Las 28 mentiras de Narcos según, el hijo de Pablo Escobar

Las 28 mentiras de Narcos según, el hijo de Pablo Escobar

NETFLIX

El pasado 2 de septiembre se estrenó la segunda temporada de Narcos. Pocas semanas después el hijo de Pablo Escobar, Sebastián Marroquín, antes conocido como Juan Pablo Escobar, ha criticado con dureza la trama de la segunda entrega de la serie.

Marroquín publicó en su cuenta de Facebook una fuerte crítica a la segunda temporada de la ficción de Netflix. Bajo el título Narcos 2 y sus 28 Quimeras enumeró las razones por las que, según él, la serie no se ajusta a la realidad de lo que vivió junto a su padre.

El hijo de Pablo Escobar ha cargado contra Netflix, pero no hay que olvidar que al inicio de cada episodio, el canal avisa a los espectadores con el siguiente texto:

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(Esta serie está basada en hechos reales. Sin embargo, algunas escenas, personajes, negocios, incidentes, nombres y localizaciones han sido alterados por motivos narrativos)

ATENCIÓN: Contiene muchos spoilers, lee bajo tu responsabilidad

Este es el texto íntegro que el hijo de Escobar publicó en su cuenta de Facebook:

"En nombre de mi país y en honor a la verdad real de los hechos acontecidos entre 1980 y 1990 me veo en la obligación de exponer lo gravísimos errores de una serie que se auto proclama como veraz, cuando dista muchísimo de serlo, insultando así la historia de toda una nación y de muchísimas víctimas y familias:

1. Carlos Henao Q.E.P.D. era mi tío materno y no era ningún narcotraficante como lo pintan en la serie. De hecho, era un gran hombre, trabajador, honesto, noble y buen padre de familia. Muy amigo de mi madre. Era un arquitecto empírico (sin titulación oficial) que ayudó a construir algunas casas, carreteras y puentes de la Hacienda Nápoles a mi padre, pero nunca se involucró en actividades ilícitas. Jamás fue condenado en Colombia o país alguno por ningún delito. Era vendedor de Biblias, de acrílicos y de fregonas. Siempre hablaba de hacer la Paz, no la guerra. Siempre hablaba de escapar, no de atacar a nadie. No fue narcotraficante y los de Netflix lo difaman a él y con ello a todos nosotros que somos su familia entera, con total impunidad y tranquilidad. Carlos Henao no fue jamás narcotraficante ni vivió en Miami. Fue secuestrado y torturado junto a Francisco Toro, otro hombre inocente y decente. Qué triste que Netflix haya mostrado tantos cadáveres con los carteles de Los Pepes colgados, y se les olvidó publicar las imágenes del cuerpo de mi tío Carlos torturado que en ese sentido eran idénticas y también públicas. Pero no contentos con eso, lo ubicaron en otro tiempo y lugar dentro de la historia de mi padre, e hicieron parecer que su muerte fuera producto de un enfrentamiento legítimo entre policías y narcos, cuando en realidad fue una injusticia su muerte, mientras así es que se le vulnera el derecho al buen nombre, a la honra y al honor de quien fuera un tío muy querido y respetado en todo Medellín. Un hombre intachable de principio a fin.

2. Mi padre no era hincha del Atlético Nacional, sino del Deportivo Independiente Medellín. Si los guionistas no saben ni el equipo favorito de Pablo, ¿cómo atreverse a contar el resto de una historia así y venderla como cierta? ¿Todo vale?

3. La Quica fue apresado en Nueva York el 24 de septiembre de 1991 así que para la fuga de mi padre de La Catedral (julio de 1992) ya llevaba detenido en Estados Unidos un rato largo por falsedad de documentos. Allí fue posterior e injustamente acusado y condenado por la bomba al vuelo del avión de Avianca en el que murieron más de 100 pasajeros y la tripulación y donde se creía que viajaría el sucesor de Luis Carlos Galán, César Gaviria. Hasta el fiscal De Greiff envió cartas a Estados Unidos a favor de su absolución ya que este hombre —según insistía también mí padre— no tuvo participación alguna en el hecho llevado en la vida real por Carlos Castaño bajo órdenes de mi padre. Pero lamentablemente puede más el odio que la justicia a la hora de buscar la verdad.

