¿Es la exposición de Auschwitz apta para niños?

¿Es la exposición de Auschwitz apta para niños?

No recomendada para menores de 10 años.

CARLOS PINA

El 27 de enero de 1945 el ejército soviético entraba en Auschwitz para liberar a los prisioneros que todavía quedaban en el campo de concentración. Se ponía fin a uno de los episodios más cruentos de la historia moderna. En menos de cinco años más de 1,1 millones de personas perdieron la vida allí a manos de los nazis.

Hoy Auschwitz es uno de los lugares más visitados de Polonia, sólo en 2017 acudieron 2,1 millones de turistas a ese espacio del horror situado a 70 kilómetros de Cracovia. Pero no hace falta ir tan lejos para conocer los detalles de ese episodio. El 1 de diciembre de 2017 se inauguró en Madrid la exposición Auschwitz. No hace mucho. No muy lejos, que con más de 600 objetos originales distribuidos en 2.500 metros cuadrados es la mayor muestra que se ha hecho en el mundo sobre este campo de concentración.

Alrededor de 350.000 personas acudieron a verla en los seis primeros meses, un éxito que hizo que a principios de junio el Centro de Exposiciones Arte Canal de Madrid anunciase su prolongación hasta el 7 de octubre de 2018 [**ACTUALIZACIÓN: estará hasta febrero de 2019]. De esos 350.000 visitantes iniciales, casi un 15% fueron menores. En ese tiempo llegaron a pasar por la sala 50.000 alumnos de distintos colegios de Madrid y hubo que ampliar dos veces el cupo de estudiantes. A esos hay que sumar los niños que acudieron con sus padres u otros adultos en visitas individuales y de los que el centro no tiene datos registrados.

Con profesores o familiares, todos esos niños fueron a ver el horror de primera mano y no son pocos los que se cuestionan si es acertado llevar a ese tipo de muestras a menores, si hay un límite de edad para hacerlo o si lo que se puede aprender sobre historia y valores compensa frente al trauma que puede llegar a causar entrar en un espacio como éste.

No apta para menores de 10 años

"Hasta los 10 o 12 años yo no llevaría a un niño a esa exposición, y lo haría habiendo explicado previamente el contexto, para hacerle ver que igual que el ser humano puede hacer cosas bestias, también puede hacer otras maravillosas", cuenta la experta en educación emocional Begoña Ibarrola a El HuffPost. Según esta especialista, no hay que negar la historia ni ocultar la crueldad a los niños, porque ya la ven todos los días en televisión, pero hay que tener en cuenta que "la mente infantil es muy débil y tiende a quedarse con la idea del horror y el terror, que es posible que no entienda".

La mente infantil es muy débil y tiende a quedarse con la idea del horror y el terror, que es posible que no entienda.Begoña Ibarrola, psicóloga

Esa edad mínima recomendada por Ibarrola es la que marcan en la web de la exposición, donde apuntan que muchos visitantes son estudiantes de secundaria que están aprendiendo la Segunda Guerra Mundial. "Lo que hacemos es seguir la política del Museo Estatal de Auschwitz", explica el comisario Luis Ferreiro a El HuffPost. "Recomendamos la visita a partir de los 12 o 13 años, aunque dejamos libertad para que cada padre decida", continúa. Siguen las indicaciones del museo polaco y de especialistas en el Holocausto como Paul Salmons, director del programa UCL Centre for Holocaust Education, autor principal del manual Cómo enseñar el Holocausto y responsable de la visión pedagógica y educativa de la muestra.

La edad es tan importante como preguntar a los pequeños visitantes si quieren ir a la exposición. Antes de ir, Begoña Ibarrola recomienda plantearles si les gustaría hacerlo. "Si no quieren ir podría ser contraproducente", señala la psicóloga, que aconseja presentar varias opciones (como diferntes exposiciones) y que sea el niño quien decida el plan. Y siempre a partir de los 10 años: "Si tiene menos puede ser muy impactante y muy destructivo".

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Porque es a los 10 cuando se da un pequeño paso hacia la preadolescencia para comportarse a veces como pequeños adultos. "Por eso la exposición puede ser una buena oportunidad para educar en los valores de tolerancia y la importancia de vivir en armonía", continúa Ibarrola, para la que es clave contar cómo un odio mantenido desencadenó en esta situación.

No repetir los mismos errores

Los traumas que pueda provocar un episodio así se salvan, en cierto modo, evitando imágenes cruentas de cadáveres y heridos, como explicó María Paz García Vera, profesora de Psicología Clínica de la UCM, a El HuffPost en un reportaje sobre cómo hablar de la muerte con niños. Así, siguiendo esta línea, en la exposición no hay "ninguna representación de la violencia gratuita", señala la web. "Se ha hecho un gran esfuerzo en considerar el impacto emocional que esta historia pueda tener en los visitantes, de forma que estos puedan explorar la historia con seguridad, tratar de entenderla mejor, y darle sentido por ellos mismos".

"Es una exposición blanca, no morbosa. El objetivo no es hacer llorar, lo importante es reflexionar. Es una exposición que plantea más preguntas que respuestas", cuenta Luis Ferreiro.

El objetivo no es hacer llorar, lo importante es reflexionar. Es una exposición que plantea más preguntas que respuestas.Luis Ferreiro, comisario

Eso mismo, pero con otras palabras, defiende Meirav Kampeas-Riess. Nieta de una víctima del nazismo y autora de El pequeño libro de los grandes valores, cree que de "una mierda como ésta se puede sacar abono", de algo tan terrible como el Holocausto se pueden extraer enseñanzas sobre valores como tolerancia y respeto. "Debemos coger todo eso que pasó y no olvidarlo para aprender de cara al futuro, para que no ocurra más", añade.

Ella llevó a su hijo de 12 años a la exposición pero antes lo preparó y le contó lo que iban a ver, como recomiendan hacer desde la muestra. "Aportamos material a los colegios y luego que cada uno decida cómo plantear la visita", añade Ferreiro, que recuerda el caso de unos niños de 11 años que fueron con la foto impresa de un menor que había sido asesinado en Auschwitz y otro en el que pasaron de la audioguía y cada alumno explicó una de las salas.

Hay que hablar también después para procesar, explicar y provocar emociones. Porque sin provocar emociones no hay aprendizaje.Meirav Kampeas-Riess, nieta de una víctima del nazismo

En todo caso una visita de estas características no debe terminar al salir de la sala. "Hay que hablar con niños antes para informar y también después para procesar, explicar y provocar emociones. Porque sin generar emociones no hay aprendizaje", añade Meirav Kampeas-Riess, que defiende que lo más importante es que surjan preguntas y queden dudas: "Eso quiere decir que les importa lo que han visto".

Esto es parecido a lo que hay que hacer al ver el informativo. "Cuando hay una noticia dura en el telediario yo recomendaría no dejar que pase el tiempo y hablar directamente con el niño", explica Ibarrola, que propone fórmulas como: "Esto lo tenemos que hablar porque te ha impactado mucho, y a mí también".