No sólo los separan de sus padres. También les confiscan sus juguetes

No sólo los separan de sus padres. También les confiscan sus juguetes

En la frontera entre EE UU y México se está viviendo un drama como consecuencia de la política de "tolerancia cero" de Trump.

5b2a62bc1a0000c704ce21f9

Si alguna vez has pasado tiempo con un niño, sabrás que suele tener un juguete favorito: algo que le calma, que le hace sentir seguro o que, simplemente, le anima cuando está aburrido. Un perro de peluche, una muñeca o un cochecito, por ejemplo.

Estos juguetes normalmente tienen un significado especial para los niños, también para esos niños migrantes que las autoridades federales de Estados Unidos están separando de sus padres en la frontera. Los llevan a un lugar desconocido y no saben cuándo volverán a ver a su familia. Un objeto que les resulte familiar sería reconfortante.

Pero no pueden llevárselos. Los agentes federales confiscan todas sus posesiones.

El Departamento de Aduanas y Protección de Fronteras quita a los inmigrantes indocumentados cualquier artículo que lleven encima, aunque sean niños, en el momento en que cruzan la frontera. Les retiran cualquier cosa que consideren superflua y letal, incluso los cordones del calzado de los menores.

Se supone que los migrantes reciben un ticket por estos objetos —como un comprobante de facturación— y que se los devuelven cuando son liberados, según explica Michelle Brané, directora de Derechos y Justicia de Migrantes en la Women's Refugee Commission. Pero este sistema no siempre funciona.

Les retiran cualquier cosa que consideren superflua y letal, incluso los cordones del calzado de los niños.

"Es esas circunstancias, no siempre trasladan sus posesiones de un lugar a otro", afirma. "Las guardan en un almacén enorme y en general es muy, muy difícil que se las devuelvan. Muchas veces se pierden de manera indefinida... no he oído muchos casos de gente que haya recuperado sus pertenencias".

Los niños que son separados de sus padres suelen ir a parar a centros de detención gestionados por las patrullas fronterizas. Es en estas instalaciones donde ponen a los niños en jaulas, con las luces encendidas 24 horas al día. Allí no tienen juguetes ni nada con lo que distraerse.

Si no son entregados a un familiar, tienen que irse a refugios gestionados por la Oficina de Reubicación de Refugiados, que es parte del Departamento de Salud y Servicios Humanos, donde sí tienen juguetes y zonas de recreación. Brané señala que algunos niños pueden recuperar entonces sus posesiones, pero no puede confirmar que sea así en todos los casos. Ni los funcionarios de Aduanas y Protección de Fronteras ni los de la Oficina de Reubicación de Refugiados respondieron a las consultas del HuffPost EE UU sobre esta cuestión.

"Se supone que no deben estar ahí [detenidos en Aduanas] durante más de 72 horas", apunta Brané. "Pero lo que estamos viendo ahora... están creando una crisis y una acumulación. Están separando a niños y los están dejando solos, dicen que la Oficina de Reubicación de Refugiados no tiene espacio para ellos; los están llevando a estaciones de control de fronteras, donde se quedarán un tiempo".

Esta política de confiscación es anterior a Donald Trump. Pero cada vez hay más niños separados de sus padres como parte de su plan de "tolerancia cero" en el cruce ilegal de fronteras. El Gobierno de Trump está persiguiendo todos los casos posibles, aunque esto conlleve separar a los niños de sus padres.

  5b2a7bba1a0000cd04ce229b

Tom Kiefer fue conserje en un centro de Aduanas y Protección de Fronteras (CBP) en Arizona, cerca de la frontera entre Estados Unidos y México, de 2003 a 2014. Aceptó este trabajo a tiempo parcial porque pagaban bien, y quería tener tiempo para centrarse en su verdadera pasión: la fotografía.

Kiefer se dio cuenta de que los agentes tiraban grandes cantidades de objetos que los migrantes llevaban consigo. El fotógrafo obtuvo permiso para recoger comida enlatada y donarla a un banco de alimentos. Pero mientras iba revisando las latas, empezó a coger todo lo que los agentes tiraban. Había Biblias y rosarios, que, en teoría, podrían ser utilizados para autolesionarse. Kiefer asegura que no podía quedarse tranquilo dejando eso en la basura.

"En un momento dado, sólo les permitieron quedarse con la ropa que llevaban encima", cuenta Kiefer. "Así que cualquier prenda adicional —una chaqueta o una manta, en los meses de invierno— sería desechada. Ni zapatos, ni ropa interior de más. Fue brutal. Moralmente, no estaba bien".

Es inhumano. Lo primero y más evidente que se viene a la mente es Alemania. Es una salvajada.Tom Kiefer, fotógrafo y extrabajador de Aduanas

Kiefer se puso a fotografiar los artículos y su obra forma ahora parte de la colección El Sueño Americano - The American Dream, que puede verse en Instagram y en su web.

A Kiefer se le empezó a atragantar su trabajo en la CBP y ahora se siente destrozado al leer y escuchar las historias que deja la controvertida política de separación de familias de Trump.

"Es brutal. Es inhumano", dice. "Es algo que se lee en los libros de Historia. Lo primero y más evidente que se viene a la mente es Alemania. Es una salvajada".

  5b2a7bb31a00002700ce229a