Las claves del fallido golpe de estado en Turquía

Las claves del fallido golpe de estado en Turquía

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Turquía vivió la madrugada del viernes al sábado las horas más tensas de su historia más reciente con la declaración, en torno a las 21.30 del viernes, de un fallido golpe de Estado ejecutado por un grupo de militares contra el Gobierno del presidente Recep Tayyip Erdogan, que ha responsabilizado del acto a su némesis, el clérigo residente en Estados Unidos Fetullah Gülen.

Nadie, sin embargo, ha asumido por el momento la responsabilidad de un levantamiento que ha dejado casi 200 muertos, miles de heridos y escenas de guerra en Estambul y Ankara, puntos calientes de la fallida asonada. El sábado por la tarde, el Gobierno dio el golpe por fracasado, y el número de soldados detenido ya era de más de 2.500.

La facción rebelde estaba formada por más de un grupo de militares, equipados con tanques e incluso un helicóptero de combate que provocaron, en un primer momento, el pánico y la parálisis entre la población.

Poco antes de las 22:00 horas (hora peninsular española) los militares sacaban los tanques a la calle y cortaban las vías de comunicación de las principales capitales del país, declarando la ley marcial e imponiendo un toque de queda en todo el país a través de un comunicado emitido en la televisión estatal. En él anunciaban el inicio de un "proceso constituyente" y la creación de un "consejo de paz".

La agencia oficial turca, Anadolu, afirmó que el jefe del Estado Mayor, general Hulusi Akar, fue tomado como rehén por un grupo de soldados. El oficial fue liberado el sábado por la mañana.

Lo primero que pretendieron los militares fue controlar las dos principales ciudades del país: Ankara, la capital, y Estambul, la ciudad más poblada. A lo largo de la noche se registraron fuertes enfrentamientos en las dos localidades.

El Parlamento de Ankara fue rodeado por tanques sublevados que dispararon contra el edificio, causando graves daños materiales. Los golpistas tomaron en un primer momento el aeropuerto de Ataturk, en Estambul, y, en uno de los ataques más sangrientos de la noche, contra la sede de las fuerzas especiales en el barrio de Gulbasi, Ankara, los golpistas mataron a 17 policías.

El cierre de los puentes del Bósforo y de Fatih Sultan, en Estambul, en torno a las 21.30 horas apuntaban lo que comenzaría media hora después. Los residentes de Ankara y Estambul atestiguaron el vuelo a ras de los tejados de aviones y helicópteros de combate y el sonido de varios disparos.

El Gobierno turco confirmó el golpe de Estado en torno a las 22.00 horas a través del primer ministro, Binali Yildirim. El presidente Erdogan estaba en esos momentos con su familia, disfrutando de unas vacaciones en la ciudad de Bodrum, en el suroeste del país.

Según los medios turcos, dos helicópteros de los golpistas fueron abatidos por cazas, pero otros aviones bombardearon el Parlamento, dejando varios heridos y graves daños materiales.

Tras la declaración de Yildirim en la que afirmaba que el golpe no triunfaría, Erdogán realizó una entrevista en televisión a través de su iPhone y llamó a la población a salir a las calles para oponerse al golpe. Fueron los momentos de mayor tensión de la noche.

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Según las imágenes difundidas por las televisiones turcas, muchos militares golpistas sufrieron un violento acoso por parte de ciudadanos que habían salido a la calle de madrugada siguiendo el llamamiento del Gobierno, y algunos sólo fueron salvados del linchamiento por la intervención de la policía.

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Las fotos muestran un gran número de jóvenes, algunos incluso con atuendo claramente islamista, entre los manifestantes antigolpistas de la madrugada, casi todos varones, en un llamativo contraste con las manifestaciones izquierdistas que en Turquía suelen contar con tantas mujeres como hombres.

Las protestas se convirtieron al amanecer, cuando los soldados golpistas abandonaron los tanques sobre el puente del Bósforo y se rindieron a la policía, un instante transmitido en directo por las televisiones.

Según las cifras difundidas por el primer ministro, Binali Yildirim, el balance del golpe son 161 muertos, entre policías, soldados leales al Gobierno y civiles y 1.440 heridos, a lo que se añadirían aproximadamente 20 muertos y 30 heridos entre los golpistas.

Esta última cifra contrasta con la avanzada por las autoridades militares leales horas antes, que hablaban de 104 golpistas muertos.

El sábado, cuando era casi seguro que el golpe había fracasado, el Gobierno optó por hacer una demostración de fuerza. Llevó a cabo miles de detenciones y se apresuró a realizar purgas en la Judicatura, a la vez que recibía el respaldo de todos los partidos políticos.

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Un civil golpea a los militares que se rindieron tras el intento de golpe de estado

Más de 2.800 soldados fueron detenidos tras fracasar el golpe, y el Ministerio de Interior anunció la destitución de 5 generales y 29 coroneles. Entre los militares detenidos se hallan los generales Adem Huduti, comandante del 2º Ejército de Turquía, que controla la lucha contra la guerrilla kurda en el sureste del país, y Erdal Öztürk, comandante del 3º Ejército, estacionado en Anatolia oriental.

Pero además, el Gobierno inició una purga de la Judicatura, y la Junta Superior de Jueces y Fiscales ha destituido a 2.745 magistrados, al tiempo que el Ministerio de Justicia cesara a 5 de los 22 miembros de ese mismo cuerpo.

Por su parte, la policía detuvo a 10 jueces del Danistay, la máxima autoridad jurídica para contenciosos administrativos, y tiene a otros 38 en búsqueda y captura, mientras que hay orden de arresto contra 140 jueces del Tribunal Supremo (Yargitay), y se ha detenido a Alparslan Altan, juez del Tribunal Constitucional.

La verdadera motivación de los conspiradores es aún oscura, pero el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, adjudicó de inmediato la responsabilidad a la red de seguidores del predicador Fethullah Gülen, hasta 2013 firme aliado del Gobierno islamista cuya ideología comparte, y desde entonces acérrimo enemigo.

Los medios afines a Gülen negaron tajantemente toda implicación y transmitieron una condena del golpe por parte del predicador, exiliado en Pensilvania.

Aunque la presencia de los gülenistas en Policía y Judicatura era conocida, hasta que estos cuerpos sufrieron amplias campañas de purgas en los últimos años, no hay constancia de que los mandos militares, de tradición firmemente laica, tengan simpatías por la cofradía religiosa.

En su primera intervención pública el sábado, Erdogan ha descrito el golpe como "un regalo de dios" que permite extender la purga de gülenistas al Ejército.