Por qué Francia se ha echado a la calle contra Hollande

Por qué Francia se ha echado a la calle contra Hollande

GUILLAUME HORCAJUELO/EFE

Francia está viendo jornadas de huelga y protestas que no tienen pinta de terminarse a corto plazo. Un 70% de la ciudadanía está en contra de la reforma laboral de la ministra de Empleo, Myriam El Khomri, que pretende aprobar el Gobierno socialista de François Hollande. Los cambios, denuncian sindicatos y organizaciones estudiantiles, suponen un retroceso de las condiciones laborales al siglo XX y por eso piden la retirada del proyecto de ley. Y eso, en el país de las 35 horas, no va a ocurrir sin, al menos, una férrea resistencia, como la del movimiento Nuit debout, que recuerda al 15-M.

La ministra de Trabajo, Myriam El Khomri, que da nombre al proyecto, sostiene que su ley favorecerá la contratación, en particular la indefinida, y rechaza que ataque los derechos de los trabajadores, sobre todo de los más jóvenes, protegidos según ella por la llamada "garantía juvenil", que les asegura un subsidio. Pero la oposición a esta reforma, que comenzará su trámite parlamentario este mes, no ha cesado desde que en febrero se filtraron algunos de sus contenidos.

Los sindicatos han anunciado que planean organizar nuevas marchas los días 5 y 9 de abril y el sindicato CGT ha añadido que las protestas no cesarán hasta que el proyecto de ley sea derogado. "Los trabajadores son tratados como basura, ya hemos tenido suficiente, y es Hollande quien pretende representar a la izquierda", ha aseverado el representante de CGT Jean-Luc Gutel. "Se le dice a la juventud que estudien durante años, pero ¿para qué?", ha cuestionado.

La prensa francesa señala que ni Sarkozy se habría atrevido a presentar un texto "liberal" que para el ala más izquierda del Partido Socialista francés supone un giro a la derecha. Los dirigentes socialistas apuntan directamente al primer ministro, Manuel Valls, del volantazo del Ejecutivo.

La reforma plantea que los empresarios ganen en flexibilidad y reduzcan los costes laborales. La nueva legislación permitiría el despedido si la empresa prevé perder beneficios, como la reforma laboral del PP, en la que se inspira. Si se trata de una filial de un grupo internacional, podrá hacerlo si las cuentas en Francia no van como esperaban, con independencia de que a las otras filiales les vaya bien.

Las indemnizaciones por despido improcedente caerán de los 12 meses de salario de ahora a seis, y solo el trabajador llevaba más de dos años en la empresa. Para los que lleven menos de dos, las indemnizaciones se rebajan de cuatro a tres meses, y para los que hayan trabajado más de 20 años en una compañía, se reduce de 27 a 15.

La nueva ley del trabajo pone las negociaciones empresariales por encima de los convenios colectivos, lo que se traduce por ejemplo en que si el comité de empresa lo decide, se pueden rebajar las horas extra y aprobar rebajas laborales.

El Gobierno ha tenido que corregir y modificar el texto inicial después de las primeras movilizaciones en contra de la reforma, pero no lo retira, como piden quienes se oponen.

Tras la primera jornada de protestas el pasado 9 de marzo, la ministra explicó algunas concesiones a los sindicatos, como imponer cotizaciones suplementarias a los contratos temporales para "reducir la precariedad", ya que las personas que trabajan con ese régimen tienen dificultades para alquilar una vivienda o conseguir un crédito.

El Gobierno también ha renunciado a renunciar a fijar un tope a las indemnizaciones por despido improcedente, sustituido por un baremo indicativo para los jueces de lo social. Han desaparecido también en el redactado inicial una serie de causas que podían esgrimir las empresas para despedir por razones económicas, y serán los jueces quienes establezcan si ha habido voluntad de falsear las cuentas para acreditar pérdidas que justifiquen supresión de empleos.

Se ha decidido también suprimir la disposición que hubiera permitido prolongar el tiempo de trabajo de los aprendices. En la actualidad sus horarios se pueden prolongar hasta 40 horas semanales si se obtiene el visto bueno de los inspectores laborales.

A pesar de estos cambios, las protestas han continuado. Tras las jornadas de paros del 31 de marzo, Valls comentó que "pedir la retirada del texto no tiene sentido. Mejorarlo, mejorar el conjunto de políticas públicas hacia la juventud, sí".

La oposición a ese proyecto de ley comenzó desde que se filtraron a finales de febrero algunos de sus puntos. Los sindicatos aseguraron que 1,2 millones de personas salieron a las calles de unas 200 ciudades el pasado 31 de marzo, más del doble que el 9 de marzo, mientras que la policía cifró la afluencia, respectivamente, en 390.000 y 224.000 manifestantes. En algunos lugares como París y Toulouse se produjeron disturbios por choques entre manifestantes y policías, y hubo al menos 100 detenciones.

Fueron las cuatro grandes centrales sindicales las que convocaron los paros (CGT, FO, FSU y SUD), a los que se sumaron dos organizaciones de estudiantes (Unef y UNL). Al calor de las protestas ha surgido un movimiento social, Nuit Debout, que empieza a multiplicarse por todo el país.

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El primer borrador del proyecto de ley fue aplaudido por la patronal y los republicanos, el partido de Nicolas Sarkozy, pero tras los últimos cambios, consideran que se ha perdido la anhelada "flexibilidad". Pero como señala El Confidencial, las rectificaciones le han servido a Hollande para ganarse algo de apoyo de la Confederación Francesa Democrática del Trabajo (CFDT), el primer sindicato por número de afiliados.

Le Monde publicó el pasado 4 de marzo una columna firmada por un grupo de 31 profesores universitarios e investigadores, incluyendo al premio nobel de 2014 Jean Tirole, que apoyan la reforma. Según este colectivo, "la ley El Khomri significará mejoras para los más débiles. Al minimizar la incertidumbre asociada a las terminaciones de contratos [despidos], incitará a las empresas a hacer más contratos indefinidos".

Es lo que se preguntan los medios de comunicación estos días, y las respuestas -un movimiento horizontal, sin líderes, donde todo se decide en asamblea en la emblemática plaza de la República (París), en la han plantado tiendas de campaña desde el 31 de marzo y la gente trata de resistir y trabajar en comisiones pese a los desalojos policiales- recuerdan mucho a las de los primeros días del 15-M. Hasta las pancartas, que piden "democracia real ya" ("réelle démocratie maintenant") recuerdan al mayo de 2011.

El movimiento, que también se organiza por redes sociales, se parece al de los indignados en que rechaza alinearse con ningún partido, pero ha reabierto el debate político entre los congregados.

Los jóvenes, trabajadores y precarios que permanecen despiertos por la noche empezaron a organizarse cuando montaron las protestas del pasado 9 de marzo. Algunos dirigentes socialistas, como Jean-Christophe Cambadélis, secretario general del Partido Socialista, siguen con atención el nacimiento del fenómeno. Él se dio un paseo por las asambleas, y le gustó que el debate era "menos sectario" que el de los políticos, y que "se aceptan todas las opiniones". Hollande ha dicho que les escuchará e intentará darles respuestas, pero ha defendido la reforma laboral.