Rayden: "Me preocupa que mi hijo adopte actitudes machistas contra las que intento luchar"

Rayden: "Me preocupa que mi hijo adopte actitudes machistas contra las que intento luchar"

El artista se pregunta por qué algo increíble es “la polla” y algo aburrido es “un coñazo” y reivindica con su palabra un mundo libre de sexismo.

Viene de pasar una mala noche por la gastroenteritis que le pegó su hijo, pero en David Martínez (Alcalá de Henares, 1985, más conocido como Rayden) pesan más las energías que recargó el sábado 21 en su concierto de apertura de la gira Antónimo, con el que llenó la sala La Riviera de Madrid.

Rayden huye de comparaciones, de etiquetas ("me pican hasta en la ropa", dice) y de recientes polémicas, pero se describe como "agente del caos organizado", un poco más domesticado últimamente, y como "persona con inquietud por la palabra" que tiene la suerte de poder dedicarse a ello.

Dejando a un lado la bebida isotónica que tiene entre manos, no parece haber rastro de virus en el artista, que saca fuerzas para posar, para acudir a entrevistas, para firmar autógrafos entre pregunta y pregunta y para mostrarse reivindicativo con lo que cree que merece la pena, desde la erradicación del sexismo en la sociedad hasta el derecho a decidir en Cataluña.

Este domingo escribiste en Instagram: "Aún no tengo palabras para definir lo de ayer Madrid. Estoy hasta dolorido de sentir en carne viva. Prometo que cuando sepa poner palabras a todo lo que sentí (me hicisteis sentir) os lo haré saber por aquí". ¿Has encontrado ya las palabras?

Todavía no. De hecho, me propuse subir un texto hablando en presente, de todo lo que sentí, como fogonazos, pero no me daba el texto para ajustarlo a la capacidad de Instagram, así que, bueno, espero encontrar la forma de decirlo. Fue el mejor concierto que he hecho, también el mejor público que he tenido; fue una locura: los invitados, el poder grabarlo, el que la primera fecha fuera en Madrid... Hubo un momento incluso en que el público me dio una sorpresa a mí, porque 2000 personas —no sé cómo— habían quedado para imprimir 2000 folios poniendo: "Soy porque somos", que hace referencia a Ubuntu, uno de los temas del álbum nuevo, y cuando empecé a cantar la canción, todos, al unísono, sacaron los folios. Yo no sabía que iba a pasar, miraba a mi corista y le decía: "¡Pero mira!". Fue muy bestia.

¿Qué diferencia al Rayden que ganóla Red Bull Batalla de Gallos en 2006 del Rayden que está aquí ahora mismo?

Ninguna. Pero hay que tener en cuenta que eso era una competición de improvisación y que no tenía nada que ver con mi carrera musical. Mi carrera musical ha sido coherente y no se ha visto afectada ni para bien ni para mal por ese tipo de competiciones. Tengo mucho público nuevo que está llegando ahora a mi música y ni siquiera sabe que hace 11 años pasó eso, que ya ha prescrito.

¿Y de la persona en sí?

La persona es igual. Pero la experiencia que te da tener 11 años más te permite cuidar más el discurso.

¿De dónde viene el nombre de Rayden?

En el rap es muy habitual que todo el mundo tenga su alias, su a.k.a., su nombre de guerra. Yo no sabía cómo llamarme y un amigo me sugirió ese nombre. Después de la competición pensé en cambiármelo, pero como gané y fui campeón del mundo, ya era bastante conocido por eso y no podía rechazarlo.

Entonces un rapero no puede llamarse 'David Martínez'...

Sí, pero eso parece más de cantautor. Y Martínez es que es muy común. Además, soy David Martínez Álvarez. Me falta un Pérez y ya tendría la tríada.

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Vienes de dar un gran concierto en La Riviera, pero también participas en la gira Cómplices de Mahou. ¿Cómo es pasar de conciertos íntimos a escenarios gigantes, y viceversa?

La energía es equivalente. A veces, poder hacer conciertos acústicos y colaboraciones, como el año pasado con Rozalén y como haré este año con Fuel Fandango y con Viva Suecia, es algo impagable. Por ejemplo, el productor de Fuel Fandango es quien ha producido mi disco, así que es una colaboración totalmente lógica, somos semejantes. El poder llevar el sonido del disco a una lectura acústica, con pocos instrumentos, que menos sea más, es también un reto y es igual de bonito. Ya hemos hecho algún acústico, como en Málaga y delante de El Guernica (en el Museo Reina Sofía), y a veces luce más la voz, el mensaje... Es una energía especial; ni mejor ni peor, especial.

