El Museo Thyssen repasa la relación entre el arte y la gastronomía (FOTOS)

El Museo Thyssen repasa la relación entre el arte y la gastronomía (FOTOS)

Desde el banquete de la Última Cena hasta la llegada de la comida rápida. A lo largo de la historia, el arte se ha hecho eco de los acontecimientos culinarios que han marcado la sociedad y, ya sea de forma anecdótica o en mayor profundidad, ha dado cuenta de las prácticas gastronómicas de cada época.

Por algo el Diccionario de la Real Academia Española incluye en la definición de 'cocina' la acepción "arte de guisar"; por algo Leonardo Da Vinci —artista del Renacimiento por excelencia— llegó a escribir un tratado de cocina; y por algo Ferran Adrià, ya en la actualidad, habla de la comida como una experiencia sensorial, casi sinestésica.

Para ahondar en este tema, el Museo Thyssen de Madrid ha organizado un recorrido en el que repasa el nexo entre estos dos artes, el pictórico y el gastronómico, y en el que revela numerosas anécdotas y curiosidades sobre esta relación histórica. Por ejemplo: ¿sabías quién fue el primer hombre que se puso a dieta o que el inventor del hojaldre era además pintor? Ahora puedes descubrirlo en detalle, y por etapas.

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Adán y Eva, Jan Gossaert

Puede que no sea la comida más elaborada, pero sí el primer alimento prohibido. Aunque en realidad la manzana no aparece como tal en la Biblia (y en cambio sí se nombran los melocotones, los albaricoques o los higos), se escogió esta fruta porque el término en latín, malus, hacía referencia al mal (también malus en latín).

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Matthäus Schwarz, contable alemán del siglo XVI, es considerado —en palabras de Raquel Sáez, la guía— el primer "fashion victim" de la historia al ser la primera persona que expresó su preocupación por el peso y la figura en un libro "único" en el que también habla sobre vestidos y moda. En el retrato, pintado por Christoph Amberger, quiso posar con el abrigo de su boda, que le quedaba pequeño, sólo para recordarse a sí mismo que necesitaba adelgazar.

Tradicionalmente, la religión ha ido muy ligada a la comida. Cada creencia suele tener ciertos alimentos prohibidos y hasta uno de los siete pecados capitales del cristianismo, la gula, se centra en ella. Por eso resulta contradictorio que, durante el Renacimiento, la Última Cena se representase como un enorme banquete donde hay de todo menos austeridad, como se puede apreciar en el anónimo veneciano de la imagen.

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Tal vez la Última Cena más famosa —y bastante más comedida— sea la de Leonardo Da Vinci, que entre sus muchos apelativos podría incluir el de "pionero de la nouvelle cuisine" con el tratado de cocina que escribió, de una sutilidad y elegancia demasiado refinadas para una época en la que ni siquiera se utilizaban servilletas y en la que apenas bastaban la mano y un cuchillo como utensilios en la mesa.

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Los lectores más gourmet sabrán que la crema Esaú es un puré de lentejas, pero probablemente desconozcan el origen de este nombre, y la obra Esaú vendiendo su primogenitura tiene la clave. En ella se ve a los hermanos bíblicos Esaú y Jacob en torno a un cuenco de lentejas, a cambio del cual Esaú cedió a su hermano menor sus derechos como hijo primogénito.

El francés Claudio de Lorena, autor de Paisaje idílico con la huida de Egipto, fue panadero antes que pintor. Aparentemente le gustaba combinar ambas aficiones e incluso se dice que, aunque le robaron la receta, en Florencia inventó la sfogliata —que hoy conocemos como hojaldre— a fuerza de amasar el pan con manteca para que pudiera masticarlo su padre, aquejado de problemas dentales.

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Fiel a su estilo hiperrealista, el artista estadounidense Richard Estes inmortalizó en su obra Nedick’s una de las primeras cadenas de comida rápida neoyorquinas, creada a principios del siglo XX para responder a las necesidades de la gente. Aquí se refleja una nueva costumbre del hombre moderno que, tras la Segunda Revolución Industrial y el auge del capitalismo, no puede permitirse el lujo de perder el tiempo y se contenta con un rápido (y grasiento poco elaborado) tentempié para matar el hambre por poco dinero.

El movimiento vanguardista futurista abarcó muchas artes, pero quizá la más llamativa sea la de la cocina. El propio Marinetti, fundador de esta corriente, se encargó de redactar el manifiesto La cocina futurista, en el que rechazaba la pasta escurrida (pese a ser italiano), defendía el uso terapéutico de ciertos alimentos y promovía una cocina creativa, provocativa, estética y sensorial.

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Con motivo del Gastrofestival Madrid, el Museo de arte Thyssen propone un recorrido guiado por las obras de la colección con temática gastronómica, que permite contemplar cuadros de Picasso, bodegones o mercados flamencos, y descubrir los secretos del cocinero de George Washington.

Las visitas, que culminan con la degustación de una tapa, tienen lugar los sábados 23 y 30 de enero y 6 de febrero a las 12 horas, y las entradas se pueden comprar (por 16 euros) a través de la web del museo, en el teléfono 902 760 511 y en taquilla.

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