El PP gana las elecciones y el 'sorpasso' se esfuma

El PP gana las elecciones y el 'sorpasso' se esfuma

Nada cambia, pero cambia todo. El PP ha ganado las elecciones generales del 26-J. Pero, al igual que el 20-D, no cuenta con los votos suficientes para gobernar. Los últimos casos de corrupción no han afectado al partido de Mariano Rajoy, que ha sumado 137 escaños, 14 más que hace seis meses. Es la única formación que mejora sus resultados.

El refuerzo del PP no propicia cambios sustanciales en el tablero político. Los cuatro primeros puestos se mantienen inalterables respecto a diciembre y sólo hay un par de alianzas a dos que facilitarían una investidura: la suma de PP y PSOE y la de PP y Unidos Podemos. A día de hoy ninguna parece posible. Tampoco cambia el Senado, donde el PP ha revalidado su mayoría absoluta.

La gran aspiración de Unidos Podemos, el 'sorpasso' al PSOE, se ha quedado en una quimera. El partido de Pedro Sánchez ha perdido cinco escaños (85) respecto al 20-D, pero sus más de cinco millones de votos le configuran como pieza clave para cualquier formación que aspire a formar gobierno.

Podemos, que desde su confluencia con Izquierda Unida se disparó a la segunda posición en todas las encuestas, se ha quedado con 45 diputados, tres más que en diciembre gracias a su pacto con el partido de Alberto Garzón, que entonces logró dos. Con las Mareas, Unidos Podemos obtiene 71 asientos en el Congreso de los Diputados. "Los resultados no son satisfactorios", ha concedido Pablo Iglesias.

La ley electoral y la bipolarización de la campaña se ha ensañado con Ciudadanos, que ha perdido 8 escaños —de 40 diputados a 32— pese a tener un 1% menos de sufragios.

El PP llegaba, teóricamente, muy tocado a las elecciones por los casos de corrupción y por la desidia de Rajoy a la hora de alcanzar pactos de gobierno en la legislatura fallida. La publicación, la última semana de campaña electoral, de los tejemanejes del ministro del Interior para perjudicar a los líderes catalanes, no ha tenido el más mínimo efecto sobre el electorado. La victoria del ‘Brexit’, el pasado viernes, se interpretó como una balón de oxígeno ante la perspectiva de que los votantes se decantasen por un político curtido para afrontar los cambios a los que se enfrenta la Unión Europea.

La clave, sin embargo, ha estado en la polarización de la campaña electoral. El recurso al miedo lanzado desde primera hora por el PP contra Unidos Podemos ha movilizado a su electorado y a parte del que le dejó el 20-D para abrazar a Ciudadanos. El partido de Mariano Rajoy ha sido el único que ha mejorado sus resultados respecto a hace seis meses. Un logro que, sin duda, le refuerza como líder de un futuro Gobierno.

Una victoria clara pero con sabor agridulce. Porque el PP sigue, como el 20-D, sin poder gobernar en solitario. Ni siquiera le vale una alianza con Ciudadanos. Necesitará del voto favorable o, cuando menos, la abstención del PSOE para poder gobernar. Pese a ello, Rajoy es el claro vencendor del 26-J.

El PSOE vuelve a estar tocado, pero no hundido. Ha perdido cinco escaños en apenas seis meses, pero el peor de los panoramas, el ‘sorpasso’ de Unidos Podemos al PSOE, se ha quedado muy alejado de la realidad. Ese mero hecho deja con vida a Pedro Sánchez como líder del PSOE, incluso teniendo en cuenta que el resultado es el peor en la historia de los socialistas.

Además la formación de Pedro Sánchez se afianza como la más relevante de cara a sellar posibles pactos electorales. Otra vez la llave de la Moncloa está en Ferraz. De él y de su partido depende que España tenga Gobierno o vaya a las urnas por tercera vez. Una abstención condicionada a un Ejecutivo de Mariano Rajoy no sería ya un opción descabellada.

Son los grandes derrotados, no tanto por los resultados obtenidos como por las expectativas que había generado la confluencia de Podemos, Izquierda Unida y las Mareas. La cara de Pablo Iglesia en la rueda de prensa tras conocer los resultados era la de un político vencido, tocado y tal vez hundido. No es para menos: ha perdido más de un millón de votos.

El experimento de aliarse con Izquierda Unida —como ya hizo el PSOE de Almunia en el año 2000— ha resultado inútil y apenas ha arañado un escaño. Los 71 diputados sumados a los 85 del PSOE sencillamente no dan. Y su aspiración a ser el partido de la izquierda en España ha quedado muy muy lejos de lo que esperaba. Un dato significativo: Podemos se hizo el 20-D con 3,1 millones de votos. El 26-J, con Izquierda Unida y Equo, ha conseguido 3 millones raspados.

La candidatura formada por Podemos, IU y sus confluencias en Cataluña, Galicia y la Comunidad Valenciana suma 71 escaños, los mismos que lograron en los comicios de hace seis meses. Sin embargo, se queda poco por encima de los cinco millones de votos, más de un millón menos que en todo el país respecto al 20-D.

El partido de Albert Rivera, que en algunas encuestas de hace seis meses se llegó a situar incluso en segunda posición, ha quedado relegado este 26 de junio a cuarto partido… y cayendo. Se ha dejado ocho escaños, hasta los 32, y las posibilidades de convertirse en hacedor de gobiernos ha menguado de forma considerable. La polarización de la campaña le ha perjudicado en el número de apoyos: la gran mayoría se han trasladado al PP.

Si el 20 de diciembre atrajo 3.500.000 votos en junio se ha debido conformar con 3.100.000 (del 13,94% al 13,05%). "Queríamos más", ha reconocido el líder de la formación naranja, Albert Rivera, entre quejas por el sistema electoral. Lleva razón: La caída en apenas un 1% se ha llevado por delante nueve escaños.

ERC mantiene nueve diputados; CDC sus ocho representantes y el PNV baja de seis a cinco escaños. EH-Bildu conserva sus dos escaños y Coalición Canaria mantiene el que tenía.

¿Y UPyD? Pues eso.

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