Estaba claro: la temática de la gala del Museo Metropolitano de Nueva York iba a dar mucho, pero que mucho de sí. La homenajeada este año era Rei Kawakubo, diseñadora conceptual japonesa y creadora de la firma de culto Comme des Garçons.
A la obra de Kawakubo está dedicada este 2017 la exposición anual del Costume Institute del Museo (es decir, su ala de moda), y por tanto la gala y su temática también están dedicadas a su figura. Aunque es la segunda vez en su historia que la fiesta organizada por Anna Wintour se dedica a una persona viva (sólo Yves Saint Laurent tuvo ese honor), Kawakubo, discreta e inaccesible, no tuvo a bien acudir a la misma.
Pero para ello ya estaban sus incondicionales y quienes lucieron trajes en su honor. La más destacada fue, probablemente, Rihanna. La cantante de Barbados fue de las pocas (junto a la actriz Tracee Ellis Ross, más discreta) que se plantó un diseño de la japonesa.
En este caso Rihanna optó por un vestido de la diseñadora con cola y un corte en la cintura realizado a base de círculos de tela en tonos rojizos y rosas. Así, lució unas botas altas de tiras en rojo y un maquillaje muy marcado en tonos fucsia.
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Entre muchos fallidos vestiditos de princesa llenos de tul, y echando mucho de menos a Beyoncé, la única que logró epatar a la altura de la de Barbados fue otra cantante, Katy Perry. La californiana triunfó y tuvo un papel predominante, ya que formaba parte del comité organizador del acto junto a Anna Wintour, el cantante Pharrell Williams y el matrimonio formado por la modelo Gisele Bündchen y el deportista Tom Brady.
En este caso, Perry se decantó por un diseño de Maison Martin Margiela hecho a medida; es decir: un vestido creado para ella por el antes enfant terrible de la moda John Galliano. Un diseño voluminoso hecho a base de multitud de capas de tul rojo y de pedrería gruesa que acompañó con un tocado de cortes futuristas (con dos pantallas laterales incluidas) y de unos zapatos con forma de pezuña.
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