de corrupción. Sí dedica el penúltimo párrafo a mandar un mensaje de felicidad en nombre de la Reina, de la Princesa de Asturias y de la Infanta Sofía.

Es decir, la familia de “una monarquía renovada”.