Gürtel y 'tarjetas black': la tormenta perfecta de la corrupción del PP

Gürtel y 'tarjetas black': la tormenta perfecta de la corrupción del PP

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La tormenta perfecta de la corrupción del PP ha llegado. Todas las manzanas podridas salidas del partido de Rajoy coinciden desde este martes en San Fernando de Henares (Madrid) en la celebración de los macrojuicios por la trama Gürtel y las tarjetas black. De Bárcenas a Rato. De Correa a Blesa. Todos en el mismo cesto.

Paradójicamente, estos dos juicios que destaparán las vergüenzas del único partido imputado por corrupción, no tapan el debate político sobre si el PSOE, inmerso en una profunda crisis interna, debe abstenerse para facilitar la investidura de Mariano Rajoy como presidente del Gobierno.

Un partido que, durante las negociaciones con Ciudadanos, se mostró tremendamente timorato respecto a la corrupción, logrando que la formación de Albert Rivera aceptara limitar el concepto de corrupción en su pacto final con el PP.

Los responsables de la 'trama Gürtel', el caso de corrupción por antonomasia del PP, se han sentado por primera vez frente al tribunal que les juzgará por organizar un entramado societario utilizando sus contactos con responsables del PP para conseguir adjudicaciones irregulares de contratos públicos, pago de comisiones y dádivas, y ocultar a Hacienda unas ganancias que ascienden a más de 40 millones de euros.

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Entre los acusados, rostros muy conocidos en el PP.

Francisco Correa, presunto cabecilla de la trama, fue uno de los asistentes a la boda de la hija de Aznar, celebrada con toda la pompa en noviembre de 2002.

Luis Bárcenas, extesorero del PP, se intercambiaba mensajes de móvil con Mariano Rajoy, que le animaba a ser "fuerte" cuando se supo que guardaba dinero negro en Suiza.

Álvaro Pérez, alias 'El Bigotes', era el "amiguito del alma" de Francisco Camps, expresidente de la Generalitat Valenciana.

Y Ana Mato, la única víctima política de este caso si no contamos al exministro Bermejo ni al juez Garzón. La dimitida ministra de Sanidad con Rajoy es una de las acusadas, pese a que este martes no se dejó ver el pelo por la Audiencia Nacional. El argumento: su derecho a no acudir por estar acusada de ser partícipe a título lucrativo.

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Si Mato hubiera acudido, podría haberse cruzado con quien fuera nombrado autor del "milagro económico del PP".

Rodrigo Rato, exvicepresidente del Gobierno de Aznar y expresidente de Bankia, ha declarado en una sala contigua a la del juicio de la Gürtel acusado de un delito continuado de apropiación indebida por los poco más de 99.000 euros en alcohol, bolsos, fiestas y demás gastos personales que cargó a la tarjeta black que le proporcionó la entidad financiera.

Junto a él, entre los acusados, Miguel Blesa. El amigo de infancia de Aznar, al que el expresidente del Gobierno colocó en Caja Madrid, es también el máximo señalado como responsable de la monumental estafa de las preferentes. Se gastó 436.000 euros con su 'black' en hoteles de lujo, balnearios, viajes y joyería.

Durante el juicio ambos han esgrimido el mismo argumento: las tarjetas formaban parte de su retribución y todo el mundo las conocía.

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Y a todo esto, en el horizonte judicial del PP aparece la 'trama Púnica', una red corrupta que defraudó más de 500 millones de euros en más de 40 municipios de Madrid. Sus cabecillas eran David Marjaliza y Francisco Granados, quien fuera hasta 2011 número dos de Esperanza Aguirre en la Comunidad de Madrid.

Compungida, Aguirre compareció tras la detención de Granados para pedir perdón por haberle nombrado como su hombre de confianza, pero negó conocer al resto de alcaldes del PP detenidos, pese a presidir, por aquel entonces, el partido en la región.

Tampoco sabía que quien fuera su mano derecha, se hacía con el 20% de las operaciones inmobiliarias que la empresa de Marjaliza desarrollaba en Valdemoro cuando Granados era alcalde de la localidad. Concretamente, entre 3.000 y 6.000 euros por vivienda entre 1999 y 2007. Un dineral por el que está en la cárcel desde octubre de 2014.

Gürtel, black, Púnica. La 'santísima trinidad' de un PP carcomido por la corrupción que, ironías de la política, tiene todos los papeles para repetir en el Gobierno.