Carles Viver Pi-Sunyer, del Constitucional a arquitecto jurídico de la independencia

Carles Viver Pi-Sunyer, del Constitucional a arquitecto jurídico de la independencia

Así ha evolucionado el jurista encargado de tejer las normas para la independencia de Cataluña.

EFE

Cuando en verano de 1992 le nombraron miembro del Tribunal Constitucional (TC), Carles Viver Pi - Sunyer (Terrassa, 1949) se encontró por la calle con su vecino Manuel Vázquez Montalbán. "¡Esto debe ser como si a un cura le nombran Papa!", ironizó entonces el escritor y periodista catalán. Viver, según su entorno más cercano, vivía una sensación parecida. Tenía 42 años -fue el magistrado más joven en acceder al cargo-, amaba el derecho constitucional y había llegado al Olimpo de los jueces españoles. 25 años más tarde, se le considera el principal arquitecto jurídico de la independencia y la persona de referencia a la que tanto Artur Mas como Carles Puigdemont han consultado cuando han tenido dudas jurídicas sobre el proceso soberanista. Este martes, Puigdemont pretende despejar la incertidumbre sobre el referéndum explicando a la sociedad la "cobertura legal" que amparará esa votación el próximo 1 de octubre.

Viver no sólo fue magistrado del TC. Seis años después de llegar al Alto Tribunal, se convirtió en el primer catalán que obtenía su vicepresidencia. Durante sus nueve años en el TC -primero como magistrado y después como vicepresidente- dejó un gran recuerdo tanto dentro de la entidad como entre constitucionalistas de todo signo. Sus allegados recuerdan esos años como una etapa de intenso trabajo, en la que Viver dedicaba prácticamente todas las noches y la mayoría de fines de semana al Constitucional.

"Sus votos particulares en las sentencias estaban muy trabajados y muy bien argumentados", opina Víctor Ferreres, catedrático de Derecho Constitucional de la Universidad Pompeu Fabra, cuya facultad de Derecho tuvo a Viver como primer decano. "Hizo una tarea excelente de interpretación de la Constitución, con un criterio muy abierto", añade Marc Carrillo, también catedrático de Derecho Constitucional y miembro del Consejo de Garantías Estatutarias.

En sus nueve años en el Constitucional, dejó un gran recuerdo tanto dentro del tribunal como entre constitucionalistas de todo signo. Sus allegados recuerdan que dedicaba todo su tiempo al trabajo.

EL CAMINO HACIA EL INDEPENDENTISMO

¿Cómo acaba un exvicepresidente del TC convertido en faro jurídico del independentismo? Los que conocen a Viver explican que ese giro corresponde al mismo camino que han emprendido muchos catalanes durante los últimos años. "Siempre fue un catalanista pactista, pero llegó un momento en que dijo basta", explica una persona que ha trabajado con él durante años.

Viver proviene de dos familias con un pasado contrapuesto que, a pesar de todo, siempre se llevaron bien. La familia paterna era franquista y conservadora, aunque en su entorno matizan que su padre, primero franquista y después militante de Alianza Popular, acabó siendo socio de la entidad catalanista Òmnium Cultural.

La familia de su madre, en cambio, pertenece a una dinastía ligada históricamente con el independentismo y ERC. El primo de su abuelo fue Carles Pi-Sunyer, exalcalde de Barcelona, expresidente de ERC, exconsejero con Lluis Companys y exministro de Trabajo.

Tras su etapa en el TC, Viver fue fichado por el tripartito de la Generalitat en 2004 para dirigir el Instituto de Estudios Autonómicos. Desde ese cargo comandó la reforma del Estatut que en 2010 fue enmendada por sus antiguos colegas del Alto Tribunal. En el entorno de Viver reconocen que ese fue un punto de inflexión, pero no el definitivo. "El Estatut era un hijo suyo y él estaba convencido de que no lo iban a recortar", asegura su colaborador. Tras ver cómo el TC había tratado el Estatuto de la Comunidad Valenciana unos meses antes, Viver estaba seguro de que no lo iban a tocar.

Comandó la reforma del Estatut que el Constitucional enmendó. Eso fue un golpe. "Cambió su marco mental. Vio que no había posibilidad de un nuevo pacto entre Cataluña y España".

"Incluso redactó un informe para Pasqual Maragall asegurándole que el Estatut estaba a salvo", añade este colaborador. Enoch Alberti, también catedrático de Constitucional y exdecano de la Facultad de Derecho de la Universidad de Barcelona (UB), recuerda el efecto que tuvo esa sentencia en Viver: "Cambió su marco mental", recuerda por teléfono. "Vio que no había posibilidad de un nuevo pacto entre Cataluña y España".

