"Querida Fashion Week": cuando las modelos cuentan su delgadez y la presión que sufren

"Querida Fashion Week": cuando las modelos cuentan su delgadez y la presión que sufren

Estos días se celebra la Semana de la Moda de Nueva York y, mientras tanto, en las redes sociales ha surgido otra versión mucho menos glamurosa de la moda. Bajo el hashtag "dearnyfw" [Querida New York Fashion Week], varias modelos desvelan la presión insana que sufren en el sector y que las anima a perder cada vez más peso.

La iniciativa procede de una carta abierta publicada en la web de The Model Alliance, que promueve la diversidad y la salud en las pasarelas. Esta asociación creada en 2012 acompaña y protege a las modelos en su día a día, luchando contra los peligros de un sistema que tienen que aguantar desde que las fichan, cuando todavía son jóvenes y vulnerables.

EL 52% DE LAS MODELOS HA AYUNADO

La creadora de la organización, Sara Ziff, ya realizó en 2009 el documental Picture Me, que desvela las aberraciones de una industria ultracompetitiva. Según The Model Alliance, "el 71% de las maniquíes ha hecho dieta, el 56% se ha saltado una comida y el 52% ha ayunado".

Para seguir en la carrera y obtener el máximo de castings, algunas modelos a las que les exigen más delgadez que la que ya tienen por naturaleza utilizan métodos drásticos y peligrosos, como explica la danesa Sannie Pedersen en el New York Post. Los hombres tampoco se libran de ello: obligados a entrar en ropa de proporciones irreales, muchos acaban sufriendo trastornos alimentarios.

La mayoría de los modelos que se han unido a la Model Alliance —que ha tomado distancia con el mundo de la moda— tratan hoy de reconstruirse y de difundir un mensaje positivo:

"Todavía me acuerdo de aquella época en la que no me permitía comer después de las seis de la tarde. Mi índice de masa muscular era claramente de una anoréxica. Pasaba HAMBRE. Cuando me hicieron esta foto pesaba 56 kilos y mido 1,80 metros".

The day this picture was taken, the photographer refused to let me return to set until I had eaten a plate of pasta—more than I had eaten at one sitting in months. I was so angry. Yet, he was the only person back then who pointed out I had a problem: I was eighteen years old, six feet tall, and weighed 113lbs. Based in Paris, I worked every day, often flying in and out of European cities for bookings. When—understandably—my body could no longer sustain this lack of nutrition vs. energy exertion and I started gaining some weight, I was taken into my agency director’s office and told to not eat for the next 2 days and to not eat much at all for the next 2 weeks. The next day, I was sent home feeling like a failure. I never heard from that agency again. A teenager, I had only been doing what was asked of me in order to succeed at my job. The damage all this did to both my body and mind is something that will never escape me. Last week @modelallianceny published results from the first ever study of its kind citing evidence of the prevalence of not only eating disorders in the fashion industry, but of those in charge verbally demanding it. This is harmful for both the models involved and those who view their images internalizing that this is how a healthy woman's body should look. Now is the time for change. No woman fits into one body shape, size, or color. It’s time for the fashion industry to reflect this and for women to stop suffering for the sake of an arbitrary, unrealistic ideal. #dearnyfw #modelallianceny #timeforchange #diversityinfashion #bodypositive #eatingdisorderawareness

Una foto publicada por Ainsley McWha (@home.sweet.idahome) el

"El día en que se hizo esta foto, el fotógrafo se negó a dejar que me fuera del estudio hasta que no me comiera un plato de pasta (más de lo que había comido de una sentada en meses). Me enfadé mucho. Aun así, él fue el único que se dio cuenta de que tenía un problema: tenía 18 años, medía 1,82 metros y pesaba 51 kilos. Vivía en París, trabajaba todos los días y solía volar a otras ciudades europeas por compromisos. Cuando —comprensiblemente— mi cuerpo no pudo soportar más ese estado de desnutrición frente al gasto de energía y cuando empecé a coger peso, mi agencia me convocó y me aconsejó no comer los siguientes dos días y comer poco en las próximas dos semanas. Al día siguiente, me mandaron a casa y me sentí una fracasada. No volví a oír nada de la agencia. Como adolescente, sólo hice lo que me habían pedido para triunfar en mi trabajo. El daño que hice a mi cuerpo y mi mente es algo que nunca se irá de mí".

"Aunque sean delgadas por naturaleza, no hay nada que salve a las modelos de la presión… Cuando estaba en Japón medían a todo el mundo las piernas, los brazos, las caderas, el pecho y la cintura dos veces a la semana antes de controlar nuestro peso. Y aunque sólo hubieras cogido 500 gramos, en la agencia te ponían mala cara. En ese momento tenía 22 años y eso no me afectaba, pero el sentimiento de ser juzgada era insoportable. Las chicas de entre 13 y 16 años reaccionaban a ello de forma lamentable: sólo comían ensaladas y les daba miedo coger un trozo más de pan o algún dulce. Eso no es vida, eso es una tortura y hay que pararlo ya. Debería haber una medida que proteja a las chicas jóvenes y reglas claras sobre cómo tratar a las modelos para que esta industria sea más agradable para todo el mundo".

Este artículo fue publicado originalmente en la edición francesa de 'The Huffington Post' y ha sido traducido del francés por Marina Velasco Serrano

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