¿Existe realmente el instinto maternal?

¿Existe realmente el instinto maternal?

El vínculo no es innato; se construye en el día a día (aunque la ciencia no siempre está de acuerdo).

LWA/Dann Tardif via Getty Images

Agotamiento, falta de sociabilidad, carga emocional. El período que sigue al parto suele ser una etapa difícil para los recientes papás. En el caso de la madre, la pérdida del vínculo privilegiado que mantenía con su hijo durante el embarazo puede dar lugar a una depresión posparto de varios días (o semanas) y que puede complicar su relación con el bebé.

Audrey Fleurot, actriz francesa, vivió esa sensación de duda, de angustia y tristeza tras dar a luz a su hijo en 2015. "Recuerdo encerrarme en una habitación y ponerme a llorar", cuenta al HuffPost Francia. ¿Por qué? Por miedo a no estar a la altura. Fleurot temía poner en peligro la seguridad de su bebé.

Lógicamente, este no es el caso de todas las madres. Hay mujeres que se recuperan del parto y de los vaivenes emocionales a los pocos días de dar a luz. Cada madre es un mundo.

El concepto genera debate

¿Cómo explicar que algunas mujeres aprendan a ser madres como un acto reflejo? ¿Por qué a otras les cuesta más tiempo? En la gran mayoría de las especies animales, el instinto maternal ha sido claramente establecido por la ciencia: la mujer satisface de forma natural las necesidades vitales de su pequeño. Es innato, aunque a veces compete más bien al macho, como en el caso de los flamencos rosas. En los humanos, el concepto de 'amor maternal' sigue generando debate.

Algunos intelectuales ponen en duda esta noción, que califican de sexista y obsoleta. Por ejemplo, la filósofa francesa Elisabeth Badinter publicó en 1980 la obra L'amour en plus en la que sostiene que el amor maternal no es un instinto natural, sino que varía entre los individuos dependiendo de ciertos criterios sociales y políticos. En 2006, Badinter volvió sobre la cuestión en el ensayo Le conflit, la femme et la mère, en el que habla del "resurgimiento del naturalismo" y de "la culpabilización de las madres", denunciando una ofensiva reaccionaria que trata de convertir la maternidad en uno de los requisitos para ser una mujer realizada.

¿Una construcción mental?

Según la antropóloga Françoise Héritier, la idea de amor maternal "es válida para los animales, pero no para la especie humana. Porque el Hombre está dotado de consciencia, de libre albedrío, de sentimientos". "El amor maternal es una construcción mental, social, que se construye desde la infancia de cada individuo", apunta.

Algunas mujeres comprenden con más facilidad a su hijo y esto puede estar ligado a la preparación mental que precede a la llegada del bebé.

Esta opinión la comparte también Florence Beuken, educadora especializada en el acompañamiento de la paternidad. Consultada por la edición francesa del HuffPost, la experta reconoce que el "instinto maternal" depende de la sensibilidad de cada una. "Algunas comprenderán con más facilidad a su hijo", explica. "Esto puede estar ligado a las relaciones sociales que mantienen en general, pero también a la preparación mental que ha precedido a la llegada del bebé".

Tras el embarazo, los sentimientos de la madre se exacerban. Quizá se deba a un desajuste de la oxitocina, una hormona que tiene un papel esencial en el apego de la madre durante este período. "Esto influye en el estado emocional", afirma Beuken. "Se intensifican las sensaciones. Podemos tener el sentido del oído desarrollado al 200% o, al contrario, carecer de sentido de reconocimiento".

Lo que dice la neurobiología

Con el tiempo, las hormonas pueden regularse por sí mismas o con ayuda externa. Tras varios meses de dificultades, Audrey Fleurot se sometió a un tratamiento hormonal para paliar las complicaciones. La actriz afirma que le ayudó mucho a restablecer su equilibrio personal, además del vínculo maternal con su hijo. "Si me hubieran dicho antes que no era mi culpa, que era una jugada de las hormonas, que no podía hacer nada y que tenía que seguir un tratamiento para recuperarme, habría perdido menos tiempo", reconoce.

Si me hubieran dicho antes que no era mi culpa, que era una jugada de las hormonas y que tenía que seguir un tratamiento, habría perdido menos tiempo.

No obstante, desde un punto de vista científico, no hay nada que verifique esta hipótesis. Es lo que confirma la neurobióloga Catherine Vidal a la edición francesa del HuffPost. Especialista en temas relacionados con el cerebro y el sexo, Vidal considera que la mayoría de las investigaciones llevadas a cabo sobre la cuestión carecen de solidez y rigor. "No hay nada definido", asegura la experta. "Son estudios de caso. No existe un consenso científico que demuestre una relación directa de causa efecto entre la proporción de hormonas, la depresión y el amor maternal".

Vidal menciona un estudio científico publicado en octubre de 2017 que afirma que todas las madres reaccionan de la misma manera al llanto de su bebé. Ahora bien, fue elaborado a partir de un grupo de 684 mujeres de 11 países del mundo. Para ella, es una muestra demasiado débil como para extraer una conclusión general.

No existe un consenso científico que demuestre una relación directa de causa efecto entre la proporción de hormonas, la depresión y el amor maternal.

La implicación del padre

Catherine Vidal prosigue: "El fenómeno de la depresión posparto no es mayoritario. Afecta solamente al 10 o 15% de las mujeres en Occidente". A Audrey Fleurot le funcionó el tratamiento hormonal, pero ¿sería efectivo para todas las mujeres del mundo? Probablemente no. El estilo de vida difiere mucho de un lugar a otro. Las causas de una depresión, sea o no posparto, también. Según Florence Beuken, además hay que tener en cuenta la implicación del padre tras el parto. Él tiene la responsabilidad de apoyar a la madre y de participar en la construcción del apego.

La neurobióloga Catherine Vidal concluye: "Si queremos a nuestros hijos no es sólo por una cuestión de hormonas o del cerebro. Son la historia personal y el contexto sociocultural los que nos hacen experimentar amor por nuestro hijo o no".

Este artículo fue publicado originalmente en el 'HuffPost' Francia y ha sido traducido del francés por Marina Velasco Serrano