Javier Urra, tras el asesinato de Gabriel: para un psicópata solo queda "la sanción dura, continuada"

Javier Urra, tras el asesinato de Gabriel: para un psicópata solo queda "la sanción dura, continuada"

"El ser humano es capaz de derrochar toda la bondad, como nos ha demostrado la madre de Gabriel, y toda la dureza emocional, distanciamiento afectivo de Ana Julia Quezada. Y ambas, son humanas", remarca el psicólogo.

EFE

El exdefensor del Menor de la Comunidad de Madrid y expresidente de la Red Europea de Defensores de los Menores, Javier Urra, afirma que cuando se agotan las posibilidades de reinserción para un psicópata solo queda "la sanción dura, continuada" por las acciones o delitos que pueda cometer.

Urra se expresa así en un artículo titulado El bien y el mal, publicado este lunes en Firmas de EFE, a raíz del asesinato del niño Gabriel Cruz por parte de la compañera sentimental de su padre.

"El ser humano es capaz de derrochar toda la bondad, como nos ha demostrado la madre de Gabriel, y toda la dureza emocional, distanciamiento afectivo de Ana Julia Quezada. Y ambas, son humanas", remarca el psicólogo.

Urra cree que el ser humano "sabe lo que hace y hace lo que quiere hacer" y manifiesta que hay personas que luchan "por dar lo mejor de sí a los demás", pero "hay quien forja una forma de ser insociable, que no inhumana, generando una coraza afectiva, donde no hay espacio para la empatía, ni para la culpabilidad, ni para el arrepentimiento".

Por ello, considera que "los psicópatas son absolutamente imputables. No cabe la exención de responsabilidad, ni aún el atenuante".

Y cita al investigador y especialista internacional Robert Hare para definir al psicópata: "Es alguien que baila, porque ve a los demás bailar, pero no escucha la música. Es decir, sabe lo que es socialmente inaceptable, pero él no lo percibe así".

Los psicópatas "están bien ubicados en tiempo y en espacio. Buscan no ser detenidos, y cuando lo son aducen todo tipo de excusas", muchas veces fuera del sentido común, según Urra.

Según el psicólogo, una "persona normal" puede ser imprevisible, "con baja capacidad a la frustración, con escaso autocontrol, pero no adopta un posicionamiento absolutamente depredador".

El psicópata, por contra, "se recrea en su maldad, utiliza su inteligencia, que puede ser poderosa, o no, para abusar, para aprovecharse del otro, al que deshumaniza, al que no le otorga valor. Su principio único y esencial es el Yo, un Yo hipertrofiado, un Yo que no da cabida a los otros, ni al verdadero compañerismo ni a la profunda amistad".

Urra habla de prevención a través de la educación, con juegos, contacto con la naturaleza, cuidado de mascotas, práctica deportiva, enseñando a los menores el concepto de austeridad, mostrándoles la situación de niños en los hospitales o a los abuelos dementes.

"Pero cuando todo ha fracasado, o simplemente no se ha implementado, solo cabe la sanción dura, continuada", dice Urra.

Y concluye que "si no se aprecia cambio cognitivo, ni voluntad de arrepentimiento, si no se capta el profundo y sincero sentimiento de culpabilidad, si el sujeto en cuestión no pide perdón desde lo más íntimo de su ser, habremos de plantearnos desgraciadamente que el principio de reinserción que a todos nos mueve no es posible con quien no tiene voluntad de reinsertarse".

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