Por qué es probable que fracasen los Trumps de Europa

Por qué es probable que fracasen los Trumps de Europa

Se está produciendo un efecto dominó inverso contra los populismos.

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La estrategia transatlántica de Donald Trump parece estar haciendo que Europa vuelva a ser un cráter. La primera llamada de transición con los funcionarios de la Unión Europea que comenzó con la pregunta "¿qué país será el próximo en abandonar la Unión?" no fue un paso en falso. El embajador de Trump en la Unión Europea, Ted Malloch, ha equiparado a la UE con la Unión Soviética: "Quizá haya otra unión que necesite mano dura". También dijo que devaluaría el euro. Y después, Peter Navarro, el director del nuevo Consejo Nacional de Comercio del presidente estadounidense, lanzó acusaciones de manipulación de la divisa: no contra el estancado yuan chino, sino contra el euro, que flota a sus anchas.

El humor de la nueva Administración cala en los comentaristas políticos: después de un horroroso 2016, la mayoría de los analistas abordan el campo de minas que es el 2017 con trastorno de estrés postrump. Ya sea en Países Bajos, Francia o Italia, se ve que el populismo llega al poder en todas partes. De manera similar, los defensores del Brexit —algunos desde dentro del gabinete de Theresa May— están esperando a que estalle una nueva crisis en Europa (sin preocuparse demasiado de disimularlo) para justificar al electorado británico, sin las dificultades intrínsecas que conlleva abandonar el mercado más importante del mundo.

Y, aun así, lo más probable es que las consecuencias acumulativas de las elecciones europeas de este año justifiquen al centro electoral. El futuro inmediato parece mucho más coherente si partimos de la base de que se está produciendo un efecto dominó inverso contra el populismo y de que no estamos tan cerca de que se cumplan los sueños de Steve Bannon.

  Geert Wilders, del partido de extrema derecha danés Partido de la Libertad, en un mitin el 11/03/2017AFP/Getty Images

A pesar de la cobertura mediática, es muy improbable que el partido extremista de Geert Wilders, el Partido por la Libertad, gane las elecciones que tendrán lugar en los Países Bajos en marzo. Es cierto que Wilders, el "Donald Trump holandés", ha visto aumentar su popularidad desde el inicio de la crisis de refugiados, pero a medida que se acerca la fecha de las elecciones, su popularidad ha empezado a disminuir. El primer ministro, Mark Rutter, ha tomado medidas duras para combatir la inmigración y eso afecta a la principal promesa electoral de Wilders. Siendo sinceros, no hay mucho más, el programa electoral cabe en una sola página. Incluso aunque Wilders resurgiera, el resto de partidos relevantes no formarían una coalición con un partido extremista y xenófobo como es el Partido de la Libertad; todos se han comprometido a no hacerlo. Así que lo más probable es que Rutte siga en el poder durante otra legislatura.

Poco después de las elecciones de los Países Bajos viene el plato principal de 2017: Francia. Si nos fijamos en la prensaangloamericana (y en el eco del Kremlin, parece probable que Marine Le Pen y el Frente Nacional acaben con el tríptico de espectaculares victorias populistas que comenzaron en el Brexit y siguieron con Trump. Pero la realidad es que Le Pen está tan cerca de la presidencia como su padre hace 15 años, cuando llegó a la segunda ronda de las elecciones presidenciales y acabó humillado por Jacques Chirac.

Lleva meses estando claro que es probable que Le Pen gane la primera ronda y, por lo tanto, se califique para el ballotage. Contará con el apoyo de unos seguidores devotos cuando entre en un campo de minas con otros seis candidatos. Pero en la segunda ronda, cuando se enfrente a un único candidato, se quedará atrás. Cualquiera de los otros candidatos la superaría. Además, su índice de aprobación es menor del que tenía su padre en 2002.

