Gaza se echa a la calle ante la escasez extrema de electricidad

Gaza se echa a la calle ante la escasez extrema de electricidad

MAHMUD HAMS / AFP

Imagina lo que es vivir, en un buen día, con seis horas de electricidad. ¿Lo tienes en mente? Pues eso es Gaza hoy, una franja de tierra donde durante la mayor parte del día se vive como en la edad media, sin luz, sin depuradora de agua accionada por esa luz, sin manera de enfriar un cuarto -septiembre y Oriente Medio, la mezcla es pura fiebre-.

Cientos de palestinos de la Franja llevan días manifestándose en concentraciones tan mutitudinarias que no se recuerdan en la zona. Se quejan a Hamás, que gobierna el enclave, y a Israel, que cerca el territorio, por el parón de la actividad de la única planta eléctrica de Gaza.

La falta de combustible por el bloqueo para hacer funcionar la planta ha sumido a la Franja en una crisis eléctrica durante varios días, que también ha causado problemas al suministro de agua y que ha levantado las iras de muchos de sus habitantes, especialmente entre los vecindarios más pobres y de los residentes en campos de refugiados.

Por un lado, se quejan de falta de diligencia por parte de la corporación de energía controlada por el movimiento islamista Hamás y por la compañía de electricidad palestina, con base en la ciudad cisjordana de Ramala. Por otro, los ciudadanos denuncian que el cerco al que Israel somete la zona desde 2007 -cuando los islamistas se hicieron con el poder- impide la llegada de electricidad y también de combustible para mover los generadores.

Sólo organismos internacionales y algunos hoteles ocupados por extranjeros tienen dinero suficiente para pagar la gasolina que viene de Israel y que mueve estas máquinas. Israel permite con cuentagotas el paso de combustible a Gaza, a un precio altísimo, mientras que la única planta en funcionamiento produce sólo un 30% de la electricidad necesaria para la población. Dicha planta quedó inservible tras los ataques del Ejército de Israel del verano de 2014. El tendido, menor, que viene de Egipto también está dañado y no aporta corriente.

El Ejecutivo palestino asegura haber enviado gasolina a la central y que el actual desabastecimiento es causa del cierre de los pasos de entrada y salida de mercancías y bienes a Gaza con motivo del Año Nuevo judío, que se celebra desde el pasado domingo.

Estas son algunas de las estampas que deja la falta de electricidad en la zona.

  5c8b22372400006b054cf0d0

Ve a nuestra portada

  5c8b22372000004504703b66

Facebook

  5c8b22373b000072066d0e9e

Twitter

  5c8b2237250000e203ca21fb

Instagram

  5c8b2238360000ba1a6c8dd0

Pinterest

MOSTRAR BIOGRAFíA

Soy redactora centrada en Global y trato de contar el mundo de forma didáctica y crítica, con especial atención a los conflictos armados y las violaciones de derechos humanos.

 

Sobre qué temas escribo

Mi labor es diversa, como diverso es el planeta, así que salto de Oriente Medio a Estados Unidos, pero siempre con el mismo interés: tratar de entender quién y cómo manda en el siglo XXI y cómo afectan sus decisiones a la ciudadanía. Nunca hemos tenido tantos recursos, nunca hemos tenido tanto conocimiento, pero no llegan ni las reformas ni la convivencia prometidas. Las injusticias siempre hay que denunciarlas y para eso le damos a la tecla.

 

También tengo un especial empeño en la actualidad europea, que es la que nos condiciona el día a día, y trato de acercar sus novedades desde Bruselas. En esta ciudad y en este momento, la defensa es otra de las materias que más me ocupan y preocupan.

 

Mi trayectoria

Nací en Albacete en 1980 pero mis raíces son sevillanas. Estudié Periodismo en la Universidad de Sevilla, donde también me hice especialista en Comunicación Institucional y Defensa. Trabajé nueve años en El Correo de Andalucía escribiendo de política regional y salté al gabinete de la Secretaría de Estado de Defensa, en Madrid. En 2010 me marché como freelance (autónoma) a Jerusalén, donde fui corresponsal durante cinco años, trabajando para medios como la Cadena SER, El País o Canal Sur TV.

 

En 2015 me incorporé al Huff, pasando por las secciones de Fin de Semana y Hard News, siempre centrada en la información internacional, pero con brochazos de memoria histórica o crisis climática. El motor siempre es el mismo y lo resumió Martha Gellhorn, maestra de corresponsales: "Tiro piedras sobre un estanque. No sé qué efecto producen, pero al menos yo tiro piedras". Es lo que nos queda cuando nuestras armas son el ordenador y las palabras: contarlo. 

 

Sí, soy un poco intensa con el oficio periodístico y me preocupan sus condiciones, por eso he formado parte durante unos años de la junta directiva de la ONG Reporteros Sin Fronteras (RSF) España. Como también adoro la fotografía, escribí  'El viaje andaluz de Robert Capa'. Tuve el honor de recibir el XXIII Premio de la Comunicación Asociación de la Prensa de Sevilla por mi trabajo en Israel y Palestina y una mención especial en los Andalucía de Periodismo de la Junta de Andalucía (2007). He sido jurado del IV Premio Internacional de Periodismo ‘Manuel Chaves Nogales’.

 

 


 

Cómo contactar conmigo: