En los Paralímpicos de Río, se vigila de cerca la automutilación como forma de dopaje

En los Paralímpicos de Río, se vigila de cerca la automutilación como forma de dopaje

Reuters

Fracturarse voluntariamente un dedo, hacerse una herida en los miembros paralizados para estimular la presión sanguínea… La automutilación o boosting es una forma de dopaje específica para los minusválidos, y se controlará muy de cerca en los Juegos Paralímpicos de Río, que han comenzado este miércoles, 7 de septiembre.

La práctica afecta a los deportistas con una lesión de la médula espinal. Aparte de la parálisis y la pérdida de sensaciones en sus miembros, los atletas sufren problemas de presión sanguínea y de ritmo cardíaco.

Como consecuencia, cuando realizan un gran esfuerzo, a las personas en silla de ruedas no les aumenta la frecuencia cardiaca lo suficiente como para responder a las demandas generadas por su cuerpo. De ahí que en sus pruebas sufran una fatiga excesiva ligada a una baja presión sanguínea y una falta de resistencia.

Por eso, algunos deportistas compensan esas debilidades automutilándose sus miembros insensibilizados, que no sienten dolor. Todo esto con el objetivo de aumentar la presión sanguínea, de mejorar el flujo sanguíneo en los músculos y, por tanto, de obtener mejores resultados.

Electroshocks, perforaciones, bloqueo de la sonda urinaria para distender la vejiga, botas muy ajustadas en los miembros inferiores, torsión o aplastamiento de testículos, fractura del dedo gordo, etcétera. Con el boosting, el catálogo de los horrores no tiene fin.

EL 'BOOSTING', UNA PRÁCTICA PELIGROSA

"Es muy marginal", relativiza Michaël Jérémiasz, abanderado de la delegación francesa en Río y jugador de tenis silla. "He oído hablar de ello desde los Paralímpicos de invierno en 2014. No lo conozco demasiado, pero puede existir, no resulta más descabellado que los que se inyectan sangre. Forma parte de esas cosas tan locas que algunos pueden llegar a hacer", sostiene.

De hecho, el boosting plantea sobre todo una cuestión de salud pública. Los que lo practican podrían sufrir hiperreflexia autónoma (HRA), un problema médico bastante común en las personas paralíticas, que pueden ser víctimas de ello en su vida cotidiana como reacción a una simple herida, llaga o inflamación. Este fenómeno conlleva un brusco aumento de la presión arterial, junto con un riesgo de ataque cerebral o cardíaco potencialmente mortal.

"Este método (del boosting) es excesivamente peligroso, pues no se puede controlar", señala el doctor Jean-Claude Druvert, médico y jefe de la delegación francesa en Río de Janeiro.

Por este motivo, el Comité Paralímpico Internacional (CPI) ha querido atajar este problema y prohibió el boosting en 2004.

"Llegar a un estado de HRA, ya sea de forma intencionada o no, pone en peligro la salud de los atletas. También es una forma de mejorar su actuación", recuerda Peter Van de Vliet, director del servicio médico y científico del CPI.

Hace unos años, la Agencia Mundial Antidopaje y el CPI publicaron un estudio cuyas conclusiones provocan escalofríos.

CONTROLES ESTRICTOS DURANTE LAS COMPETICIONES

"A pesar de que conocen los peligros que supone para su salud, el 16,7% de los participantes en el estudio reconoció haber recurrido al boosting para mejorar su rendimiento, ya sea en los entrenamientos o en la competición", apunta el informe, que se apoya en datos de 2008 y 2009.

Para detectar un estado de HRA, el CPI decidió controlar a los atletas antes de sus pruebas midiendo su tensión.

Ya se hizo en los Juegos Paralímpicos de Pekín en 2008 (donde hubo 37 controles) y después en Londres (41 controles), pero no se registró ningún caso. No obstante, en Río 2016, y tras analizar en profundidad datos de 160 atletas estos últimos años, el PCI elevó sus exigencias el pasado abril.

Desde entonces, está prohibido que compitan los deportistas que presenten una tensión superior a 160 mmHg, frente a los 180 mmHg de presión arterial sistólica que se marcaban antes.

La medicina general considera que un paciente presenta una hipertensión arterial cuando es superior a 140 mmHg (también hay que tener en cuenta la presión arterial diastólica).

Peter Van de Vliet zanja: "El CPI debe velar por la salud y la protección de los atletas y por la integridad del deporte".

Este artículo fue publicado originalmente en la edición francesa de 'The Huffington Post' y ha sido traducido del francés por Marina Velasco Serrano