  Marine Le Pen, en su último mitin de campaña el 11/03/2017 en Chateauroux, FranciaGetty Images

Las elecciones francesas nunca son aburridas: el centro-izquierda ha elegido como candidato a Benoît Hamon, que se describe a sí mismo como un "socialista del futuro" con ganas de poner impuestos a los robots y a la domótica. El (ex) candidato de centro-derecha, François Fillon, se ha visto envuelto en una vorágine de escándalos relacionados con el tráfico de influencias y el nepotismo. Esta mezcla de extremismo y escándalo abre paso al centrista Emmanuel Macron, un proeuropeo independiente que ha tenido un impulso impresionante. Tanto Fillon como Macron superarían a Le Pen sin problemas en la segunda ronda. De hecho, Macron ganaría con una diferencia del 30%.

Aunque no haya elecciones programadas en Grecia o en Italia, parece que ambos países van de cabeza a las urnas este año. En Grecia, el primer ministro populista, Alexis Tsipras, podría aprovechar otro punto muerto con los prestamistas europeos para movilizar a sus votantes en vez de realizar reformas estructurales. Pero este Tsipras es muy diferente del que se planteó un "Grexit" en 2015: es una fuerza electoral desgastada con cada vez menos popularidad. Cuando se celebren las elecciones, lo más probable es que pierda el poder a manos de su rival reformista proeuropeo, Kyriakos Mitsotakis. Tomad nota: la próxima transición política de Grecia parece alejarse del populismo y acercarse a las reformas que estimulan el crecimiento.

Tras la experiencia traumática que supuso el referéndum italiano que se celebró en diciembre, se está negociando un nuevo sistema electoral. Al excómico Beppe Grillo le encantaría ser el Donald Trump de Italia, aunque es probable que el follonero político italiano por excelencia, Silvio Berlusconi, siga moviendo los hilos en la sombra de una nueva coalición centrista dirigida por nada menos que Matteo Renzi. Aunque Renzi perdió en el referéndum de diciembre, el partido que lidera sigue siendo el más popular (y ha sido líder en la mayoría de las encuestas que se han publicado este año). El Movimiento Cinco Estrellas de Grillo sigue sin ser capaz de sobrepasar el 30% de votos en la mayoría de las encuestas, y lo más probable es que cualquier alianza con la extrema derecha le quite autoridad tanto a su mensaje como a sus pilares fundamentales.

  El líder del Movimiento Cinco Estrellas llega al ayuntamiento para reunirse con la alcaldesa Virginia Raggi el 22/02/2017Getty

Por último pero no por ello menos importante, está Alemania, donde Angela Merkel vuelve a ser candidata para gobernar durante otra legislatura. Incluso en el caso de que los populistas del partido de derechas de Alternativa para Alemania acaparen los titulares, y consigan un 12% de los votos en las últimas encuestas, no son el partido más importante del momento. El nuevo candidato de los socialdemócratas, Martin Schulz, es proeuropeo, experimentado y ha logrado que su partido obtenga mejores resultados que el de Merkel en las últimas encuestas. Podría intentar formar una coalición anti Merkel, incluso aunque quede el segundo en las elecciones de este año, pero Alemania está a salvo de los populistas en ambos extremos del espectro político.

Puede que el año 2017 sea borrascoso, pero no será trágico. De hecho, lo más probable es que las múltiples pruebas a las que se está sometiendo el continente sirvan para cosechar unos Gobiernos más proeuropeos que los que tenemos ahora. Es más, con Rutte, Macron, Renzi, Mitsotakis y Schulz en el poder, Europa tiene la oportunidad de llegar a un acuerdo en lo político y en lo fiscal para reforzar su imperfecta unión monetaria.

Por lo tanto, si el equipo de Trump está esperando una crisis de unidad europea, será mejor que espere sentado.

Este artículo fue publicado originalmente en 'The World Post' y ha sido traducido del inglés por Irene de Andrés y Lara Eleno.