4. Sobre la fuga de La Catedral: no hubo un enfrentamiento tan grande allí, sólo murió un guardián de la cárcel. Los que se quedaron no lucharon. Mi padre no tuvo ni contactos ni ayuda de la ley para escapar. La huida estaba diseñada desde la construcción misma de la cárcel: Escobar ordenó dejar unos ladrillos flojos y se escapó cuando el gobierno le notificó que le incumplirían el acuerdo de no trasladarlo nunca de esa prisión.

5. Limón era trabajador de Roberto, alias Osito , hermano mayor de mi padre. Trabajó para él como chófer durante 20 años. No fue reclutado al final de la historia de la familia, sino muchos años antes. Pero al tratarse de un trabajador de Roberto y al ser Osito un colaborador de la DEA (Agencia Antidroga Americana), pudo extraer y entregar información para vender a su hermano. A Limón le conocí siendo el conductor del camión que me subía a La Catedral. Mi tío, al final de los días de mi padre —tristemente y de manera desleal— ayudó en tareas de inteligencia a favor de Los Pepes y de la DEA para dar con el paradero de su hermano, esposa e hijos.

6. No es cierto que los carteles de Medellín y Cali negociaran quedarse con Miami y Nueva York como territorios de narcotráfico respectivamente. La verdad es que aún hoy ante el crecimiento exponencial del mercado de las drogas prohibidas sigue existiendo una demanda tan grande, que siempre habrá un déficit de narcos y clientes para todos los que lleguen. Los consumidores son millones y pagan lo que sea por ser complacidos.

7. La CIA no propuso a los hermanos Castaño crear Los Pepes. Fue Fidel Castaño quien lo decidió con la complicidad del Cartel de Cali y las autoridades locales y extranjeras que hicieron la vista gorda a miles de crímenes y desaparecidos.

Mi madre jamás compró ni usó un arma. Todo al respecto es mentira. Nunca disparó.

9. Mi padre no mató personalmente a ningún Coronel Carrillo, así es como llaman en la serie al Jefe del Bloque de Búsqueda. Escobar atentó en muchas ocasiones contra la Policía de Colombia. A finales de los 80 llegaron a morir más de 500 policías en Medellín. No me siento orgulloso en absoluto de la violencia de mi padre, y reconozco que le hizo mucho daño a la Policía así como también le dio mucho dinero.

10. Los que conocen la historia saben que mi padre se equivocó gravemente ordenando la muerte de los que eran sus socios y prestamistas, Moncada y Galeano. Estos últimos fueron secuestrados por el cartel de Cali y para que los liberaran, prometieron entregar a Pablo y sus hombres a la vez que les exigieron cortar toda la ayuda económica. Había grabaciones telefónicas que lo demostraban. Mi padre aún así decidió perdonar la vida de Moncada al último minuto, pero para cuando llegó la orden de parar su asesinato ya era demasiado tarde. Este fue uno de los crímenes determinantes en la caída y final de mi padre.

11. Mi padre pasó el final de sus días solo. No tan lleno de bandidos como lo muestran. Puesto que casi todos sus principales sicarios, a excepción de Angelito y el Chopo, se habían entregado o estaban muertos.

12. No había tantas comodidades en la época posterior a la fuga de La Catedral. Vivíamos en tugurios, no en mansiones.

13. La historia del tal Leon de Miami es mentira. No vivió en Estados Unidos. Y era un hombre absolutamente fiel y valiente al servicio de mi padre. Murió después de ser secuestrado y torturado por los Castaño en Medellín. Murió peleando en la guerra en nombre de Pablo Escobar, pero nunca lo vendió como lo muestran.

14. Mi padre nunca amenazó a Cali como ciudad. Emitió un comunicado diciendo que su esposa y parte de su familia eran además oriundos de la zona. Por lo tanto, decía en el texto que no tenía nada contra los habitantes de la ciudad.

15. Ricardo Prisco ya estaba muerto cuando lo muestran. Tenía un hermano médico que sí era un buen hombre estigmatizado por el accionar de su hermano, pero no era un bandido. Ricardo murió mucho tiempo antes en la vida real.