En 2012, ya con Artur Mas en la Generalitat -con quien mantiene una buena relación personal- recibió un segundo mazazo: la negativa a negociar un pacto fiscal para Cataluña, en cuya propuesta había participado como asesor. En su entorno señalan este momento como el punto definitivo en su camino al independentismo.

Al año siguiente lo nombraron presidente del Consejo Asesor para la Transición Nacional, un organismo que asesoraba a la Generalitat para la celebración de un referéndum. En 2015 esa entidad pasó a llamarse Comisionado para la Transición Nacional y fue anulado por el TC. Ahora se llama Institut d'Estudis d'Autogovern (IEA) y desde ahí Viver se ha encargado de redactar la polémica ley de desconexión y asesora al Govern en todas las cuestiones relacionadas con la secesión. El presupuesto anual de este organismo es de 1.037.000 euros y emplea a 15 personas.

UN TRABAJADOR INCANSABLE

Quienes trabajan con Viver lo definen como un "trabajador incansable". Llega a su despacho cada día a las 9 en punto y no deja de trabajar hasta pasadas las 7 de la tarde. En ocasiones también le dedica un rato a la independencia después de cenar, si bien en su entorno matizan que cada vez le cuesta más encontrar fuerzas para aprovechar las noches.

Es amante del mar y prolífico lector. Tiene televisión pero no la ve. Es aficionado del Espanyol y todo el mundo destaca su carácter afable.

El secretismo del trabajo de Viver le ha concedido una aura de misterio al exmagistrado que, prácticamente, solo confía en un estrecho grupo de tres o cuatro colaboradores con los que elabora diversos informes acerca del camino a la independencia, la mayoría de ellos a petición de la Generalitat o del propio president Puigdemont.

"Muchos de estos informes ni siquiera quedan escritos", añade su colaborador. "Por razones obvias, en la mayoría de ocasiones informamos solo oralmente al president". En el IAE reconocen que Viver se reúne frecuentemente con Puigdemont, pero no de manera periódica sino cuando uno o el otro lo requieren.

Amante del mar en todas sus variantes (le gusta la navegación y la pesca), Viver es un prolífico lector de novela y ensayo. Incluso corre el mito de que ni siquiera tiene televisor. "Sí que tiene: le regalaron uno hace dos años con el plan de pensiones", matiza un allegado, "pero no la ve nunca". Quienes lo conocen también destacan su afición al Espanyol e incluso sus detractores destacan su carácter afable y el buen trato que dispensa a todo el mundo.

EL ENFADO DE LOS COLEGAS

A pesar del posterior recorte por parte del TC, el prestigio de Viver entre los constitucionalistas se mantuvo intacto durante su etapa como redactor del Estatut. Más allá de las interpretaciones que tiene el derecho, sus colegas consideran que su trabajo en esa época estuvo al nivel de su alto prestigio profesional.

Alguien que lo conoce asegura que su deriva independentista le ha costado la relación personal con algunos colegas de Madrid y Barcelona.

El punto de inflexión que le ha enfrentado a otros colegas ha sido la redacción de la llamada "ley de desconexión", una norma calificada de "disparate jurídico" por la principal asociación de jueces tras la publicación de su borrador por El País. Varios constitucionalistas consultados le afean la idea de ese salto de la "ley a la ley" - en palabras de la expresión que usan en ámbitos independentistas- supuestamente inocuo y sin consecuencias jurídicas.

"Ha generado cierta decepción entre los colegas", afirma Víctor Ferreres, el catedrático de la Pompeu Fabra. "Es incomprensible en una persona de su prestigio", añade otro catedrático que prefiere no ser citado. Este último afirma incluso que su deriva independentista le ha costado la relación personal con algunos colegas de Madrid y Barcelona, algo que también confirma el catedrático de la UB Enoch Alberti.

"Dentro de la comunidad de constitucionalistas se ha producido una fisura muy grande", añade Alberti. "Ha habido críticas poco honestas, en las que se ha disfrazado con argumentos técnicos lo que en realidad son posiciones políticas". Este catedrático defiende a Viver y su salto de la "ley a la ley". "Él es consciente de que tiene que haber una ruptura, pero trata de que sea lo más ordenada posible y que garantice la seguridad jurídica para empresas y personas".

A pesar de las críticas, su independentismo parece que no tiene marcha atrás

El otrora vicepresidente del Alto Tribunal trata de mantenerse alejado de estas polémicas y no reniega de su pasado. Al contrario, está muy orgulloso de su etapa en el Constitucional y no tiene intención de devolver las condecoraciones que obtuvo en esa época: la Gran Cruz de la Orden de Isabel la Católica y la Orden del Mérito Constitucional.

A pesar de las críticas, su independentismo parece que no tiene marcha atrás. "He llegado a la conclusión, ya hace años, de que la única salida que tiene Cataluña es la de la independencia", aseguró el pasado diciembre en el Parlament. "La única cosa que me sabe mal es no haberme dado cuenta antes".