Me preocupa que el día de mañana mi hijo tenga actitudes contra las que yo intento luchar.

En el poema La dictadura del lenguaje denuncias el sexismo, tan arraigado en la sociedad que se cuela hasta en el lenguaje. ¿Te preocupa criar a tu hijo en un mundo tan machista?

Sí, porque es lo que hemos mamado y la mayor parte de las veces cometemos micromachismos sin darnos cuenta. Nuestra sociedad es así y a veces, hasta que no viene alguien de fuera y te lo señala, tú no lo ves. Muy poca gente reconocerá intencionadamente que es machista (y, si lo dice, será porque tiene el raciocinio de un pisapapeles), pero sí que me preocupa. Y, sobre todo, ver qué medios, qué información y qué programas le llegan a mi hijo. Me preocupa que el día de mañana tenga actitudes contra las que yo intento luchar.

¿Consideras que la música es también una industria sexista?

Sí, pero también cualquier tipo de arte. Ahí están las entrevistas con las cuatro preguntas de rigor: "Siendo mujer...", o a las actrices: "¿Cómo llevas el físico?". Están ese tipo de cosas y luego los que organizan festivales, por ejemplo, que parece que no quieren poner los nombres de artistas mujeres en letras grandes. No es por demagogia, pero en mi disco, quitando una colaboración que está fuera del disco físico, que es con Sidecars, todas son con mujeres. Para mí, la voz cantante, la voz que me estremece, la voz que evoca (quitando a Carlos Tarque —M Clan— y a Nino Bravo, que ya no está) es la de mujeres como Nina, de Morgan, o Rozalén, o Carmen Boza. Son voces que me transmiten algo a lo que no estoy acostumbrado.

Se ha calculado que los grupos de mujeres y las solistas femeninas tienen una presencia menor al 20% en conciertos y festivales. ¿A qué crees que puede deberse?

Creo que también tiene que ver el fenómeno fan. Que un hombre se haga fan acérrimo de una artista a lo mejor es más difícil que al revés, que una chica se haga fan de un artista (hombre). Pero luego ves casos como el de Ariana Grande, como el de Ana Mena aquí en España, que tienen un fan base gigante. No sé bien en qué criterios se basa esto.

Vivimos con un lenguaje sexista, en el que algo increíble es "la polla" y algo aburrido es "un coñazo".

¿Y piensas que desde la cultura, con la música, las letras y la poesía, se puede aspirar a la igualdad?

Se puede intentar. El arte a veces puede servir de arma, pero sobre todo es una invitación para que a la gente le evoque ciertas cosas y reflexione y genere sus propios pensamientos, sus propios criterios y sus propios modelos de actuación. Por ejemplo, en el poema Dictadura del lenguaje puedo enseñar a la gente algo en lo que a lo mejor no ha caído —que vivimos con un lenguaje sexista, en el que algo increíble es "la polla" y algo aburrido es "un coñazo", y así con todo—, pero no puedo ni pretendo cambiar ni adoctrinar a nadie. Yo muestro puntos de vista. Y qué bonito que pueda trabajar de eso.

  El cantante Rayden, en la Gran Vía de Madrid.CARLOS PINA

El último videoclip que has publicado, Pequeño torbellino, es una canción dedicada a tu hijo. ¿Cómo ha cambiado tu vida desde su llegada?

Más que cambiarla, la ha potenciado. Lo que antes me preocupaba ahora me preocupa más; lo que antes me hacía sentir ahora lo siento más. Lo único es que, a nivel físico, estoy pillando todas las enfermedades que pilla en la escuela, como la gastroenteritis. Pero no es que me haya cambiado. Es algo para lo que el cuerpo ya nace preparado, decidas tener hijos o no, que es algo totalmente respetable. Aun sin saberlo, hay ese instinto de protección. Entonces, no es que haya sufrido un proceso de metamorfosis, sino que ha sido un desarrollo que noto cada día. Igual que él crece de forma exponencial, yo voy con él de la mano.

Dices en esa canción: "No veo el momento de no pegar ojo / viendo los tuyos, pasando noches en vigilia", y también: "Por ti seré la fiera que se hizo mascota". ¿Se han cumplido esas predicciones?

Sí, sí. Me considero un agente del caos organizado y tener un niño hace que te domestiques, que seamos animales domésticos. Él es de buen dormir, entonces... no me quejo.