16. Mi padre nunca atacó a la hija de Gilberto Rodríguez ni a ningún miembro de su familia, ni en su boda ni nunca. Ese era el pacto, no tocar las familias. Mi padre lo cumplió. Ellos no, ya que pusieron una bomba el 13 de enero de 1988 en el edificio Mónaco en el que vivíamos mi madre, mi hermana y yo.

17. Mi padre jamás nos obligó a quedarnos con él en la clandestinidad, siempre pensó, igual que mi madre, que lo mejor era que nos educáramos y tuviéramos otras oportunidades diferentes a las suyas.

Estuvimos en un solo tiroteo con mi padre, pero ni parecida a la que muestran ahí. En mi libro sí cuento cómo fueron realmente estos hechos.

19. Netflix sitúa los ataques de mi padre con bombas a Drogas La Rebaja en 1993 cuando en realidad ocurrieron entre 1988 y 1989. Un poco fuera de época para mí gusto, ¿no creéis?

20. Mi Abuela paterna traicionó a mi padre y se alió con su hijo mayor Roberto, negociaron con Los Pepes y colaboraron tan activamente que gracias a eso, pudieron seguir viviendo tranquilamente en Colombia, mientras que los que sí fuimos leales al amor por nuestro padre, seguimos viviendo en el exilio. Me hubiese gustado mucho tener la versión tan tierna de mi abuela que pintan en la serie.

21. El viaje hacia Alemania no fue así. Mi abuela paterna no viajó con nosotros a ninguna parte.

22. La fiscalía de Colombia tampoco nos quería ayudar tanto como muestran que lo hacía el fiscal De Greiff en la serie, que no era tan bueno. Su oficina estaba totalmente controlada por el cartel de Cali. Así como todo el esquema de protección brindado por sus propios agentes. Estábamos en condición de rehenes, secuestrados por nuestro propio Estado, acusados del delito de parentesco. Éramos dos menores de edad y dos mujeres encerrados en una pequeña habitación de hotel.

23. ¿Virginia Vallejo estaba tan enamorada que rechazaba dinero de mi padre? Eso sí que son dos mentiras en una y ¡bien grandes!

24. Mi padre no envió teléfonos portátiles al hotel Tequendama, usábamos los de la habitación. Yo colgaba cada vez que me llamaba para protegerlo, pero se volvió caprichoso y se quedaba más tiempo del prudente en la línea, a sabiendas de que sería rastreado. "El teléfono es la muerte" me dijo durante toda la vida. Por eso ya no quería hablar conmigo, porque yo le cortaba la llamada. Pedía entonces hablar con mi madre y hermana y se identificaba ante la operadora con sus dos nombres y apellidos.

Las últimas llamadas que hizo eran para despedirse, para alargar lo más posible esa última llamada, con la intención clara de ser localizado en lo que él eligió como el día y el lugar para su última batalla en el barrio Los Olivos de su ciudad, Medellín. Mi padre se suicidó tal como me lo dijo decenas de veces. Por ello no me sorprendió que el tiro que le quitó la vida fue de su propia mano y pistola, a dos milímetros de distancia de donde siempre me juró que él mismo se lo pegaría. No fue la policía. Carlos Castaño dirigió esa operación final, tampoco participó ninguna autoridad extranjera. Así lo relató el propio Castaño en persona, a viva voz ante mi madre.

25. Ninguna periodista fue asesinada en frente del Hotel Toquendama.

26. Mi padre jamás trató mal a sus padres, mucho menos a Abel, mi abuelo. Jamás existió una conversación en ese tono o sentido que muestran al final de la serie.

27. Después de muerto mi padre, mi madre fue citada a una reunión con el Cartel de Cali, allí habían más de 40 grandes jefes mafiosos de la Colombia. Fue Miguel Rodríguez y no Gilberto el que le salvó la vida a mi madre, nos despojaron de los bienes heredados, se los quedaron y repartieron como parte del botín de guerra.

28. Mi abuela le dice en la serie a mi madre que traicionó a mi padre cuando en la vida real fue mi abuela paterna y sus hijos/as las que tenían contactos en secreto con el cartel de Cali".

Este post fue publicado originalmente en la edición mexicana de 'El Huffington Post'.