Una cirugía cardíaca impedirá al padre de Markle asistir a la boda real

Una cirugía cardíaca impedirá al padre de Markle asistir a la boda real

La última entrega del culebrón familiar.

Meghan Markle, durante un acto público el 12 de marzo de 2018.GTRES

Una cirugía cardíaca pautada para esta semana impedirá al padre de Meghan Markle viajar a Inglaterra y entregarla en el altar al príncipe Enrique, en un nuevo giro de esta polémica familiar que ha ensombrecido la esperada ceremonia.

Thomas Markle, que se ha convertido en el centro de la boda real, dijo a la web sobre famosos TMZ que el miércoles temprano será operado para "destapar [arterias], reparar daños e instalar un stent".

Markle, que sufrió un infarto poco después de la controvertida sesión de fotos que concedió a un paparazzi, había dicho más temprano, también a TMZ, que pese a su delicado estado estaba buscando autorización médica para viajar a Inglaterra y asistir a la ceremonia de este sábado en el castillo de Windsor.

Ahora con la cirugía, que no precisó dónde será realizada, se abre el interrogante de quién llevará a Meghan Markle hasta el altar en una ceremonia que se verá en televisión por medio mundo y que llenará las calles de esta ciudad inglesa.

El palacio de Kensington anunció el lunes por la noche que la futura integrante de la familia real atravesaba "un momento profundamente personal", sin dar mayores detalles.

El padre, de 73 años, ya propuso antes que su exesposa y madre de Meghan, Dora Ragland, tome su lugar.

No hay muchas más opciones, porque ninguno de sus tres tíos, entre los que hay un antiguo diplomático estadounidense y un obispo, fueron invitados a la boda. Tampoco su hermanastro, que llegó a aconsejar públicamente a Enrique que no se casara con Meghan.

Antes de sus problemas médicos, Thomas Markle había dicho que no asistiría para no avergonzar a su hija ni a la familia real, tras haber aceptado ser fotografiado por una agencia de Los Ángeles en situaciones bastante anodinas: mirando fotos de su hija y Enrique —al que no ha conocido personalmente—, leyendo un libro sobre el Reino Unido o tomándose las medidas para el traje.

Las fotos se vendieron a medio mundo por 100.000 dólares (84.000 euros), según el tabloide Daily Mirror, y según familiares citados por el diario, el hombre se sentía "traicionado" e "idiota".

En una de sus conversaciones con TMZ, Thomas Markle aseguró que su hija no le guardaba rencor. De hecho, aseguró que intentó llamarlo, pero perdió la llamada, y luego recibió un texto en el que le decía que lo amaba y que estaba preocupada por su salud.

Dijo además que tampoco creía que la reina Isabel II le guardara rencor por este escándalo. "No creo que la reina esté pensando en lo que yo esté haciendo", aseguró el exdirector de iluminación de Hollywood y ganador de un Emmy, que concedió la mano de su hija al príncipe por teléfono.

Los turistas estadounidenses que visitaban este martes Windsor y su castillo se mostraron comprensivos con el padre de la novia.

"No me parece tan terrible", dijo sobre las fotos Karen Yaney, de 64 años, procedente de Chicago.

La hermana de Meghan, Samantha Grant, que tampoco fue invitada a la boda real, admitió que la sesión fue su idea asegurando que podría mejorar la imagen que la prensa había construido de su padre.

El episodio llevó al palacio de Kensington a advertir contra cualquier publicación de fotos robadas de Thomas Markle y a pedir que se respete su vida privada, en un episodio que vuelve a relacionar a Enrique de Inglaterra con los paparazzi tras la muerte de su madre en un accidente de coche en París cuando era perseguida por un grupo de fotógrafos.

En medio de todas las noticias alrededor de la boda, un sondeo de YouGov, encargado por la organización antimonárquica Republic, reveló que el 66% de los británicos no está interesado en la unión entre el hijo de 33 años de la fallecida Diana de Gales, sexto en la línea de sucesión al trono, y la actriz estadounidense criada en Los Ángeles de 36 años.