¿Así que no le tienes que cantar para que se duerma?

Sí, hice una nana para él que no voy a sacar en ningún disco y que iba a ser el interludio de la canción de Pequeño torbellino. Se la canto mucho.

¿Y por qué no la quieres publicar?

Porque eso es íntimo, me lo quedo para mí y para el niño. No quiero comercializar eso. Aunque creo que si registrase una nana, me forraría. Pero no es el caso. Quiero algo íntimo que no vea casi nadie, ese es el código secreto que tengo con él.

En tiempos en que las materias primas se están agotando, los políticos han conseguido monetizar emociones, como el odio.

Hace poco hicimos en El HuffPost el vídeo Lo que los raperos aprendieron de sus madres y ahí apareces tú con la letra de la canción Mi primera palabra. ¿Hay que reivindicar más a las madres?

Creo que la gente se olvida de muchas cosas, no sólo de las madres. En relación a lo que decía antes: nacemos preparados para, algún día, ser madre o padre. Y cuando pasamos a la adolescencia o a la adultez, parece que se nos olvida cuándo fue la última vez que jugamos con juguetes. Al menos, yo no me acuerdo. No recuerdas el paso de niño a hombre o de niña a mujer, pero creo que tiene una lógica dentro del desarrollo, dentro de la evolución o la preparación para ser padre, quien quiera serlo. El problema es cuando hay gente a la que se le olvida que tiene un padre y una madre o incluso que es padre; ahí es donde hay un desdoblamiento de la personalidad o una inseguridad que nunca se debería dar. Nunca deberíamos olvidarnos de que alguien nos ha dado la vida. Y puede ser mejor o peor —es verdad que la familia no se elige y a veces hay padres que no se merecen los hijos que tienen y al revés—, pero habría que cuidar ese mínimo respeto a quien te ha dado la vida.

¿Te ganaste más haters por tu respuesta al torero Cayetano Rivera ("Yo no deseo tu muerte, solo deseo que dejes de matar... Es más, ojalá vivas mucho para que empieces a valorar la vida en todas sus formas") o por tu comentario sobre El Hormiguero ("nunca iría a un programa donde cosifican a la mujer")?

No he visto ningún hater y tampoco voy a hacer más inquina en esto. Yo muestro mi visión y ni siquiera entro en el terreno personal, sino en lo que proyectan desde diferentes roles.

¿Cómo tendrían que cambiar Pablo Motos y sus guionistas para que accedas a ir a El Hormiguero?

No merece la pena que hable de eso. No es un programa de televisión que consumo. Y el contenido, pues bueno...

Hace más de un año en una entrevista a Los40 comentaste que en Cataluña debería celebrarse un referéndum. ¿Ahora cómo ves la cosa?

Creo que sí debería haber un referéndum, porque me parece muy bien el hecho de que la gente quiera decidir su propio devenir. Dicho esto, que me parezca bien un referéndum no quiere decir que se haya llegado a esta situación por el interés de dos frentes en el bienestar de Cataluña, sino que han mirado su bolsillo o han intentado tapar y enmascarar las malas prácticas políticas que han hecho; por ejemplo, en Cataluña, Mas tapó su negligencia en el Govern diciendo: "Es que los españoles son muy malos". Pero en el momento que quieren hacer un referéndum y que el Gobierno de España no lo permite o no se abre al diálogo, y en el momento que cae el primer palo... Creo que la gente se tiene que expresar y tiene derecho a decidir. Pero, vamos, es lo que digo siempre: este no es el problema capital. El problema es que en tiempos en que las materias primas se están agotando han conseguido monetizar emociones, como el odio. Están fomentando odio y están haciendo dinero con que nos odiemos entre nosotros, cuando realmente son ellos los que se enriquecen. Entonces, el tema ya no es sólo el referéndum, sino cómo no tenemos las herramientas cognitivas o emocionales tan desarrolladas para caer en ese tipo de juego y de anzuelo como es el odio.

Cuando colaboras con alguien es como una relación: dejas un poso en esa persona, dejan un poso en ti... Es una idea un poco romántica.

Aunque no te gustan las etiquetas, ¿te identificaras más como rapero, como poeta, cantante, artista...?

Como persona; persona que tiene inquietud por la palabra. Además, tengo la suerte de poder trabajar en ello. Es que a mí las etiquetas me pican hasta en la ropa. Porque, cuando te etiquetas, parece que vas a realizar un camino de segunda mano que ya ha hecho otra persona. No aspiro a ser el nuevo Benjamín Prado, ni el nuevo Kase.O, ni el nuevo Bunbury ni nada. Aspiro a hacer mi música, mi escritura y mi forma de sentir. Me considero más como persona.

