La normalidad de la cocaína

La normalidad de la cocaína

La cocaína supera por primera vez al alcohol como causa de adicción, según el último informe de Proyecto Hombre.

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Tiene 36 años, vive con su mujer y sus hijos, tiene vehículo propio, deja a los pequeños en el colegio o los recoge a la salida y trabaja desde hace años. También consume cocaína. No es necesariamente un broker de Bolsa, no es un artista ni un alto directivo. Es un camarero o un albañil o un auxiliar administrativo o un periodista.

Esta fotografía del adicto a la cocaína, un tipo pavorosamente normal, emerge de los datos ofrecidos este miércoles en el Informe del Observatorio de Adicciones de la Asociación Proyecto Hombre y Obra Social La Caixa. La droga blanca se ha normalizado y su consumo crece mientras desciende o permanece estable el de todas las demás sustancias adictivas, como el alcohol o el cannabis. Ha pasado del 31,1% del informe anterior al 34,3%.

Ha superado por primera vez al alcohol como causa de petición de ayuda: más de un tercio de quienes acuden a Proyecto Hombre son cocainómanos. Sí, en masculino: los hombres consumen 11 veces más esta droga que las mujeres. Es el principal motivo de tratamiento en dos tramos clave de edad: de los 18 a los 28 años y de los 29 a los 39 años.

El Informe, realizado con una muestra de 2.960 personas y a través de EuropASI es, según Elena Presencio, directora general de Proyecto Hombre, "el único en toda Europa con este volumen de datos y estas características".

Ni yonkis ni forrados

Los datos recabados por la Asociación en colaboración con Obra Social La Caixa y el Plan Nacional sobre Drogas concuerdan, ha asegurado Presencio, con los que se manejan en informes continentales como el Observatorio Europeo de las Drogas y las Toxicomanías: "Se refleja un aumento generalizado del consumo de cocaína en toda Europa".

Esto tiene que ver con que la cocaína no es, como dice el tópico, una droga de élites. Félix Rueda, miembro del equipo técnico que ha llevado a cabo el Informe, ha ofrecido probablemente las dos claves principales: "Ha descendido el precio de la cocaína en la calle y no es una droga de clase media alta, sino que se consume en todos los estamentos sociales. Sería peligroso que no atendiésemos a estas circunstancias".

Elena Presencio pone sobre la mesa otros factores para entender lo que está pasando con la cocaína: "Existe una mayor disponibilidad que está relacionada con una mayor producción en los países de origen o con el número de decomisos". La falta de conciencia social y la baja percepción del riesgo son otros dos aspectos clave que ayudan a entender la situación.

Los adictos a la cocaína no responden en nada al arquetipo de "vicioso con dinero" que maneja el imaginario colectivo y están también muy lejos del perfil de "yonki" adicto a la heroína, con una vida absolutamente desestructurada y abocado a la delincuencia. La mayoría de quienes buscan ayuda por su adicción a esta droga viven en pareja o con sus padres y tienen un entorno familiar y social que los soporta.

La coca en la oficina

También tienen, en su mayoría, trabajo estable durante los tres años anteriores al ingreso por su adicción: el 66% trabajaba a tiempo completo en ese período de tiempo. Este porcentaje de ocupación desciende notablemente cuando se analiza el mes anterior a su petición de ayuda: solo el 46% mantiene su trabajo en el momento de recurrir a Proyecto Hombre.

Esto, ha explicado Félix Rueda, "indica que han ido perdiendo la capacidad de cumplir con las responsabilidades de su puesto de trabajo o han ido cayendo en suspensiones y bajas médicas hasta perder el empleo".

Si se atiende a esto, y a que la adicción a la cocaína afecta especialmente a personas en la edad de su plena actividad laboral, "parece claro que hay que adoptar medidas en los centros de trabajo", ha apuntado Jesús Mullor, presidente de la Comisión Estatal de Evaluación de Proyecto Hombre.

"Es necesaria la intervención preventiva en el ámbito laboral. Las empresas cada vez lo solicitan más, pero lo solicitan tarde", ha explicado, antes de detallar que el trabajo en las empresas "se realiza con estrategias en fases que van de la sensibilización a derivar algún caso, si lo hay, pasando por talleres y, sobre todo, por un pacto con los mandos para que no se castigue a quien revele que tiene un problema con la droga".

Mullor también ha propinado un tirón de orejas al sistema judicial español por un dato que, a primera vista, podría parecer positivo: los adictos a la cocaína delinquen poco. "Y sin embargo el 60% de los presos en España lo son por delitos contra la salud pública el parrimonio. Está claro que la droga tiene algo que ver con esto y los jueces y los fiscales no están teniendo en cuenta las medidas alternativas que tienen a su alcance", ha afirmado.

Las mujeres consumen menos y sufren más

La perspectiva de género debe abrirse paso en las redes de prevención y asistencia a las adicciones, ha pedido Elena Presencio. Aunque las tasas de consumo de cocaína y otras drogas son menores entre ellas, la adicción les pasa más factura.

"Las mujeres que llegan a nuestros centros están más desempleadas, son más dependientes económicamente, sufren más abusos, tienen muchas más cargas familiares y pesa sobre ellas una mayor estigmatización, porque está peor visto que una mujer consuma", ha descrito la directora general de Proyecto Hombre.

Félix Rueda ha abundado en el tema y ha asegurado que las mujeres sufren más abusos "emocionales y físicos", hacen frente en más ocasiones al cuidado en solitario de los hijos y "reportan más problemas médicos, especialmente de salud mental".

"Los datos son muy importantes", ha apuntado Jesús Mullor, "pero cada uno de ellos tiene ojos y cara. Son personas con sentimientos, pensamientos, aspiraciones... que quieren vivir una vida normal".