Un grupo de anarquistas insulta a Varoufakis en un restaurante

Un grupo de anarquistas insulta a Varoufakis en un restaurante

El ministro griego de Finanzas, Yanis Varoufakis, no vive sus mayores cotas de popularidad. Después de sentirse odiado por sus homólogos europeos y de ser desplazado por el primer ministro griego, Alexis Tsipras, de la primera línea en las negociaciones con la Unión Europea, este miércoles por la noche fue insultado por un grupo de anarquistas mientras cenaba en un restaurante en Atenas.

Varoufakis estaba con una amiga y su mujer, la artista Danae Stratou, en un restaurante del barrio ateniense de Exarjia. Su esposa tuvo el reflejo de abrazarle y hacer de escudo entre el ministro y los anarquistas cuando las cosas se estaban poniendo feas.

Según explicó este jueves Varoufakis en una declaración escrita, un grupo de encapuchados irrumpió en el restaurante y se acercó hasta la mesa en la que estaba, profirieron insultos y lanzaron objetos de vidrio que, subrayó, en ningún momento arrojaron contra él o sus acompañantes.

Los jóvenes le exigían marcharse de "su lugar", en alusión al barrio de Exarjia, en el que conviven anarquistas, alternativos, estudiantes y ciudadanos de clase media.

NO PRETENDÍAN HACERLE DAÑO

En declaraciones a la prensa, Varufakis recalcó que los jóvenes no tenían intención de hacerle daño, pues si la hubieran tenido, podrían haberlo hecho dada su "superioridad numérica".

"Su objetivo, creo, era obligarme a salir corriendo de modo indigno y pegarme sin ponerme en peligro. Pero no lo puedo confirmar porque Danai (su esposa), se levantó y sin darme tiempo para pararla y antes de que llegasen a nuestra mesa los anarquistas, me abrazó, de espaldas a ellos, de forma que debían pegarle a ella antes que a mí", señaló Varufakis.

Finalmente, los anarquistas abandonaron el restaurante pero le esperaron en la calle, donde se produjo un segundo episodio de ataques verbales. Según el ministro, mientras él y su esposa subían a la moto continuó el debate con sus agresores, por lo que decidió apagar el motor y bajarse.

"Les dije que quería escucharles incluso si esto requería que me dieran una paliza y hablé con 5 a 6 de los que más enfadados estaban. Después de unos 15 minutos de intensa pero no violenta conversación se calmaron y nos fuimos en la moto sin ningún tipo de amenazas", añadió.