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Últimamente el mundo de la música se está llenando de colaboraciones. En tu último concierto subiste a seis artistas distintos y en la gira de Mahou cantas con Viva Suecia y con Fuel Fandango, aunque también has trabajado con grupos de otras áreas, como Boa Mistura. ¿Qué te aportan estas colaboraciones?

A la hora de colaborar, lo que me importa no es tanto tirar de nombre. Pero a lo mejor si estoy escribiendo una canción y veo en un punto que no llego a la trayectoria que tengo en mente o al nivel que creo que puede alcanzar la canción, me apetece colaborar y buscar a la persona más idónea. Me pasó en Amalgama con Leonor Watling, que necesitaba un punto de actitud, pero sensual, y es que Leonor lo tiene: es una persona que puede cantar sensual cuando quiere, fuerte cuando quiere. Era la persona lógica. Lo mismo me pasó con Sidecars, que somos semejantes. Es siempre la teoría de los semejantes. La colaboración con Mäbu en Pequeño torbellino fue porque tenía muchísimo miedo a estropear con un estribillo horrible por mi parte una canción tan bonita. Y creo que María tiene de las voces más dulces de España. Con Boza, igual: tocando la guitarra y cantando, es la PJ Harvey española y tiene una mano derecha tocando que es una pasada. Y así con todo. Cuando colaboras con alguien es como una relación: dejas un poso en esa persona, dejan un poso en ti, te quitan un poco y tú les quitas un poco. No volvemos a ser los mismos. Aunque es una idea un poco romántica, me gusta eso de las colaboraciones.

Las mujeres son más capaces de emocionar con su voz.

Curiosamente, Leiva decía hace unos meses en una entrevista que la música que hacen las mujeres últimamente le resulta más interesante que la de los hombres. ¿Estás de acuerdo con esta opinión?

Sí. Es lo que decía antes: son más capaces de emocionar y parece que las voces de hombres, sobre todo en radiofórmula, caen siempre en los cuatro acordes, con la misma traslación, el mismo mecanismo, y me parece una música más vacía. Por ejemplo, Vanesa Martín, dentro de que puede ser más conocida o comercial (aunque cuando sacas un disco todo es sensible a comercio), hace dibujos y hace cosas que no se suelen dar. Como otros muchos artistas, tampoco voy a dar nombres, pero sólo por el hecho de ponerse delante de un micrófono y cantar tienen todos mis respetos.

Y aunque has dicho no quieres volver a tu pasado de competiciones en batallas de gallos, ¿volverías a actuar en Poesía o Barbarie, en los Veranos de la Villa de Madrid?

Sí, porque eso me encanta. Lo que hace Bene, que consiste en llevar la poesía a la calle y juntarla también hermanada con la música, es dar lo mejor que tenemos. Es una fórmula totalmente solidaria —dentro de nuestro egoísmo solidario— y brutal.

¿Qué es lo último sobre lo que has escrito?

No voy a hacer spoilers del siguiente disco. Un mago no revela sus trucos.

¿Y sobre lo que te gustaría escribir?

Sobre lo que me gustaría escribir lo estoy haciendo, así que no puedo desvelar nada.

¿Entonces de tus planes tampoco nos vas a hablar?

Eso sí que te lo puedo decir. En octubre del próximo año voy a sacar Sinónimo, que es el siguiente disco dentro de la Trilogía de la palabra, después de Antónimo. Y saldrá con un libro a la par, hermanado, los dos juntos a la venta. Porque creo que una cosa depende de la otra para redimensionar el término de Sinónimo.

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Marina Velasco Serrano es traductora de formación y periodista de vocación. En 2014 empezó a trabajar en 'El HuffPost' como traductora de inglés y francés en Madrid, y actualmente combina esta faceta con la elaboración de artículos, entrevistas y reportajes de sociedad, salud, feminismo y cuestiones internacionales. En 2015 obtuvo una beca de traducción en el Parlamento Europeo y en 2019 recibió el II Premio de Periodismo Ciudades Iberoamericanas de Paz por su reportaje 'Cómo un Estado quiso acabar con una población esterilizando a sus mujeres', sobre las esterilizaciones forzadas en Perú. Puedes contactar con ella escribiendo a marina.velasco@huffpost.es