¿Es el humor en España un campo de nabos?

¿Es el humor en España un campo de nabos?

YOLANDA DOMÍNGUEZ

Tras el batacazo que supuso el regreso a las calles de "la manada" esta semana nos ha sorprendido conocer la vuelta del humorista Antonio Castelo a partir de septiembre al programa Yu, no te pierdas nada. El cómico, denunciado en redes sociales hace apenas unas semanas por su presunto comportamiento abusivo hacia algunas mujeres, retoma su silla sin ningún tipo de explicación por parte de los medios que le contratan. "He estado un mes sin internet por una cosa mía", ha sido el escueto comentario sobre su ausencia en A vivir que son dos días. Las mujeres se quejan. El mundo las ignora. Todo vuelve a la normalidad.

Las voces femeninas se acallan, pero las masculinas siguen copando los principales espacios mediáticos. ¿Es la risa un territorio masculino? Sólo hay que darse un paseo por los diferentes canales para comprobar que en nuestro país el humor está hecho por y para ellos. En los últimos Goyas (esos que intentaban ser feministas) nos plantaron a dos cómicos: Ernesto Sevilla y Joaquín Reyes conduciendo los premios y haciendo chistes pésimos sobre una realidad que deberíamos contar las propias mujeres. Fue la actriz y directora Leticia Dolera quien lo definió muy bien en su intervención "Os está quedando un campo de nabos feminista precioso". Dolera no sólo retrataba la gala sino la situación general del humor en España: late shows de televisión, programas de radio y espacios online conducidos y protagonizados exclusivamente por hombres que hacen bromas de hombres para otros hombres. ¡Incluso cuando el personaje principal es femenino como Paquita Salas también lo interpreta un hombre!

Hagan la prueba: enchufen la tele en la franja horaria de mayor audiencia. A las 21:30 h. pueden abrir boca con El Gran Wyoming, que sigue tirando de la vieja fórmula hombre importante con ayudante mona, algo muy habitual en La Sexta por muy moderna que diga que sea. Mientras cenan, a eso de las 22 h. tengan cuidado con atragantarse viendo a Pablo Motos hacer chistes verdes con las invitadas flanqueado por los comentarios sexistas de las hormigas y sus alter egos, Juan y Damián que a falta de dos papeles interpretan cuatro.

Si aún les quedan ganas de seguir con el postre, hacia las 00 h. pueden sintonizar con Andreu Buenafuente que se resiste a dejar espacio en su lustrosa mesa a las mujeres, aunque las haya invitado en alguna ocasión para que parezca que le preocupa el tema (nótese su pose erguida tipo cazador con brazo estirado marcando terreno). Para rematar la velada podemos ver a David Broncano en La Resistencia, que se resiste a todo menos a cambiar el formato de sus predecesores: monólogo inicial, súper mesa y colaboradores, todos tíos también. Cuando tienen algo de presupuesto construyen coños gigantes de cartón para celebrarlo y salir a través de él. Cuatro horas seguidas de discursos con perspectiva masculina, chistes con perspectiva masculina y entrevistas con perspectiva masculina, cada día, antes de dormir.

Es paradójico que todos los humoristas defiendan el humor sin censura, pero ninguno se despeine ante la represión de la voz de sus propias compañeras. Para todos aquellos que estén ahora mismo pensando en las acompañantes de generoso escote: no, no aceptamos "tetas" como humorista femenina. Libertad de expresión siempre, pero en igualdad de condiciones y para todas las voces. Si el humor permanece sólo en unas manos se corre el riesgo de normalizar y reforzar todo tipo de desigualdades sociales, por eso es necesario incluir las voces de diferentes géneros, culturas, clases económicas y tendencias sexuales. El propio Millán Salcedo de Martes y Trece reconoce que siente vergüenza de algunos de sus sketches años después y asegura que hoy no los haría. Algo que le honra como cómico y como persona. Actitud que se echa en falta en el resto de sus compañeros que en lugar de recapacitar y disculparse cuando algún colectivo se siente ofendido enseguida enarbolan la bandera de la libertad individual como si eso les confiriese barra libre para dañar.

Es necesario hacer un esfuerzo por contar con la visión femenina en la cultura y en otros ámbitos ya se están poniendo las pilas. En el académico, por ejemplo, con la iniciativa #nosinmujeres y el mundo de la fotografía con el movimiento #nosinfotógrafas. Estamos a tiempo de transformar nuestro concepto del humor con una mayor amplitud de miras... o de crear la plataforma #nosinmujereshumoristas.