Los 'influencers' empiezan a parecer todos iguales. Descubre por qué

Los 'influencers' empiezan a parecer todos iguales. Descubre por qué

¿Por qué parecerse al resto del mundo es el objetivo de tanta gente?

Many Glamour Beauty Woman Clones. Identical Crowd Concept. On Gray Background.yuriyzhuravov via Getty Images

"¿Por qué ser tú misma si puedes ser yo?".

Esa pregunta formó parte de una campaña de marketing social de los años 90 lanzada por la organización sin ánimo de lucro Concerned Children's Advertisers y la agencia gubernamental Health Canada. En el anuncio de servicio público en cuestión, dos chicas jóvenes entran en una tienda que vende infinidad de cosméticos y pretende enseñar a los clientes a cambiar su apariencia física y su personalidad.

"No te conformes con ser tú misma", dice una voz de mujer al tiempo que la dependienta examina a una de las jóvenes y le pinta los labios de color rojo intenso. "¿Por qué ser tú misma si puedes ser yo?".

Esta campaña parece ahora más necesaria que nunca, ya que la pregunta que formula representa a la perfección el tipo de actitud que están perpetuando las redes sociales: ¿por qué ser tú si puedes ser como los famosos atractivos?

Los influencers de las redes sociales están empezando a parecer clones. Todo el mundo sabe cómo son: expresión sexy para la foto, cejas perfectamente arqueadas, quizás con los ojos delineados con mano experta y enmarcados con iluminador y contorno de pómulos. Con unos cuantos pinceles, una paleta de colorete y pintalabios, lo tienes todo para parecerte a todo el mundo.

Pero ¿por qué parecerse al resto del mundo es el objetivo de tanta gente? Hay varios factores que influyen, como el deseo de encajar y la tendencia a imitar a los famosos y a los influencers.

Desde hace un tiempo se habla de los denominados "maquillaje Instagram" y "cara de Instagram", pero la tendencia sigue al alza. Por ello, la edición estadounidense del HuffPost se ha puesto en contacto con Rachel Weingarten, historiadora especialista en belleza, Renee Engeln, profesora de Psicología y autora de Beauty Sick: How the Cultural Obsession With Appearance Hurts Girls and Women, y con el doctor Michael Brustein, psicólogo clínico, para obtener respuestas.

¿Cómo hemos llegado a este punto?

Antes de que existieran las redes sociales, los hábitos de belleza estaban definidos por factores como la geografía y la etnia, explica Rachel Weingarten. Por ejemplo, si vivieras en determinadas partes de Asia, habrías utilizado blanqueador de piel, o si vivieras en Francia en el siglo XVIII, probablemente te habrías empolvado la peluca.

"Más o menos, se limitaba a un momento y un lugar determinados, y quizás a la religión y las creencias de cada uno", comenta Weingarten, quien añade que hacia finales del siglo XIX y parte del siglo XX, las revistas empezaron a descubrirle nuevas tendencias a la gente.

"Pero fue en los 40 y los 50 cuando realmente comenzaron a cambiar las cosas, cuando los famosos empezaron a aparecer en revistas como ideales de belleza. A partir de ese momento, todo el mundo se puso a copiar a los famosos", señala.

Y gracias a Internet, según afirma Rachel Weingarten, la gente ya no necesita viajar para ver las modas que hay por todo el mundo ni hace falta esperar a que lleguen. Ahora se aprende más rápido que en ningún otro momento del pasado sobre las modas del mundo y es posible formar parte de ellas. No hay más que ver cómo se ha puesto de moda la cosmética coreana, por ejemplo.

"Otra cosa que ha cambiado es que la gente ya no está tan claramente definida por su etnia, su raza o incluso su sexo. Era un extraño conformismo por el que ser asiático o caucásico limitaba tu estética. Si tenías pelo afroamericano, eso te hacía tener un aspecto determinado. Ahora ya no es así", insiste.

"Lo que tenemos ahora es una especie de versión acentuada de cómo podría ser lo último en belleza multicultural", añade Weingarten, que explica que esos famosos maquillajes que se ven en Instagram (afilados ojos de gato, labios mate perfectos y cejas bien definidas) pueden funcionar en personas de cualquier tono de piel o nacionalidad. En ese sentido, es un aspecto fácil de conseguir, y ese quizás sea el motivo por el que tantas personas se amoldan.

A post shared by Kylie (@kyliejenner) on Sep 18, 2017 at 8:04pm PDT

La gente quiere encajar

Si se habla de amoldarse es porque la gente quiere encajar. Una forma de hacerlo, sobre todo por Internet, es copiar el aspecto de las personas más populares en las redes sociales.

En palabras de Renee Engeln, los famosos que han logrado gran parte de su tremenda popularidad gracias a su cuenta de Instagram (y a sus selfies) "han pasado a representar las tendencias de belleza". MichaelBrustein coincide y señala que los famosos son unos grandes impulsores de los ideales de belleza de la sociedad, y que, en su afán por encajar en esos ideales de belleza, muchas personas los imitan.

En general, los famosos y los modelos de Instagram se perciben como "lo que se considera atractivo", explica Brustein, quien considera que la gente quiere encajar y estar a la altura de esos ideales para sentirse bien consigo misma.

"Copian a los famosos, y creo que eso es lo que les impulsa a hacerlo. 'Si tengo esto, me sentiré bien, sentiré que valgo, me sentiré aceptado'. Así que lo publican en su Instagram y esto se refuerza a través de las redes sociales a medida que se extiende. Hace que la gente se sienta segura", opina Michael Brustein.

