La nave de carga rusa Progress M-27M cae sin control hacia la Tierra

La nave de carga rusa Progress M-27M cae sin control hacia la Tierra

EFE

El carguero espacial ruso Progress M-27M se precipita hacia la Tierra sin que se sepa exactamente ni cuándo ni dónde caerán sus restos, en un doloroso revés para la industria aeroespacial de Rusia.

"Pronosticar con exactitud la fecha y lugar donde caerán los fragmentos del Progress que no se desintegren en la capas densas de la atmósfera sólo será posible unas horas antes de que esto ocurra", ha asegurado a la agencia oficial rusa RIA Nóvosti una fuente del sector aeroespacial. Esa misma fuente añadió que la velocidad del descenso dependerá del estado de la atmósfera y del viento solar, pero recalcó que "en las últimas veinticuatro horas la nave de carga ya ha perdido decenas de metros de altitud".

Las naves Progress, que se emplean desde hace 35 años, son uno de los grandes orgullosos de la industria aeroespacial rusa, con un historial prácticamente inmaculado: hasta ahora habían sufrido un solo accidente, en agosto de 2011, provocado por un fallo del cohete portador.

El Centro de Control de Vuelos Espaciales (CCVE) de Rusia perdió el control del carguero, lanzado desde el cosmódromo de Baikonur (Kazajistán) a las 07.10 GMT del martes 28 de abril, después de que éste quedara situada en una órbita errónea y dejara de enviar datos a la Tierra debido a que no se desplegaron todas sus antenas. Los intentos por retomar el control de la nave automática, que debía llevar a la Estación Espacial Internacional (EEI) cerca de 2,5 toneladas de suministros —combustible, oxígeno, alimentos, equipos científicos—, han sido hasta ahora infructuosos.

"En el curso de unas pruebas adicionales (...) se ha detectado falta de hermetismo en los principales conductos del sistema de propulsión, por lo que es imposible que el carguero continúe su vuelo y se acople de manera segura a la EEI", ha declarado Ígor Komarov, director de Roscosmos, la agencia espacial rusa.

El CCVE anunció que continuará tratando de establecer una comunicación con la Progress que permita darle ordenes, ya que de conseguirlo se podría controlar hasta cierto punto su caída. La corporación Energuia, fabricante de los cargueros, calcula que podría producirse la próxima semana, entre los días 5 y 7 de mayo.

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El jefe del programa de vuelos del segmento ruso de la EEI, Vladímir Soloviov, ha indicado que la experiencia de los anteriores hundimientos de las naves Progress en el océano Pacífico muestran que los elementos del carguero no llegan hasta la superficie de la Tierra."Como regla, se queman en las capas densas de la atmósfera, a unos 60 kilómetros altura", ha explicado en rueda de prensa.

El número dos de Roscosmos, Alexander Ivanov, ha explicado que la avería "probablemente esté relacionada con la separación de la nave de cohete portador", aunque habrá que esperar los resultados de la investigación para establecer su causa.

Las autoridades de sector aeroespacial ruso coinciden en que la pérdida de la Progress no afectará a los actuales tripulantes de la EEI: los rusos Antón Shkaplerov, Guennadi Padalka y Mijaíl Kornienko, la italiana Samantha Cristoforetti y los estadounidenses Terry Virts y Scott Kelly.

"Hemos hecho un inventario de lo que hay a bordo (de la EEI) y puedo decir que hay suficientes reservas de todo: oxígeno, agua, combustible", ha asegurado Soloviov, quien defiende que debieran bastar hasta la llegada del próximo carguero, prevista para el 6 de agosto próximo.

Sin embargo, lo más probable es que la agencia espacial rusa adelante el lanzamiento de la Progress M-28M, que ya se encuentra en el cosmódromo de Baikonur, que podría llevarse a cabo no antes de junio, pues se requiere como mínimo un poco más un mes para los preparativos de la nave.

La familia de las Progress nació para abastecer la estación espacial soviética tripulada Saliut 6, la primera para misiones de larga duración, puesta en órbita en 1979. Cada año, Rusia envía entre tres y cuatros cargueros con suministros para la Estación Espacial Internacional, un proyecto en el que participan 16 países y que tiene un coste estimado en 100.000 millones de dólares.

La plataforma, con tripulantes a bordo de manera continuada desde 2000, tiene una masa de cerca de 450 toneladas y orbita a una distancia de entre 335 y 460 kilómetros de la Tierra, con una velocidad de unos 27.000 kilómetros por hora.

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