Europa emprende maniobras de alto riesgo

Europa emprende maniobras de alto riesgo

FRANCOIS LENOIR/REUTERS

Sólo cuando uno está con el agua al cuello puede entender lo que el cuerpo es capaz de contorsionarse para tomar impulso. Algo parecido le ocurre a una Unión Europea desbordada por la crisis de los refugiados, tanto por la tragedia humana y el reto logístico que representa su llegada, como por la emergencia política de unas fuerzas populistas que avanzan al calor de esta crisis a norte, sur, este y oeste, y amenazan con desplazar del tablero a las fuerzas centristas, madrinas y padrinas de la construcción europea. Sólo su desesperación por resolver esta enorme crisis puede explicar el riesgo moral, legal y político en el que se embarca este viernes la Unión Europea al firmar un acuerdo con Turquía.

Dos señales del mundo exterior, a las puertas del edificio en dónde los líderes se han reunido en Bruselas, se han encargado de recordar a los líderes el terreno resbaladizo por el que caminan a partir de hoy. Por un lado, un gran cartel luminoso colocado por Amnistía Internacional advertía: “No comercien con los refugiados, paren el acuerdo”. Por otro, los gritos de un centenar de kurdos que esta mañana se han manifestado ante la llegada del primer ministro turco, Ahmet Davutoglu, a la capital europea. Como guinda, cuatro periodistas de Zanam, el periódico turco que el Gobierno cerró hace semanas, se han presentado en la cumbre para recordar las violaciones contra la libertad de expresión que Ankara ha endurecido en los últimos tiempos. En la rueda de prensa conjunta con las autoridades europeas nos les han dejado hacer preguntas a su primer ministro. Tampoco en Bruselas.

Moralmente, el acuerdo es duro de tragar para la Unión Europea, que se ha distinguido desde su fundación por el respeto de los derechos humanos. Hija de las guerras y el tráfico cruzado de refugiados que un día desbordaron este continente, la Unión toma ahora la decisión de habilitar un mecanismo que permite a Grecia devolver a Turquía a quienes lleguen a sus costas a partir de este domingo, con independencia de que sus casos concretos acrediten que han huido de la violencia y tienen derecho a tramitar una petición de asilo.

Las imágenes que se verán por televisión y a través de las redes sociales a partir del 4 de abril (fecha en la que comenzarán las expulsiones del territorio europeo) prometen ser durísimas para la proyección de la UE en el mundo. Quien ha arriesgado su vida cruzando el mar en condiciones lamentables no pondrá las cosas fáciles a los policías que tendrán la responsabilidad de deportarles a Turquía.

Sin embargo, las autoridades europeas creen que con este sistema se evitará un mal mayor. “Idomeni no representa Europa, no es mi idea de Europa”, ha afirmado el presidente de la Comisión Europea, Jean Claude Juncker, en relación al caótico campamento de refugiados que se encuentra en Grecia en la frontera con Macedonia. En la misma línea, Davutoglu ha sostenido: “Quien tenga un sistema mejor que éste, que lo proponga”.

AJUSTAR A TURQUÍA A LA DEFINICIÓN DE PAÍS SEGURO

Esta maniobra no dejará a los refugiados abandonados a su suerte, según los firmantes, sino que gozarán de protección internacional en Turquía, que ahora se compromete a hacer algunas modificaciones legislativas que garanticen que es, según el derecho internacional, un “país seguro”. Quienes ya están en las islas griegas no podrán ser penalizados por esta medida. Y la Unión asegura que el trato individual de cada caso (lo que requerirá una macro misión europea de asistencia técnica de intérpretes y juristas en las islas griegas) y su posibilidad de recurrir garantiza que el texto respeta la legislación europea e internacional.

Por cada sirio que sea devuelto, otro será acogido en un país europeo, con un límite inicial de 72.000 refugiados. La Unión los trasladará desde Turquía, dando preferencia a los que no han cruzado por su propio riesgo a Grecia. El presidente de la Comisión ha asegurado que se acogerá desde Turquía a 6.000 refugiados sirios al mes, en un mecanismo que se activará tan rápido como las devoluciones. “La puesta en marcha de este mecanismo requerirá un esfuerzo hercúleo”, ha reconocido Juncker.

Turquía recibirá fondos europeos para dedicarlos a los refugiados (hasta 6.000 millones de euros hasta 2018). Se acelerará la negociación para su adhesión (ha obtenido la promesa europea de que se abrirá el capítulo 33 de las “previsiones financieras y presupuestarias”). Y también ha obtenido la promesa de que los europeos trabajarán lo necesario para que, a partir de junio de 2016 los ciudadanos turcos puedan viajar por la zona Schengen sin visado.

Pero la gran duda que hay en el aire y amenaza con dejar el acuerdo en papel mojado es evidente: si la Unión Europea no ha sido capaz de reubicar a los miles de refugiados que ya se encuentran en su territorio, ¿cómo logrará hacerlo ahora de manera eficaz con quienes se encuentran en Turquía? Si Turquía es capaz de dar cobijo a más de dos millones de refugiados, ¿cómo es posible que la Unión esté desbordada para gestionar unas decenas de miles en todo su territorio?