"Los seres humanos somos criaturas sociales por naturaleza y ponemos un gran empeño en ser aceptados por la sociedad", apunta Renee Engeln.

En la actualidad, todo puede resumirse a las Kardashian y el llamado "efecto Kardashian": "la capacidad de las Kardashian de influir en los hábitos de consumo". No hay más que echar un vistazo a Kylie Jenner (la pequeña del clan Kardashian). Con tantísimas personas que desearían tener los labios de esta famosa de 20 años, hay incluso quienes están dispuestas a hacerse daño a sí mismas para adoptar su aspecto, aunque sea de forma temporal. La influencia ejercida por Kylie sobre las tendencias de belleza la ha ayudado a erigir un imperio de estética que va camino de alcanzar un valor de mil millones de dólares.

"A estas alturas, el aspecto de Kylie ha pasado a ser simbólico por algún motivo. Es más inclusivo que, por ejemplo, el aspecto de rubia de ojos azules de principios de los 70 o de los 50. La gente percibe que es una belleza accesible", comenta Rachel Weingarten.

Como es obvio, los filtros y las aplicaciones de edición de imagen también han formado parte de esta tendencia. Las personas no solo se arreglan como el resto de la gente, sino que también editan sus propias fotos con las mismas herramientas. Por ejemplo, hay aplicaciones como Facetune que permiten a los usuarios suavizarse la piel o hacer que los ojos salgan más grandes y brillantes.

Y luego está el tema de la cirugía estética. Aunque no todo el mundo habla abiertamente de los retoques que se han hecho, también existe la posibilidad de que estén realzando sus rasgos con agujas y rellenos. Se sabe que los filtros de Snapchat e Instagram están alentando a sus usuarios a visitar a algún cirujano plástico, pero hay quienes argumentarán que las fotos aparentemente "sin filtros" de personas "sin defectos" tienen una influencia similar.

¿Y todo esto qué implica?

Para Rachel Weingarten, Michael Brustein y Renee Engeln, este brote de expresión de la belleza homogeneizada puede ser problemático.

Por un lado, a algunas personas les ayuda con la confianza y la autoestima encajar en un determinado estándar de belleza. Como dice Brustein, "encajar le da a la gente una sensación de cohesión. Nadie quiere ser visto como un intruso".

Sin embargo, ese estímulo de confianza probablemente dure poco, sobre todo si la persona se obsesiona cada vez más con mostrar una versión alterada de sí misma en las redes sociales.

"A largo plazo, si te preocupa tanto encajar, puedes sufrir emociones negativas y estrés, ya que tu identidad está ligada a esas expectativas, que derivan de una convención social desarrollada en los medios o por un famoso que está hasta arriba de poder", advierte Brustein.

Hay que señalar que no todos los que participan en las tendencias actuales de Instagram tienen por qué acabar en un pozo de insatisfacción con su vida. Se trata de saber establecer separaciones y no permitir que tu versión en redes sociales defina quién eres, según resume el psicólogo.

A Rachel Weingarten le resulta "muy preocupante" esta moda de parecer todos iguales, que, en su opinión, reprime "la experimentación que solían hacer las jóvenes adolescentes".

"La presión por tener un determinado aspecto empieza ahora antes que nunca. Las chicas ya no prueban a ensayo y error. Uno de mis más preciados recuerdos de adolescente es cuando probaba esos ridículos maquillajes que se ponían de moda, pero ahora solo se copian, ya no queda nada original. Es triste", valora Weingarten.

Tal y como expone Renee Engeln, el hecho es que "no todos tenemos el mismo aspecto".

"No todos parecemos jóvenes ni tenemos los labios carnosos y la piel delicada; este tipo de uniformidad es una completa negación de los rasgos físicos humanos. Me parece horrible sea como sea. Ese tipo de negación le hace daño a la gente. Les hace sentirse suprimidos y derrochar Dios sabe cuánto tiempo tratando por todos los medios de conseguir ese aspecto que quizás por genética no puedan alcanzar", lamenta Engeln.

También es importante recordar que no todo el mundo en Instagram o en las redes sociales perpetúa estos estándares de belleza homogeneizados.

"Una de las cosas buenas de las redes sociales es que permite a la gente buscar contactos que representen una mayor diversidad, de modo que no hace falta que todo el mundo tenga la misma cara. Es posible pasar de todo eso. Creo que esa es la esperanza. Las redes sociales, en algunos sentidos, democratizan. Las revistas de moda ya no te pueden dictar qué rostros debes contemplar, y eso me parece estupendo", observa Renee Engeln.

No hace falta decir que tampoco hay que avergonzar a quienes siguen estas tendencias o a quienes se sienten mejor formando parte de ellas. No tiene nada de malo querer encajar, pero, tal y como explica Engeln, cuando no paras de ver imágenes que distan tanto del aspecto real de una persona, puedes sufrir ciertos daños psicológicos.

"No se trata simplemente de ver la foto de otra persona con un aspecto perfecto y sentirte mal. Incluso la persona que ha subido la foto tiene que enfrentarse a la diferencia que hay entre lo que sale en la foto y lo que ve en el espejo cuando se despierta por las mañanas", aclara la profesora. "La mayoría no nos despertamos sin defectos", concluye.

Este artículo fue publicado originalmente en el 'HuffPost' Estados Unidos y ha sido traducido del inglés por Daniel Templeman Sauco.