Amara Berri: la escuela cuyo cuarto idioma oficial es lengua de signos

Amara Berri: la escuela cuyo cuarto idioma oficial es lengua de signos

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"El Duero nace en los Picos de Urbión (provincia de Soria). Pasa por Soria, Almaraz, San Esteban de Gormaz, Aranda de Duero, Peñafiel, Toro y Zamora y desemboca en el océano Atlántico por Oporto, Portugal"

Hace no muchos años un niño con voz de pito solía repetir esta retahíla de ríos y pueblos de España delante del profesor. Pero estos tiempos han pasado. En la actualidad, cada vez más escuelas tratan de salirse del método tradicional de enseñanza y algunas ya lo están logrando.

La escuela Amara Berri de Donostia emplea desde los años 80 una metodología educativa basada en el desarrollo armónico, que engloba el factor social, emocional y cognitivo. "Queremos que los alumnos hagan lo que les interese y les motive, que aprendan jugando", cuenta su director, Carlos Garaialde, a El Huffington Post.

Esto ha llevado a este centro a convertir la lengua de signos en su cuarto idioma. "La diferencia tiene que ser algo que enriquezca", afirma Garaialde. De ahí que, desde hace más de 30 años, apuesten por no excluir a los niños que tienen que recibir una educación especial. "Es importante que trabajen todos juntos porque luego en la vida real van a tener que convivir. En lugar de marginar a los niños que no oyen, lo que hacemos es que el resto de alumnos aprendan la lengua de signos y puedan comunicarse", dice su director.

Los alumnos que necesitan una educación especial estudian con el resto de compañeros, ya que necesitan que sean ellos quienes le enseñen a jugar al fútbol, a coger el autobús o a saber relacionarse: "Si los tratas de una forma especial, aislándoles, no les enseñan a desenvolverse en la vida real".

Amara Berri tampoco tiene pupitres y trabaja por temáticas en vez de por asignaturas. “Si los alumnos están estudiando sobre la antigua Roma es bueno que el resto de niños puedan escuchar lo que sus compañeros aportan”, afirma Garaialde.

RED DE ESCUELAS

El colegio público Amara Berri pertenece a la red de escuelasAshoka, una asociación sin ánimo de lucro que pone en contacto a escuelas que educan de forma diferente y cuyo objetivo es sumar cada vez más centros. "Somos una red de emprendedores global que busca construir una sociedad de ciudadanos que sean changemakers, es decir, actores de cambio, escuelas que quieren cambiar la forma de educar", afirma Maira Cabrini, directora de comunicación de la organización.

Para Cabrini y la organización, "es importante que cada niño, niña o adolescente aprenda a desarrollar habilidades que antes no se consideraban prioritarias, como el liderazgo compartido, la empatía, el trabajo en equipo, la creatividad o la resolución de conflictos".

Con este tipo de educación se busca que los niños "aprendan bien", señala Cabrini. "La tecnología va tan rápido que no tiene sentido educar a los niños en esa tecnología; sino en cómo gestionar ese cambio. Puedes enseñar a un chico a hacer coding pero cuando tenga 20 años usará otra tecnología distinta". Esto los mueve a "enseñar a los niños la capacidad de aprender bien y en equipo, de liderar de forma colaborativa este mundo tan cambiante".

Con este tipo de educación se busca que los niños aprendan bien. La tecnología va tan rápido que no tiene sentido educar a los niños en la tecnología sino en cómo gestionar ese cambio.

SE BUSCAN NUEVOS CENTROS

Las escuelas tienen el proyecto en marcha y Ashoka las localiza, las pone en red y les da visibilidad con el objetivo de que otras escuelas se sumen al cambio. Por ahora hay siete, cuatro públicas y tres concertadas.

En ningún caso es necesario que los miembros de la red sigan modelos parecidos, porque no tienen las mismas necesidades una escuela rural que una urbana. En una escuela urbana se desarrollan acciones de aprendizaje de servicio para involucrar a la comunidad más allá de las cuatro paredes del colegio. Por ejemplo, en la escuela Sadako de Barcelona se realizan proyectos de servicio para que los alumnos lancen sus propias iniciativas de emprendimiento social, dentro y fuera del centro. "El niño no tiene que aprender a ser ingeniero, tiene que aprender a ser buena persona", afirma Cabrini.

Las escuelas rurales son un método de subsistencia para el propio pueblo. Así, en la escuela de Alpartín, en Aragón, el Ayuntamiento está involucrado en este tipo de enseñanza ya que gracias a ella los habitantes no se van a estudiar a la ciudad.

Cada una tiene su particularidad y cumple un objetivo distinto, pero los expertos de Ashoka han comprobado que todas estas escuelas changemaker tienen una cosa en común. "Los alumnos se expresan mejor, escriben mejor y tienen más confianza en sí mismos" y eso les otorgará ventajas al llegar a secundaria, sentencia Cabrini.

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