Siete cosas que las personas con estrés postraumático quieren que sepas
Una de cada diez personas experimenta el trastorno de estrés postraumático a lo largo de su vida, y, aun así, el conocimiento de los problemas de salud mental sigue siendo limitado.
El trastorno de ansiedad puede desencadenarse a partir de cualquier suceso que a una persona le resulte traumático, como ser víctima de una violación, sufrir acoso, presenciar un crimen o dar a luz.
Los síntomas incluyen desde el insomnio hasta la reviviscencia del hecho traumático; además, los que lo padecen a menudo sufren problemas de salud mental, como la depresión.
Para dar visibilidad al trastorno de estrés postraumático, hay siete cosas que los blogueros del HuffPost que padecen esta condición quieren que sepas.
1. El trastorno de estrés postraumático puede afectar a cualquiera
A Imogen Groome le diagnosticaron trastorno de estrés postraumático después de sufrir abusos sexuales en su primer año de universidad, pero, según cuenta, se suele asociar esta condición a gente de más edad.
"Cuando les pregunto a mis amigos por el trastorno de estrés postraumático, muchos de ellos solo lo relacionan con veteranos de guerra o con personas que han experimentado ataques terroristas", explica.
"También piensan que es algo que le suele pasar a gente más mayor. Pero mi suceso traumático tuvo lugar cuando yo tenía 19 años".
2. Las reviviscencias son algo más que recuerdos
Sezín Koehler sobrevivió a un asalto armado y ha aprendido a vivir con el impacto de los flashbacks.
"Los flashbacks no son simples recuerdos de un suceso traumático; el cuerpo revive la situación, se acelera el ritmo cardíaco y te hace sentir como si te fuera a dar un infarto, sube al máximo la intensidad de la reacción de lucha o huida, la sensación de miedo es tan abrumadora que resulta inhumana, la ansiedad es incapacitante, tienes dificultad para respirar y piensas que querrías morirte para no tener que recordar ese terrible suceso que ahora da forma a tu vida", relata.
"Esta sensación puede durar días, e ir acompañada de ataques de pánico, terrores nocturnos, pesadillas e insomnio, entre otras cosas. Es debilitante. Es humillante. Es deshumanizadora".
3. El progreso puede ser lento
Ella Robson empezó a sufrir trastorno de estrés postraumático después de vivir un desastre natural cuando era más joven. Su recuperación no fue instantánea, pero intenta centrarse en los pequeños detalles positivos, como el buen tiempo.
"Aunque suene a tópico, la recuperación es un viaje… y el buen tiempo que ha hecho últimamente me ha recordado que es posible superar las cosas, sin importar lo difíciles que lleguen a ser", opina.
"Está en la naturaleza humana crecer e intentar avanzar con todas nuestras fuerzas, y deberíamos celebrar cada uno de nuestros éxitos (por pequeños que sean: como enorgullecerse de no sentir ansiedad en un día en el que haga mal tiempo). Especialmente cuando se nos recuerda con frecuencia lo aterradoras que pueden ser las cosas, necesitamos intentar recordarnos y recordar a los demás que es posible pasar página y avanzar".
4. Las muestras de afecto pueden ser de ayuda
A Rosie Burnham le diagnosticaron trastorno de estrés postraumático después de sufrir abusos emocionales, sexuales y físicos cuando tenía 13 años. El apoyo de amigos y familiares sigue ayudándola a recuperarse.
"Cuando me lo diagnosticaron, me volví extremadamente insociable. Odiaba que me tocaran, abrazaran o demostraran cariño porque sentía que no era digna de ser querida, que no valía la pena y estaba asustada. Esto me pasaba incluso con mi propia familia", cuenta.
"Mi madre siguió apoyándome y abrazándome incluso cuando yo la rechazaba. Un simple abrazo puede marcar la diferencia, a mí me permitió volver a confiar y ser capaz de volver a querer".
5. Es posible sentir que uno mismo es su propio peor enemigo
William Shield pasó casi seis años en el ejército británico y estuvo dos años de servicio en Afganistán. Ahora parece estar luchando contra sí mismo.
"Lo cierto es que la guerra nunca termina. Me quedé atrapado en una guerra eterna en el momento en el que apreté el gatillo por primera vez, en el primer instante en el que oí los sonidos y presencié el caos de la guerra. A partir de ese momento estuve en conflicto constante", explica.
"Lo más triste es que el enemigo es el único al que no puedo derrotar: soy yo mismo. Estoy atrapado en una lucha constante con mi propia cabeza".
6. Dejar el hospital puede ser la parte más difícil.
A Catriona Ogilvy se le diagnosticó trastorno de estrés postraumático tras dar a luz a un bebé prematuro. Según ella, salir del hospital hizo que sus síntomas empeoraran.
"Nadie te avisa de los flashbacks que acompañan al trastorno una vez que ya estás en casa", se lamenta.
"Los beneficios del apoyo que recibes en el hospital pueden desaparecer de un día para otro y te quedas preguntándote cómo has podido superarlo. Los familiares y amigos, bienintencionadamente, asumen que ya has dejado atrás los momentos difíciles y la idea de que la salida del hospital suponga el fin repentino de tu viaje neonatal se te antoja ridícula".
7. Con el tiempo es más fácil
Natasha Batsford tuvo un parto traumático con su primer hijo. Cayó en la cuenta de que padecía trastorno de estrés postraumático cuando se quedó embarazada por segunda vez y cree que hay luz al final del túnel.
"Pasé un tiempo hablando de mis experiencias para intentar sentirme en paz con ellas. Planeé tres partos que me permitieron sentirme respetada y empoderada al rodearme de los apoyos adecuados", explica.
"Y al final he conseguido salir, he acabado con cicatrices, un poco más dura, pero no por ello me siento peor. Un día, con el apoyo adecuado, tú también lo conseguirás. Lo prometo".
Este artículo fue publicado originalmente en la edición de Reino Unido de 'The Huffington Post' y ha sido traducido del inglés por Lara Eleno Romero.