Si eres un hombre, prohibido cuidar de nadie

Si eres un hombre, prohibido cuidar de nadie

Qué bien se nos da ya analizar los anuncios dedicados a mujeres. Pillamos al vuelo las tretas sexistas que utilizan las marcas para vendernos toda clase de productos: que si un cuerpo estereotipado por aquí, una azafata sexualizada por allá... ¿Y los anuncios dirigidos a los hombres? ¿Nos hemos detenido a analizar cómo la publicidad también les encasilla? Uno de los últimos anuncios que ha captado mi atención ha sido el de la marca de detergentes Vanish, en el que aparece un hombre vestido de rosa haciendo algo que se parece a... poner una lavadora. ¡Qué bien! ¡Por fin los hombres realizando tareas del hogar! Cuidado con dejarnos llevar por el "poder del rosa", porque aparte del color de la camiseta poco más se puede salvar. Analicemos detenidamente por qué este anuncio no supone ningún cambio en el rol masculino y en qué podría mejorar.

¿Alguien ha visto en este anuncio algo que se parezca a un hogar? Si aceptamos decorado aséptico y minimalista como vivienda, bandejita transparente como cesto de la ropa y cubeta de cristal con pegatinas como lavadora... Quizás tengamos un símil muy cutre de lo que sería una vivienda, pero nadie se traga que ahí viva una familia. Ni rastro de las cocinas llenas especieros e imanes en la nevera. Nada de palanganas de colores ni jardines con charcos de barro. ¡Niñooos, salid un rato a jugar al cuadrado de 20 centímetros perfectamente cortado con láser que hay sobre la mesa! Todo lo que nos pueda recordar a una casa es una mera ilusión óptica. El protagonista de este anuncio se encuentra en algo más parecido a un laboratorio científico por lo que no podemos decir que esté realizando ninguna tarea doméstica. Nos queda claro que está desarrollando una labor profesional, él es un "experto" cualificado y lo que lleva puesto es su uniforme de trabajo. Si lo comparamos con las escenas de los anuncios protagonizados por mujeres comprobamos cómo ellas sí aparecen en espacios privados, van vestidas como lo harían en su intimidad y cuentan historias relacionadas con situaciones cotidianas.

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Entonces ¿qué está haciendo el protagonista de este spot? No está haciendo la colada sino experimentos. El "hombre de rosa" de Vanish es "El Hombre de Negro" de El Hormiguero, pero sin gafas y sin chupa de cuero. "¡Hagamos lo imposible!", exclama con voz doblada mientras mira a la cámara y vierte desafiante un bote de yodo en el agua. Vamos, lo que haría cualquier madre a las 8 de la mañana entre programar la lavadora, repasar la reunión de las 12 y hacer las tostadas. "¡Voy a probar a echar la tinta de la impresora en lugar del suavizante a ver qué pasa!" Mientras en los anuncios protagonizados por mujeres se les recomienda no perder el tiempo y eliminar las manchas a la primera, a ellos se les anima a buscar el más difícil todavía para demostrar que son capaces de lo imposible, de superar todas las pruebas y en las condiciones más extremas. El próximo spot lo podría protagonizar Jesús Calleja, que ya nos ha demostrado alguna vez que a 30 grados bajo cero la caca se congela.

Este detergente debe eliminar muy bien las machas, pero también cualquier rastro de persona humana. ¿Dónde están los bebés, las niñas o los abuelos en este anuncio? Desconocemos si su protagonista se relaciona con alguien o es tan sólo un hombre vestido de rosa con brazos musculados y afanado por superar obstáculos. En las versiones femeninas averiguamos enseguida si ellas son madres, parejas, abuelas o tías, pero en este caso poco o nada sabemos del muchacho, excepto que va al gimnasio. Muchas veces nos quejamos del exceso de amor en la construcción de la figura femenina, pero también es preocupante la absoluta ausencia de él en la masculina. ¿No os da algo de penilla? El pobre no tiene casa, no tiene jardín, no tiene familia...

Son varias las marcas que hacen intentos por relacionar a los hombres con el espacio doméstico, pero lo siguen haciendo desde lo científico y lo aséptico. En sus escenarios de cartón piedra no hay nada de besos ni de abrazos, de cariño o de afectos. Echamos de menos a hombres que acunen, besen y toquen a sus bebés, que se preocupen por el bienestar familiar y se involucren en las tareas domésticas sin que esto suponga un ataque a su masculinidad. Además de vender productos la publicidad tiene el poder de visibilizar y de normalizar: incluir esa parte emocional e íntima que también tienen los hombres en los anuncios sería un gran paso hacia la igualdad.