Las lágrimas marianistas (con una guerra ‘popular’ de fondo)

Las lágrimas marianistas (con una guerra ‘popular’ de fondo)

Primer día del congreso del PP: el líder dice adiós en plena y cruenta guerra interna

CARLOS PINA

Traje negro, camisa blanca, corbata negra. Uniforme de entierro. Mariano Rajoy ha dicho adiós al liderazgo del PP en un hotel de las afueras Madrid, rodeado de tres mil compromisarios de su partido arremangados de camisas blancas y que tienen que elegir a este sábado a su sucesor.

El hombre que lo ha sido todo en política, que hace casi 40 años pegaba carteles por la noche después de estar todo el día estudiando sus oposiciones, el rival que resistía a todo y a todos... Pues este viernes ha dicho adiós a ser el presidente del PP.

Lo ha hecho ante un partido desnortado, histérico, roto en dos, novato en esto de las primarias. Y esos nervios se han materializado esta tarde de viernes en lágrimas. El llanto de la despedida, de esa amarga marcha de la política, de ese tránsito hacia Santa Pola.

Rajoy ama profundamente a su partido, lo ha sido todo gracias a él, presume de haber pasado por todos los escalones. Y hoy cada vez que alguien le decía que había sido el "mejor presidente" se le escocían los ojos, aparecían lágrimas, lloraba disimuladamente.

La neutralidad pública

Sus palabras eran esperadas con muchas ansias, por si daba pistas sobre los candidatos que se disputan su trono: Pablo Casado y Soraya Sáenz de Santamaría. Él se mantiene en la neutralidad pública (y lo ha vuelto a hacer durante su discurso). Ha pedido a todos responsabilidad -que cada uno entienda lo que quiera de su gallego style-.

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Pero Rajoy sí andaba preocupado estos días por el cuestionamiento de su labor de Gobierno, por las críticas a su legado. Y ha saltado a la tribuna de oradores dispuesto a dejar claro que él hizo, a su entender, que España no se rompiera por los independentistas y que logró un milagro económico evitando el rescate creando dos millones y medio de empleos. Todo ello aderezado antes por un vídeo en el que le mandaban palabras cariñosas líderes internacionales como Angela Merkel, Theresa May y Jean-Claude Juncker, entre otros.

El expresidente del Gobierno ha sonado más político incluso que en otras ocasiones precisamente porque ha aprovechado para hacer un alegato sobre la política: "He tendido el honor de ser político, y a mucha honra". Política, política, política, se repetía. A él que siempre le han acusado precisamente de inmovilista y de ser un político fatigado.

Me voy pero no me aparto, seré leal

Y, en clave interna, ha dicho que será "siempre militante" del PP. "Me voy, pero no me aparto", también ha lanzado ante los delegados que han llegado hasta Madrid. Con otra promesa: "seré siempre leal". ¿Le habrá escuchado José María Aznar? En directo no, porque no ha sido invitado al cónclave. Pero seguro que lo estaba siguiendo muy atento por televisión.

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Era su día, no quería que lo mancharan en público con la batalla cruenta que vive el Partido Popular. En eso se ha escudado hasta el propio presidente de Galicia, Alberto Núñez Feijóo, que ha llegado tarde al congreso y sigue jugando al despiste de los silencios sobre su opción entre Santamaría y Cospedal.

Los dos candidatos escuchaban atentamente sus palabras. Con una silla en medio, pero no vacía: primero se ha sentado la presidenta del Congreso, Ana Pastor, y luego el encargado de la comisión organizadora, el eurodiputado Luis de Grandes.

En público se habla de integración, por debajo hay una cruenta guerra

Los dos han hablado antes de la necesidad de integración y de que salga un partido unido este fin de semana. Pero Casado ha vuelto a rechazar la oferta de Santamaría de integrarse en una única lista. Santamaría ha recibido dos besos de Rajoy, que también se ha acercado a saludar a Casado.

Todo esto lo observaba también en primera fila la secretaria general saliente, María Dolores de Cospedal, quien también se ha tenido que subir al escenario para defender su labor de gestión como número dos desde hace una década: ella ha presumido de ganar todas las contiendas electorales desde 2009. Aunque también ha dedicado parte de su discurso a la ideología y conectaba con el relato de Casado, a quien apoya para frenar a su archienemiga Santamaría. La expresidenta de Castilla-La Mancha ha dicho irse con la "conciencia tranquila y sin cuentas pendientes", además con la "lealtad intacta" con Rajoy.

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Muchas emociones, Cospedal ha roto a llorar cuando ha sonado al principio del acto el himno de España y luego también cuando ha citado a los políticos del PP asesinados por ETA. También siempre con los ojos enrojecidos estaba la esposa de Rajoy, Elvira Fernández. El propio Rajoy le ha dedicado el final de su discurso y le ha querido agradecer que estuviera siempre a su lado en estos duros años.

Una foto ya 'vintage'

La foto de este viernes en el PP no se volverá a repetir. Rajoy ya no volverá a ser el gran jefe, y Cospedal no volverá a ser secretaria general. Muy cerca estaba también el número tres, Fernando Martínez-Maillo, y en la primera fila los vicesecretarios que hoy luchan enfrentados: Javier Maroto y Andrea Levy a favor de Casado y Javier Arenas en sintonía con Santamaría.

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Esto pasa en las 24 horas que decidirán el próximo Partido Popular. Por debajo de los discursos oficiales, las dos candidaturas siguen buscando el voto de los compromisarios indecisos. En los pasillos intentaban convencerles, además de que ha habido llamadas y comidas por todo Madrid.

A pesar de esas supuestas palabras de integración y unidad, también ha habido golpes (muy) bajos. El equipo de Pablo Casado ha distribuido entre los periodistas un comunicado de la asociación de víctimas del terrorismo Dignidad y Justicia en el que se dice literalmente "Soraya favoreció la salida del terrorista Bolinaga con toda la oposición de víctimas y contra la legalidad vigente".

Viernes de nervios, de lágrimas y de guerra sucia. El PP descubre lo que son las primarias... y no defrauda.