La escalofriante conclusión de Iñaki Gabilondo sobre la sociedad española tras la sentencia de 'La Manada'

La escalofriante conclusión de Iñaki Gabilondo sobre la sociedad española tras la sentencia de 'La Manada'

"Sigue fuertemente atrincherado un pensamiento patriarcal que la lucha de las mujeres ha obligado a retroceder pero que en modo alguno ha derrotado todavía".

El periodista Iñaki Gabilondo ha planteado una escalofriante reflexión sobre el auténtico problema que se desprende de la sentencia de La Manada, por la que se condenaba el pasado jueves a los cinco acusados de violar a una joven en Sanfermines 2016 a nueve años de prisión y 5 de libertad vigilada por abuso sexual continuado, y no por violación.

Según Gabilondo, "el problema de fondo no está en los textos legales si no en nuestras mentes y en el trasfondo de nuestra sociedad, dónde sigue fuertemente atrincherado un pensamiento patriarcal que la lucha de las mujeres ha obligado a retroceder pero que en modo alguno ha derrotado todavía".

En este punto, el periodista pone de ejemplo "el voto particular del juez Ricardo González", "un voto particular a mi juicio aberrante pero que me temo que no es el punto de vista aislado de un ciudadano si no compartido por muchos": "Y secretamente por muchísimos", ha sentenciado.

Pincha aquí para escuchar el comentario en la web de la Cadena Ser

La sentencia sobre La Manada demuestra que en cuanto aparecen juntos los términos justicia, mujer y sexo los viejos atavismos nos nublan la mente. Durante muchos años solo se consideraba violación la penetración vaginal. Cualquier otra barbaridad era un simple abuso deshonesto porque no importaba la mujer, importaba la maternidad. Y aún hoy nos es imposible movernos en ese terreno sin caer en la ambigüedad y en los eufemismos. Basta imaginar cualquier supuesto no sexual para comprobarlo: si la joven atacada por la Manada hubiera sido acorralada por estos cinco energúmenos para robarle el bolso, a ningún tribunal se le hubiera ocurrido exigirle pruebas de que se resistió a puñetazos o a mordiscos, para entender que había sido intimidada, que su voluntad había sido violentada.

Por otra parte, uno no puede expresarse con mucha claridad sin necesidad de que se verbalice. Y el estado de shock es un no clamoroso. En caso contrario, todas las mujeres mudas podrían ser violadas con cobertura legal a no ser que se jugaran la vida liándose a palos con sus agresores.

Seguramente avanzaremos si revisamos la norma y afinamos el sentido de algunos conceptos: el de violencia, por ejemplo. Y no lo emboscamos con el término prevalimiento que más bien parece un tecnicismo para disponer de un aliviadero penal.

Avanzaremos, seguramente, pero no nos llamemos a engaño. Porque por mucho que se ilumine la casuística no saldremos muy fácilmente de la niebla porque el problema de fondo no está en los textos legales si no en nuestras mentes y en el trasfondo de nuestra sociedad, dónde sigue fuertemente atrincherado un pensamiento patriarcal que la lucha de las mujeres ha obligado a retroceder pero que en modo alguno ha derrotado todavía.

Lo demuestra el voto particular del juez Ricardo González. Un voto particular a mi juicio aberrante pero que me temo que no es el punto de vista aislado de un ciudadano si no compartido por muchos. Y secretamente por muchísimos.

Si quieres leer más historias como esta visita nuestro Flipboard